La Audiencia admite un nuevo testigo en el crimen de Misael

Se trata de un primo de Misael, con quien el joven mantuvo un encuentro uno o dos días antes de morir y al que le contó las averiguaciones que había realizado sobre el negocio de la marihuana en la localidad vizcaína, la de mayor extensión de Bizkaia. Sara, la hermana de Misael teme que algunos testigos de lo que le pasó al joven nicaragüense guarden silencio por miedo a represalias, ya que a varios de los acusados se les ha relacionado con las plantaciones. De hecho, una de las testigos más importantes está protegida. En Carranza, un municipio rural aparentemente tranquilo, se han registrado amenazas de muerte, palizas y hasta un tiroteo, detrás de los que podrían estar las mafias de la droga.

Una vez que la jueza tome declaración al familiar de Misael, a principios del próximo mes de febrero, probablemente dará por concluida la instrucción, que se prolonga ya más de dos años, para decidir si abre la fase de juicio.

Misael desapareció la noche del 27 al 28 de noviembre de 2021 en el barrio Ambasaguas de Carranza tras mantener un enfrentamiento con una cuadrilla en el pub 53. Según testigos, el chico lanzó un vaso de cerveza a un cliente del local cuando salía por la puerta. Un grupo de amigos salieron tras él al grito de «¡Te vamos a matar!» tirándole piedras. Al cabo de 15 minutos regresaron al bar y nadie volvió a ver a Misael. La acusación particular mantiene que el joven fue arrojado al río en estado inconsciente después de sufrir una paliza, mientras que las defensas creen que cayó al cauce de forma accidental por el elevado nivel de alcohol en sangre que presentaba y niegan la agresión.

El cuerpo fue hallado en el río Karrantza, a su paso por Ramales de la Victoria, a unos cuatro kilómetros de donde supuestamente se precipitó. La Ertzaintza detuvo en diciembre de 2021 a nueve jóvenes por su relación con el crimen de Carranza después de que la autopsia, practicada en el Instituto de Medicina Legal de Santander, barajara en un informe preliminar que se trataba de un homicidio y que la víctima estaba muerta al caer al agua y presentaba heridas compatibles con que le golpearan.

Posteriormente, los forenses cántabros, tras recibir los resultados de algunas pruebas, concluyeron que el joven estaba vivo al caer al río porque tenía agua en los pulmones. Ante estos dictámenes tan contradictorios, la instructora encargó una segunda autopsia a los forenses vascos, que no resultó determinante. El contrainforme apunta como más probable que las marcas que presentaba el cuerpo fueran producidas en el contexto de una agresión, pero no descartan la caída accidental.

Los cuatro acusados de homicidio que han permanecido varios meses en prisión provisional por su implicación en esta causa quedaron en libertad a la espera de juicio.