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Ruedas, mascarillas, botellas y jeringuillas: dos toneladas de residuos en la playa de Arrigunaga
La asociación plentziarra Goazenup, que organiza de forma periódica la limpieza en la costa vizcaína, asegura que la playa de Getxo es un punto negro al que recala los plásticos vertidos a lo largo de la ría
MANUELA DÍAZ
Domingo, 30 de octubre 2022, 17:54
Plásticos, mascarillas, envases de comida, botellas de plástico y cristal, vasos de fiestas, colillas, neumáticos, maromas y hasta un termo eléctrico o jeringuillas. Es el ... resultado de la «batida» contra residuos organizada este domingo por la mañana en la playa de Arrigunaga por Goazenup, una asociación de Plentzia que lleva casi una década limpiando las playas de Uribe Kosta para «concienciar y divulgar el cuidado del medio ambiente». En la jornada, que quiere concienciar a la población de la necesidad de mantener limpias nuestras costas, han participado más de dos centenares de voluntarios, la mayoría familias llegadas de distintos municipios vizcaínos que han recogido dos toneladas de 'basuraleza'.
Con una media de 10 toneladas de basura al año, estas cifras no han sufrido variaciones en los ocho años en activo de este colectivo, en los que ha organizado ya casi 200 quedadas: dos al mes. Sin embargo, según Blanca Arriola, secretaria de Goazenup, lo que sí ha aumentado es la participación. «Cada vez vemos más personas concienciadas, sobre todo familias con niños que nos hace creer que las nuevas generaciones están concienciándose por la preservación del medioambiente», ha asegurado.
Aunque la playa parece limpia a primera vista, apenas unos instantes después de dar los pasos comienzas a encontrarte pequeños plásticos ya casi traslúcidos, alguna botella enterrada en la arena, redes enganchadas en las rocas... «La playa cuenta con una limpieza habitual y hay que fijarse con atención para ver la basura, pero entre las rocas o la vegetación y en los acantilados es dónde está el verdadero problema», señalan desde Goazenup. Hasta esas zonas llegan la decena de tablas de pádel y la canoa que han salido esta mañana. Una pequeña embarcación les acompaña y se queda a unos metros de las rocas para recoger los restos de basura. Porque hasta esas zonas solo se puede acceder por mar. Ya en tierra los voluntarios limpian a pie y cargan la basura en sus tablas. «Es desolador ver la cantidad de basura que encuentras en los recodos de los acantilados tan privilegiados por son escenarios naturales maravillosos», explica uno de ellos.
Punto negro
Según Blanca Arriola, la playa de Arrigunaga y los acantilados de la Galea son el punto negro de la desembocadura de la Ría de Bilbao cuyas corrientes acaban dirigiendo los deshechos a los acantilados. Es donde más plásticos se concentran de Uribe Kosta. «Seguramente todas las botellas y envases que acaban en el suelo en las calles de Bilbao llegan al cabo de un tiempo a Arrigunaga», lamenta Jesús Beamonte, director de comunicación de Forum, colaborador de la actividad.
A pie la organización ha dispuesto seis grupos, diferenciados por colores para repartir las zonas. Con guantes, bolsas de plástico, rastrillos y reteles, Uxue Díaz y Tere Trujillo, de Getxo, se las ingeniaban para arrancar una red de entre las rocas. «Es nuestra playa y si no la cuidamos nosotros, nadie lo hará. ¡Hay que hacer la guerra a los envases!» afirmaban. Era la primera vez que acudían a una limpieza en Arrigunaga, como Iratxe y su hija Hegoa de Loiu. «Cuando veo a la gente tirar cosas en la playa me molesta, pero me da vergüenza decir nada, ¿no se dan cuentan que la playa es de todos y hay que cuidarla y tenerla limpia?», se quejaba a sus once años.
Una de los voluntarias llegaba con dos bolsas negras con excrementos de perros que había encontrado escondidas entre las rocas. Apilados y clasificados para su posterior reciclaje, en el suelo se amontonan botellas de bebidas alcohólicas de alguna fiesta, varios neumáticos y numerosas botellas de plástico que, por su estado de erosión, bien podían llevar meses en el agua y haber acabado entre la arena de Arrigunaga.
Restos de botellones
Bego Sánchez, de Barakaldo, que no ha hecho caso a las previsiones de lluvia, se ha acercado con sus hijos de cinco años para «ir concienciando desde esa edad la importancia de cuidar el planeta». A su paso hacia las rocas se dejaba varios restos de botellas. «No estamos acostumbrados a recogerlos y tienes que prestar atención porque están cubiertos de arena y es complicado identificarlos», le explicaba Beamonte.
Desde Goazenup, Blanco remarcaba que un porcentaje alto de los residuos provienen de las actividades de pesca, redes fantasmas que se quedan enganchadas en el acantilado y que son muy difíciles de quitar. Se van degradando y se convierten en microplásticos. El pasado año se encontraron media decena de delfines muertos en Barrika y un cormorán estrangulado con las bolsas de plástico.
Llegados de Algorta Iñaki Zugadi, Gerardo Teijeira e Iñaki Alonso acudían con sus hijos. Llevan años acudiendo a limpiezas en las playas como la que se hizo hace años en la salvaje. «Hay una campaña en Gipuzkoa que me encanta: 'El mar empieza aquí', porque todo lo que tiramos a la calle, va a la Ría y de ahí al mar, por eso todos tenemos que poner de nuestra parte para cuidar nuestro entorno», afirmaba Zugadi que es profesor de buceo. «La gente no recoge nada, no hay nada como ver los restos de botellones, los adolescentes que deberían estar más concienciados lo dejan todo hecho una guarrería», admitían. Ellos, tratan de dar ejemplo y no se les caen los anillos por agacharse y recoger una colilla o una botella de plástico cuando van a la playa cualquier día del año. Junto a ellos, Marina, Luis, Dani, Agate, Julia y Neo, entre 13 y 7 años se preparaban entusiasmados para acometer la misión de la que denominaron 'Patrulla berdea'. «El año pasado recogimos una silla rota, una tubería de plástico…¿pero qué le pasa a la gente?».
Y mientras ellos se ponían los guantes, Nagore Nicolás, de Algorta, llegaba con la primera tanda de residuos para ser clasificados en la playa. «Hemos encontrado cartones, plásticos, poliespán, tableros y preservativos» enumeraba contenta de colaborar porque asegura es «esencial en la vida».
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