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Ayer en la Plaza Nueva de Bilbao no había bilbaínos. O, al menos, no fue fácil verlos. Los aficionados ingleses abarrotaron las terrazas y escogieron ... esta zona emblemática como punto de referencia para disfrutar de los momentos previos a la final de la Europa League, que se juega hoy en San Mamés. El ambiente se dejó notar desde mediodía, donde hinchas de ambos clubes amenizaron la jornada con variedad de pintxos y cervezas de toda clase: desde pintas a jarras. En las mesas no faltaron txistorra y jamón ibérico. «Bilbao es una gran ciudad. Ayer bebimos veinte cervezas cada uno, y hoy más. Mañana y el viernes también, porque de aquí nos vamos a Torrevieja», contaba Andre Wingerter, aficionado del Manchester United, mientras el camarero retiraba de su mesa la primera tanda de jarras vacías -pero ni mucho menos la última-. Había buen ambiente, no se puede decir lo contrario. Además de por las barras de pintxos, algunos escogieron la plaza Nueva por cercanía e hicieron buenas migas con los del equipo contrario.
«Tengo el 'airbnb' al lado y por eso hemos venido aquí. He pagado 4.000 euros por un apartamento entero de dos habitaciones durante tres noches en el Casco Viejo. Ya que hemos venido hasta aquí vamos a disfrutar de los pintxos», decía Matteo Neil junto a su grupo de amigos. Los cánticos se desataron en cuestión de segundos. Empezaban unos y les seguían otros. Un trago de cerveza y vuelta a empezar. Mientras tanto, abrazos, fotos y bengalas de colores para animar la fiesta. No había quien les parase.
ara la mayoría de los que estaban allí, la Plaza Nueva era su sitio favorito. Ya estuvieron la anterior vez, cuando se enfrentaron al Athletic en la semifinal, y han vuelto al mismo sitio. Pero lo cierto es que el ambiente se notaba por toda la ciudad, y de formas muy distintas. Mientras en el Casco Viejo reinaba la fiesta y el furor, en zonas como San Mamés algunos hinchas pensaban en hacer turismo con tranquilidad. «Vamos a coger un funicular para ver las vistas de toda la ciudad; es muy bonita», comentaba un grupo de amigos que venía desde Londres. Anne y Derrick Ainscough, sin embargo, acababan de aterrizar y lo primero que vieron con las maletas en mano fue el estadio de San Mamés. «Estamos impresionados con el tamaño», se sorprendieron.
No todo iban a ser cervezas. Steve Riordan, londinense, prefirió optar por el dulce y entró en la pastelería Felipe, ubicada en la calle Gordóniz de la ciudad, para comprarse un bollo de mantequilla. «¡Es que tengo hambre y está muy rico!». Lo curioso es que el establecimiento se había engalanado con carolinas y palmeras de colores de ambos equipos pero parecieron no llamarle la atención, así que prefirió escoger el postre bilbaíno por excelencia.
El día de ayer dejó estampas curiosas. Damian James, del United, y Matthew Sargent y Charlie Sargent, del Tottenham, han venido desde Shrewsbury. Son amigos y estaban muy emocionados porque van a poder disfrutar de la final juntos. «Esto ocurre una vez en la vida. Ahora nos llevamos bien, sí, pero cuando gane el Manchester United no creo», bromeaba Damian, que enseñaba orgulloso un tatuaje de su club en la pierna, que muestra a un grupo de hinchas celebrando la victoria tras un partido. Por otro lado, Matthew y Charlie, padre e hijo, contaron que es muy bonito poder vivir un día como el de hoy juntos. «Somos del equipo desde que los dos éramos pequeños. Esto es mágico», celebraban.
Hoy el tema principal es el fútbol, pero ayer quizás fue lo de menos. «He estado en el Mercado de La Ribera y probé el pintxo del bacalao al pil-pil, buenísimo. Si mi equipo no gana, al menos habré disfrutado de cinco días de vacaciones. El Guggenheim es impresionante. Los ingleses estamos emocionados en Bilbao, pero los locales no tanto, porque el Athletic no ha llegado a la final», contaba Alan Simon, que acababa de comprar su camiseta de la Europa League. David y Toby Barnes, padre e hijo, disfrutaron del día previo dando unos toques al balón en el campo de fútbol del polideportivo de San Ignacio. La idea era organizar un partido, pero finalmente la cosa no cuajó. Ayer Bilbao tan solo se preparó para lo que viene hoy.
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María de Maintenant e Iñigo Fernández de Lucio
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