La Arboleda celebra su feria sin ganado por primera vez por la dermatosis: «Es una pena, pero si llegara la enfermedad sería peor»
Miles de personas acuden al bello enclave minero a disfrutar de la jornada, que se queda sin la exposición de 200 animales como medida de prevención contra la enfermedad
La dermatosis nodular contagiosa es una terrible enfermedad que afecta al ganado bovino y que obliga a sacrificar a todos los animales de la ... explotación. La transmiten insectos hematófagos, como ciertas especies de moscas y mosquitos, o garrapatas. Causa fiebre y nódulos en la piel y también puede ocasionar la muerte, especialmente en animales que no han estado expuestos previamente al virus. La enfermedad, que al parecer se ha extendido desde Francia, está causando estragos en Cataluña, donde ya ha habido que llevar al matadero a más de 2.500 animales adultos y jóvenes.
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Una puntilla para un sector ya sensible y en capa caída en Euskadi. Pues bien, el Gobierno vasco y las diputaciones decidieron a finales del pasado mes cancelar todos los mercados de ferias y de ganado en Euskadi para evitar, en lo posible, la propagación de la enfermedad. La medida se extenderá, al menos, hasta el 30 de noviembre en función de la evolución de la dolencia. En Bizkaia, también se pueden desinfectar los vehículos de transporte de ganado gratis en el ferial de Mungia, de lunes a viernes, a distintos horarios.
El primer municipio afectado por las restricciones y que se quedó sin animales en su feria fue Urkabustaiz, en Álava. En Bizkaia, este pasado sábado tuvo lugar la feria del queso de Trucíos, pero la de La Arboleda, que este domingo acoge Trapagaran, se celebra por primera vez sin los 200 animales que siempre llegaban al enclave minero, desde vacas hasta ovejas o caballos. Es la primera afectada en el territorio. El próximo 9 de noviembre tendrá lugar la de Zamudio, una de las más importantes, que siempre cuenta con una amplia representación ganadera y en la que tiene lugar el concurso de ganado limousin, que se cae del cartel.
Aunque en un principio todo parecía como siempre, y los coches aparcaban al borde de la carretera a un kilómetro de la feria desde primerísima hora por falta de sitio, y el olor a talo con chorizo ya lo inundaba todo, faltaba algo esencial: el sonido de los animales, los mugidos, los balidos, y esa curiosidad que siempre despiertan entre los urbanitas.
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Los asistentes echaban en falta a los animales, que siempre son un gran polo de atracción para las familias. Aún así, miles de personas de han cercado igualmente a disfrutar del ambiente y de los productos frescos de la huerta y otros alimentos deliciosos. Había puestos de vinos y pintxos que hacían la boca agua, desde tortilla hasta queso y bacalao, además de artesanía, como cestas de mimbre, cinturones de cuero y trajes especiales. Eso sí, también había despistados que desconocían las restricciones derivadas de la enfermedad. Hubo niños muy decepcionados, y es que además de la exposición, el programa también preveía paseos en poni y con carro de bueyes.
«Se nota»
El sector está muy preocupado. «Con animales siempre viene más gente, sobre todo familias y niños, pero si nos llega la enfermedad sería un problema mucho mayor», explica Eneko Serrano, natural de Llodio, pastor y quesero de la queseria Lusuri de Orozko, mientras coloca con mimo sus quesos en el mostrador. El joven, que estuvo también en Gernika el pasado lunes, tiene más de 300 ovejas y nueve años dedicados al oficio. Elabora diferentes tipos de queso con leche de oveja latxa y assaf, una raza originaria de Israel procedente del cruzamiento entre ovejas de raza awassi y machos de raza milschschaf. Produce desde queso semicurado, curado, hasta el azul, pasando por cremas. «Empecé desde cero, era mi sueño desde niño», dice con orgullo.
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Sabe que la decisión de suspender la exposición ganadera era necesaria. «Hay que tomar medidas antes de llevarnos las manos a la cabeza», afirma. «Si hay animales, hay más gente, pero es algo que hay que hacer. En otras ferias se ha suspendido todo, también la parte agrícola, y eso sí que no tiene ni pies ni cabeza. La parte ganadera es una parte pero lo que nos da de comer es el producto final: carne, jardinería, queso… Y si nos quitan esa parte si que es una faena».
«Es una pena, pero al final la salud es lo más importante para los demás animales», explica el joven Zuhaitz Arrola Bandeira, de Mungia, quien lleva toda la vida dedicado a la huerta. Aunque no tiene ganado, en Ugaldeguren, en Zamudio, tiene un pabellón donde funcionan como cooperativa. Compran a otros productores de la zona y da fe de la alerta que existe en el sector. «Tengo muchísimos amigos y familiares con vacas y están preocupadísimos». Su negocio «va, que no es poco», relata. «Llevo 14 años, aunque en realidad toda la vida», dice sonriendo. Su calendario está marcado por las ferias: «Martes en Mundaka, miércoles Deba, jueves en Markina, viernes en Mondragón, sábado en Galdakao y todos los domingos del año en La Arboleda. Todo el año así», asegura.
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«Atractivo tiene igual»
Ángel Fernández tiene 700 ovejas carranzanas de cara negra en la localidad vizcaína que da nombre a dicha raza. Están al aire libre, aunque ahora empieza a guardarlas porque les toca parir. «Luego se notará en la asistencia, porque los animales siempre atraen a mucha gente, pero esperemos que aquí no llegue la enfermedad«, relata. Este profesional del sector tiene mastines para defender a sus ovejas, aunque alguno ya recibió un mordisco de un lobo. «Antes el lobo se mataba y se marchaba al monte. Ahora te baja hasta casa, pero está protegido».
Entre la amenaza del depredador y la burocracia, el oficio se hace cada vez más duro. «Pasas más tiempo haciendo papeles que en la granja», lamenta. «Aquí hay que levantarse por la mañana y si no estás con las ovejas, estás en el tractor, y si no, en una feria», dice. «Es lo que hay. Somos autónomos y es lo que hemos elegido. Haciéndolo a gusto, se lleva mejor». «Aun así, el queso artesano se sigue valorando, es artesano. Lo bueno gusta, y eso anima», apunta.
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La Quesería Elsa de La Arboleda mantiene viva una historia familiar que ya va por la cuarta generación. Aunque ya no tienen animales, fabrican el queso con leche fresca de Muskiz, recién ordenañada. «Es una empresa pequeña, familiar, pero seguimos elaborando queso como siempre, con leche de vaca local, totalmente fresco, sin conservantes. Hoy en día se valora eso, nosotros seguimos haciendo queso del día. Es lo que nos diferencia», dice Edelmira González. Su puesto es de queso fresco. Lo hacen a diario. Y también venden queso de vaca blandito, el de oveja ahumado y sin ahumar. «El fresco es la especialidad de la casa». Como muchos, nota la falta de animales. «Es la primera vez que no hay, y se nota. El año pasado para la una y media ya habíamos vendido todo y cerramos», comenta. «Al final, todas las ferias son importantes. Son una forma de mantener el contacto con la gente, de que prueben el queso y vean que detrás hay familias que seguimos trabajando con ilusión», apunta.
Para los visitantes, la feria sigue siendo un plan imprescindible. Mireia Miranda, vecina de Trapagaran, pasea entre los puestos mientras recuerda cómo era antes: «El año pasado había vacas, cabras, ovejas… lo de siempre. Este año ya sabíamos que no habría, lo vimos en la tele». Aunque echa de menos el ambiente de otros años, asegura que sigue teniendo encanto. «Atractivo tiene igual, porque es tradicional, pero los animales hacen mucha ilusión, sobre todo a los niños», comenta. «Nos gusta venir porque hay cosas artesanales, diferentes a las de siempre. Te comes un talo, das una vueltita… Es algo distinto».
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