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Precio de la suscripción 4,95€/mesUna gigantesca mesa de crisis reunió este lunes en Lakua a más de 25 representantes institucionales. El Gobierno vasco, las tres diputaciones, Eudel y los ayuntamientos de Bilbao, Vitoria, San Sebastián e Irún pactaron un incremento de los recursos destinados a los «migrantes en tránsito», que continúan llegando por centenares.
En las tres últimas semanas, 581 subsaharianos procedentes de las costas andaluzas han entrado en Euskadi. La mayoría tiene la inequívoca intención de continuar su viaje hacia otros países europeos, Francia y Bélgica especialmente. Bilbao se ha visto obligado a la apertura de un albergue de 48 plazas para este colectivo donde se les ofrece «aseo, comida y cama». Tardó pocos días en saturarse y este lunes mismo se confirmó la apertura de un segundo centro, de 40 plazas, que volverán a financiar el Gobierno vasco, la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao y gestionará Cruz Roja. Finalmente, no se unificarán los dos en un mismo espacio sino que habrá dos albergues. «El segundo podría abrir esta misma semana. Es inminente», admiten fuentes del Ejecutivo que lidera Iñigo Urkullu conscientes de la premura en el territorio histórico. De los 550 primeros, más de 400 entraron por Bizkaia.
Gipuzkoa y Álava no son ajenas al problema, aunque con diferente intensidad. La primera forma parte de la ruta hacia el norte de Europa y recibe algunas oleadas puntuales, tanto en San Sebastián como en Irún y Hondarribia. El Gobierno vasco estudia abrir «un centro temporal de alojamiento de emergencia», un recurso de 48 horas «muy similar al de Bilbao». Es decir, un lugar donde recuperar fuerzas un par de noches -se han registrado 300 pernoctaciones porque algunos se marchan tras la primera-. Un sitio para comer caliente, cargar el móvil, contar a la familia que uno está bien sin muchos detalles y poner rumbo al Dorado de la Europa del norte. En Álava no se ha registrado un número significativo de llegadas pero el Gobierno vasco analizará también dónde situarlo en caso de que resulte necesario. Tratan de evitar que la realidad obligue, como sucedió en Bilbao, a improvisar a la carrera.
«La mayor parte de los migrantes del verano disponen de contactos en otros puntos de Europa», recalcó la nota del Gobierno vasco, que toma ahora las riendas y es la única institución que quiso hacer pública su postura. La consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, consideró que «se trata de ofrecerles una atención humanitaria dentro de esa temporalidad y situación de emergencia». Artolazabal quiso distinguir «entre los casos que se están produciendo en verano con migrantes en tránsito, de las personas que desde hace años llegan a Euskadi con intención de quedarse, encontrar trabajo e iniciar un proyecto de vida y para quienes hemos elaborado un nuevo plan de actuación que mañana presentaremos tras el Consejo de Gobierno».
Cuarenta voluntarios y trabajadores de Cruz Roja trabajan sin descanso en el primer albergue para refugiados de la villa. La mitad habla francés, lengua mayoritaria de estos migrantes. «Son jóvenes de origen subsahariano, generalmente varones, de entre 20 y 30 años. Llegan frágiles, tras un viaje por África muy duro», según el perfil de su coordinador Manu Calvo. Su demanda de duplicar las plazas en Bilbao ha sido satisfecha con rapidez.