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El barco y la musa

Pinceladas de Bilbao ·

En su parte trasera, el Palacio Euskalduna redobla su condición naval y parece a punto de echarse a navegar

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Domingo, 24 de marzo 2019, 00:15

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El último barco que salió de los astilleros Euskalduna es un gigante transformado en palacio que finge estar en movimiento y combina el cristal y el acero corten, ese material que hace de la corrosión un estandarte. Se trata de un navío imponente y extraño. Tiene doble personalidad. Se sabe barco fantasma y buque insignia. Lo primero tiene que ver con la ópera; lo segundo, con la dramaturgia más pragmática de los negocios y los congresos.

La ría ejerce una enorme atracción sobre las dos caras del coloso. En los días de viento casi puede notarse el crujido de los roblones al tensarse, la vibración intensa de una arboladura inexistente, como si el gran barco estuviese a punto de romper amarras y comenzar a navegar. El estanque de la trasera del palacio se transforma entonces en un anticipo del océano y la ría extiende su dominio líquido. Hasta las farolas parecen grúas pórtico, quizá mástiles lejanos. Y la pasarela del fondo un barco entrando lentamente en puerto.

Es entonces cuando la seriedad del buque insignia refrena el instinto del barco fantasma. Le recuerda cuál es su deber. El Palacio Euskalduna tiene desde 1999 la obligación de fijar el futuro y la identidad de una ciudad distinta. No lo hace solo. Dos años antes surgió ría arriba el Guggenheim, ese otro barco extraño. Durante algún tiempo, los dos símbolos del nuevo Bilbao aún estuvieron separados por un paisaje oxidado de urgencia y contenedores.

De aquel óxido solo queda hoy un rastro de acero corten que se ilumina con los flases de los turistas. Un paseo luminoso conecta el Guggenheim y el Euskalduna. Para recordar lo que fue durante décadas ese lugar, puede interrogarse a Terpsícore, la musa de la danza, que preside el estanque del palacio. Piensen que las musas tienen que ver con la inspiración, pero también con la memoria. Son sus hijas, de hecho. Según Plutarco, recibían el nombre conjunto de 'recuerdos'. Platón describe a Sócrates invocando a las musas para que le ayuden a recordar conversaciones antiguas. Aunque vaya uno en pantalón de deporte y quemando calorías, yo creo que lo suyo es ponerse un poco homérico al pasar junto al Euskalduna. Y entrarle a Terpsícore, probando suerte. Canta, oh musa, la historia de aquella ciudad de acero instalada en un eterno día laborable, la vida de aquellos hombres que hacían con sus manos grandes barcos pesados junto al río.

El acero en el espejo. El estallido de color del acero corten y la textura especular del estanque explican esta perspectiva del Palacio Euskalduna.

Aitor Renteria

San Sebastián, 1967. Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones, comienza a pintar de forma autodidacta en 2003. En la actualidad, es profesor de la Agrupación de Acuarelistas Vascos, trabaja en proyectos personales de estudio y participa en certámenes de pintura seca. Su obra ha sido merecedora de diversos premios y menciones, así como incluida en numerosas exposiciones y muestras nacionales e internacionales.

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