«Me aconsejaron que si quería aprender de la persona y no solo de la enfermedad me especializase en Familia»
Cuando Andrea Sevillano acabó el grado de Medicina sentía que había algo que no le encajaba. Los últimos tres cursos los pasó rotando por el ... hospital «pero no me enganché, veía que estaba todo muy centrado en uno u otro órgano y era algo que no conectaba conmigo». Comenzó a trabajar en una residencia de mayores y ahí descubrió que lo que de verdad le atraía era acompañar al paciente incluso en los momentos más difíciles. En el final de la vida.
Así que habló con un reconocido paliativista para pedirle consejo sobre cómo orientar su carrera. «Me recomendó que si quería aprender de la persona y no solo de la enfermedad me especializase en Familia», recuerda. No lo dudó. Sevillano acaba de iniciar hace unas semanas el primer año de su residencia en la OSI Uribe. Allí ha elegido formarse en los centros de salud de Laukiz y Maruri, lugares que le van a permitir aprender y desarrollar la medicina en la zona rural. «Es todo muy cercano. Hemos hecho equipo con la médico y la enfermera. La población rural es de quejarse poco. No va a médico a la ligera», valora.
Sevillano defiende los valores de la especialidad de Familia. «Me permite conocer a la persona y a su entorno a lo largo de los años. Para el paciente somos una figura de confianza. Todos, en algún momento, tenemos que ver a nuestro médico de cabecera. Igual nunca estamos ante un nefrólogo, pero al del centro de salud sí le vamos a conocer».
Considera que Familia está desprestigiada y no se encuentra entre las primeras opciones de los nuevos residentes por varios motivos. Uno de ellos es la propia sociedad actual. «Vivimos en un mundo que busca la inmediatez, también los propios médicos. En Familia los procesos son más lentos. En ocasiones hay que manejar la incertidumbre, tener paciencia y ver cómo evoluciona en paciente».
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