Aburto pide que las manifestaciones «no empeoren la calidad de vida de la ciudad»
Las protestas en las calles de Bilbao aumentaron un 23% el pasado año y ya hay más de dos al día, la mayoría por conflictos laborales
El año pasado hubo 780 manifestaciones en Bilbao, un 23% más que en 2022. Eso significa que ya son más de dos al día. La ... gran mayoría de ellas, y también las que más aumentan, son las que tienen que ver con asuntos laborales. Y ese aumento ha ocurrido pese a que la conflictividad laboral ha bajado. ¿No es esto contradictorio? No. Lo que pasa es que pese a haber un clima menos conflictivo en la negociación colectiva, la capital cada vez atrae más movilizaciones de otros municipios que buscan visibilidad e impacto. En fin, que Bilbao gana centralidad e influencia. Pero la situación también genera ciertas afecciones en el uso del espacio público: no es difícil escuchar a vecinos, repartidores, taxistas y usuarios de los buses públicos quejarse de las incomodidades que provocan unas protestas que se han vuelto casi rutinarias en calles como la Gran Vía. Hay, como se ve, una fricción entre el derecho a protestar, sin el que buena parte de los avances sociales no habrían sido posibles, y el derecho a la movilidad tranquila y previsible.
Al alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, esto le preocupa sobre todo por el lado de la proporcionalidad. Por el impacto que suelen tener algunas protestas en las que participan unas decenas de personas sobre los desplazamientos de cientos en el centro de la ciudad. «Respetando el derecho que tienen a manifestarse, creo que es muy importante tener en consideración el respeto común a toda la sociedad». Se refiere Aburto a «que una reivindicación de mejora de un grupo o colectivo no suponga empeorar la calidad de vida del resto de la ciudad». Resulta evidente que el alcalde trata de medir muy mucho sus palabras para que la petición de mesura no se confunda con la limitación de derechos básicos.
Lo primero es conocer la evolución de los datos. Según la estadística facilitada por el Departamento de Seguridad del Gobierno vasco, en 2019, antes de la pandemia, hubo 628 manifestaciones en Bilbao, entendidas éstas como «la concurrencia concertada y temporal de más de veinte personas con finalidad determinada». Tras la crisis sanitaria se alcanzaron cotas más altas con 727 protestas en 2021 y 636 en 2022. Fueron tiempos pródigos en movilizaciones heterogéneas: desde sanitarias hasta hosteleras o de antivacunas. También laborales, porque tras el parón de la negociación colectiva en la pandemia había muchos convenios por renovar.
Lo curioso es que, tras aquellas convulsiones, y siendo 2023 más tranquilo, las manifestaciones en Bilbao se han disparado casi un 23%, hasta las mencionadas 780. La gran mayoría, 465, tuvieron una motivación laboral, y son éstas las que han engordado la cifra global al aumentar un 40% respecto al año precedente, cuando se registraron 330.
¿Qué está pasando? De entrada, Pello Igeregi, responsable de Negociación Colectiva de ELA, el sindicato mayoritario en Euskadi, reitera que «en 2023 la conflictividad ha sido menor a la del año anterior». Así que el aumento en el número de manifestaciones registradas por la Ertzaintza en Bilbao tendría una primera explicación en el hecho de que «quizás haya menos movilizaciones sectoriales, que son las que juntan a más gente, pero más de empresas sueltas» aunque menos concurridas.
Las frases
Dtra. Sociología Urbana Deusto
Garbiñe Henry
«El derecho a protestar es libre y legal, pero la gente ya está un poco harta de que parte de la ciudad se paralice cada dos por tres»
Alcalde de Bilbao
Juan Mari Aburto
«Respetando el derecho a manifestarse, creo que es muy importante respetar también al conjunto de la sociedad»
Doctor en Sociología UPV/EHU
José Enrique Antolín
«La ciudad está sujeta a conflictos constantes; los vecinos del centro se quejan de esto, y los de la periferia de otras cosas»
Normalizar la situación
Juanjo López, adjunto de Acción Sindical de CC OO, confirma la caída de la conflictividad durante el pasado ejercicio, cuando hubo «91.000 jornadas perdidas por huelgas en Bizkaia, frente a las 167.000 del año anterior». En cuanto a los trabajadores afectados, bajaron de «50.500 a 34.300» en ese tiempo. Eso es compatible con que haya habido más conflictos, pero de menor intensidad, como apuntaba el sindicalista de ELA.
Pero, a juicio de López, lo que ha ocurrido para que Bilbao se haya disparado en número de manifestaciones es que la capital vizcaína es «cada vez más el foco, el lugar al que se acude para tener más visibilidad; la mayoría de las empresas pequeñas, aunque sean de otros municipios, eligen Bilbao para manifestarse». También recalan aquí protestas «que afectan a los tres territorios» al ser la ciudad más poblada de Euskadi y la que disfruta de mayores conexiones con el área metropolitana para facilitar la llegada de gente. Lo de tener metro es un factor importante. Como ejemplo próximo en el tiempo pone que «el día de Santo Tomás coincidimos en la plaza Circular tres manifestaciones: la de Bilbobus, la de las ambulancias y la de Mecaner, una empresa de Urduliz».
Nótese que de esas tres, dos tienen que ver con servicios públicos subcontratados. Aquí detecta una clave Jon Bernat Zubiri, profesor de la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad pública UPV/EHU. «Muchas veces el foco está en esos ámbitos privatizados: Bilbobus, las residencias, la limpieza...». Y a ello se unen otras tormentas en el sector público, sobre todo en los ámbitos de la «salud y la educación, donde hay grandes conflictos». Como Bilbao es una ciudad «muy tercializada» y además el lugar en el que las protestas «se hacen notar», es también el sitio elegido mayoritariamente para llevar a cabo las manifestaciones, coincide Zubiri.
Volviendo al principio y a lo que decía el alcalde Aburto: ¿Hay algún modo de mejorar la convivencia, de que las manifestaciones frecuentes no generen tantas molestias y antipatía entre parte de la ciudadanía de Bilbao? José Enrique Antolín, doctor en Sociología en la UPV/EHU y experto en Sociología Urbana, admite que «la ciudad está sujeta constantemente a conflictos y tensiones», porque es en el «espacio público donde se manifiestan los actores». Este, el de protestar, «es un derecho legal» que se ejerce «donde más repercusión tiene». No habría lógica en irse a Artxanda, por ejemplo, porque lo que se busca no es juntar a un número variable de gente, sino que se les vea y se les tome en cuenta.
¿Y qué hay de las molestias que se generan? «Los vecinos del centro se quejan de esto, y los de la periferia de otras cosas». Así que «tenemos que normalizar» este tipo de situaciones porque «forman parte de los derechos que tiene la gente mientras se desarrollen dentro de un marco legal». «Es cierto que se generan molestias, pero forman parte de la convivencia en una ciudad» y son, a su juicio, necesaria palanca de cambio en ocasiones diversas.
Las frases
CC OO
Juanjo López
«Bilbao cada vez es más el foco, el lugar al que empresas de otros municipios acuden para tener visibilidad»
ELA
Pello Igeregi
«En 2023 la conflictividad sectorial ha sido menor, pero quizás ha habido más movilizaciones en empresas sueltas»
Relaciones Laborales UPV/EHU
Jon Bernat Zubiri
«Los servicios públicos privatizados y los ámbitos de la salud y la enseñanza concentran buena parte de los conflictos»
Orografía compleja
Lo que ocurre es que Bilbao tiene complejidades añadidas. «Por nuestra orografía, con cuatro entradas, en ciertas circunstancias es muy fácil de colapsar», razona Garbiñe Henry, doctora en Sociología Urbana y directora de Innovación y Emprendimiento de la Universidad de Deusto. Sí asume que el derecho de protestar es «libre y legal», pero también alerta sobre el impacto que supone el hecho de que «parte de la ciudad se paralice cada dos por tres». No sólo en términos de molestias para la ciudadanía, que está «un poco harta», sino también de costes económicos para ciertos sectores.
Así que ella sí sugiere que «se podría gestionar de alguna forma» esta situación. «Igual que en una huelga hay servicios mínimos para no penalizar de un modo grave a la ciudadanía, en las manifestaciones quizás podría haber ciertos recorridos determinados» que contuviesen las molestias para la ciudadanía preservando los derechos de los manifestantes.
Asume que el asunto es complejo porque «también es verdad que a veces, si no se protesta, no se consigue nada». Puede que la solución sea una aproximación sensata al asunto. «Que haya solidaridad y empatía, cierta pedagogía, y darnos cuenta de que el espacio público es de todos». Y sugiere: «Quizás sería bueno saber qué se está consiguiendo con tantas manifestaciones».
En su contexto
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1.726 manifestaciones contabilizó la Ertzaintza a lo largo del pasado año 2023 en las calles de las tres capitales vascas.
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780 protestas (es un 23% más que un año antes) se produjeron en Bilbao, la capital más poblada y la que está rodeada por un área metropolitana más densa, lo que la hace muy atractiva para que se visibilicen los conflictos y para garantizar afluencias masivas en las grandes citas.
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633 manifestaciones tuvieron lugar en Vitoria, un 24% más que en el ejercicio anterior. Desde el Ayuntamiento alavés y el Ejecutivo de Lakua achacan el aumento a la proximidad de citas electorales, que motivarían una presión extra sobre la capital de Euskadi para desgastar al Gobierno vasco.
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313 son las manifestaciones que se produjeron en San Sebastián, la capital vasca con menos conflictos y la única en la que éstos descendieron en 2023, ya que en el ejercicio anterior se produjeron 354 protestas en sus calles.
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Preocupación municipal Los ayuntamientos de Bilbao y Vitoria han mostrado su preocupación por el hecho de que el aumento de manifestaciones en sus calles suponga más molestias y afecciones a los servicios públicos.
Un lugar donde atraer a las multitudes
El magnetismo de Bilbao a la hora de atraer manifestaciones se ve muy bien en ciertas citas que buscan aforos impactantes. Como la que el 4 de noviembre convocaron distintos colectivos políticos y sindicales para denunciar lo que consideraban una ofensiva judicial contra el euskera: unas 70.000 personas de todo Euskadi llenaron las calles de la ciudad aquel sábado. La cita anual en apoyo de los presos de ETA, en enero, también tiene lugar en la ciudad pese a su condición periférica en el mapa de la comunidad autónoma.Por otro lado, en los datos facilitados por la Ertzaintza se aprecia que las convocatorias vecinales (65 el año pasado) mantienen el vigor que adquirieron tras la pandemia; que la enseñanza gana peso en cuanto a movilización (40) y que las citas contra la violencia de género se reducen bastante (de 48 en 2022 a 28 en 2023).
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