«Si abrimos, podremos pagar los alquileres»
Numerosos pubs y discotecas de Bizkaia aplauden la medida de algunos ayuntamientos y cambian de categoría para trabajar de día y «meter ingresos en caja»
Alberto Aparicio, dueño de Attico 14, uno de los pubs más populares de la bilbaína Alameda Mazarredo, es uno de los numerosos hosteleros vizcaínos que ... ha cambiado estos días la categoría de su establecimiento -ha pasado del grupo 3 al 2- para trabajar de día y poder hacer caja. Hace una semana mostraba su indignación por el «injusto trato» que a, su juicio, las instituciones dispensaban al sector de ocio nocturno tras decretar su cierre total ante la expansión del virus.
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«Al no declararse el estado de alarma y tratarse de uno de emergencia sanitaria, no podíamos solicitar el cese de la actividad, aunque nos la hayan decretado de facto. Por la misma razón, tampoco podíamos mandar a los camareros al ERTE y solo nos quedaba una posibilidad, mandarlos de vacaciones o al paro», denunció.
Frente a esta situación, los titulares de pubs y salas de fiestas reaccionaron de forma airada e instaron a las instituciones a acabar con esta «discriminación» y trabajar en las mismas condiciones que los bares convencionales. «Si abrimos, podremos pagar al menos los alquileres, porque los proveedores nos siguen llegando, aunque permanezcamos con las persianas bajadas y las calles estén prácticamente vacías», se consuela Aparicio.
Los hosteleros trabajarán como los bares convencionales y se comprometen a respetar los límites sonoros
La decisión de una inmensa mayoría de ayuntamientos, que no de todos, de abrir la mano y autorizar la reapertura a unos negocios que se encuentran con la soga al cuello por el Covid-19 choca, sin embargo, con la vigencia del decreto de la consejera de Salud, que echó la semana pasada el candado a todos los locales que trabajan hasta altas horas de madrugada ante el disparo de los contagios. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ya dio un espaldarazo al equipo de Nekane Murga al ratificar estas restricciones al entender que estos establecimientos están detrás de los numerosos contagios que castigan con saña a Euskadi.
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No obstante, la dicotomía salud-economía ha pesado en el ánimo de muchos municipios a raíz de que Eudel plantease al Gobierno vasco la necesidad de mantener el pulso empresarial y ayudar a sostener los miles de puestos de trabajo que genera este gremio. ¿Cómo? Permitiéndoles de forma «transitoria», subrayan fuentes del sector, el regreso a la actividad. En medio de este limbo legal, un gran número de los entre 400 y 500 locales de ocio nocturno censados en el territorio han cursado peticiones a los consistorios para volver a trabajar.
«De forma transitoria»
La asociación de hostelería de Durango, por ejemplo lo ha hecho en bloque. El Agora y Caledonia, dos de los más populares de este municipio, han abierto otra vez sus puertas, mientras que en Bilbao referentes como el Churchill de Sabino Arana y otros del Ensanche se han reencontrado también con su clientela. No obstante, la respuesta municipal ha sido desigual. Hosteleros de Sopela y Santurtzi se han encontrado a las puertas de sus bares con agentes de la Policía instándoles a clausurar sus instalaciones a riesgo de ser sancionados.
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Con estos permisos temporales, recuperan algo de brío sirviendo menús, vermús y copas como cualquier otro bar con el compromiso de respetar los límites sonoros y desistir de montar fiestas. «No tendría encaje legal», esgrime Héctor Sánchez, gerente de AHB. A cambio, los hosteleros podrán trabajar desde primeras horas de la mañana hasta la una de la madrugada. «En la calle no hay mucho ambiente, pero ahora mismo solo se puede sacar algo trabajando de día. Estando en casa las facturas no se pagan y los gastos mínimos los sigues teniendo sí o sí. Si no trabajas, te lo comes todo con patatas», admite Begoña Urain, del Caledonia.
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