

De la 'fan zone' de Amezola al Moma: así se desató la locura entre los hinchas del Tottenham
A las 23.00 horas la tierra tembló en Bilbao y no fue por un terremoto, sino por la alegría de los Spurs
A las 23.00 la tierra tembló en Bilbao. No, no fue por un terremoto, fue por la celebración de los aficionados del Tottenham al ... ver que su equipo ganaba la final de la Europa League al Manchester gracias a un gol en el minuto 42 de la primera parte. «¡Yeahhhh!!!», gritaban los Spurs.
No era para menos. El conjunto londinense no conseguía un título desde 2008. Y en lo que toca al continente, desde 1984. Sus seguidores tenían motivos más que de sobra para darlo todo. En el mismo San Mamés, donde saltaron y brincado hasta la extenuación, el ruido fue ensordecedor y emocionante. También en Pozas, donde los bares eran el escenario de la euforia de los hinchas de la capital inglesa que no tenían entrada. Y en la 'fan zone' de Amezola se celebraba otra fiesta.
En el Moma, la locura se apoderó de los 400 seguidores que siguieron el encuentro en la pantalla gigante instalada por los gestores de la discoteca. Saltos, abrazos y hasta besos a quien escribe estas líneas. «Soy su amuleto», pienso mientras me siguen achuchando. La sala de fiestas cambió este miércoles la música por el fútbol. Fue una grada improvisada en torno a la televisión. Gente de pie, hombro con hombro. Muchos no se conocían, pero daba igual.
Pura tensión desde dos horas antes
La fiesta empezó dos horas antes del pitido inicial en San Mamés. Los hinchas comenzaron a entrar en la sala para irse directos a la barra, a cargar energías. Los ocho camareros atendían a destajo a los aficionados. Lo primeros minutos fueron de tensión pura. El United se acercaba a su portería y los hinchas del Tottenham sufrían. «Eh, eh» , gritaban.
Las emociones se comportaban como una montaña rusa. Lo mismo primaba la euforia, cuando los suyos se acercaban y creaban peligro, o se imponía el temor y se echaban las manos a la cabeza y no querían ni mirar la pantalla. Los había que se daban hasta paseos. Al baño, unos minutos de tregua para su corazón.
Con el paso de los minutos, y viendo que las ocasiones se sucedían a su favor, los 'spurs' se agolpaban más cerca de la pantalla gigante. No estaban en san Mamés, pero querían estar allí y dar ánimos a sus ídolos. «Oh, nooo», se lamentaba un hincha al ver a Romero doliéndose sobre el césped. En cuanto le ha visto levantarse, se ha dado la vuelta y ha pedido una cerveza en la barra.
Cualquier acción sobre el césped la vivieron con ímpetu. Brazos arriba, giros sobre sí mismos para no mirar la pantalla, aplausos... Y de nuevo a la barra. Eso sí, no perdían su sitio. Volvían a su 'localidad' en la sala. Hasta que llegó la locura y la euforia por la victoria. Un día inolvidable para recordar el resto de sus vidas.
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