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María Ángeles y su marido Jesús muestran la foto de Marcelina en el paso a nivel donde perdió la vida.
«Feve y el Ayuntamiento no nos han dado ni el pésame»

«Feve y el Ayuntamiento no nos han dado ni el pésame»

Las familias de las dos mujeres fallecidas tras ser arrolladas por el tren en Zorroza muestran su malestar por la falta de cercanía institucional

JOSÉ DOMÍNGUEZ

Sábado, 25 de febrero 2017, 00:50

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«Estaba como una chavala, ni un dolor de muelas a sus 94 años. Tenía suegra para rato». María Ángeles de la Red recuerda con ternura a Marcelina López, fallecida tras ser arrollada por el tren el pasado 8 de diciembre en el paso a nivel de Zorroza que hay bajo la fábrica de Flex. Iba en compañía de su amiga Gumersinda González, de 87 años y que tampoco sobrevivió al fatal accidente. Sin dormir ni comer, desolados... Han sido dos meses muy duros para la familia, que no deja de preguntarse qué despistó a ambas mujeres en un camino que repetían a diario desde hacía décadas. «Maldita imprudencia...».

Porque esa es la conclusión a la que llegan siempre. «Los mayores a veces se confían demasiado y eso tuvo que ser, porque por prisa seguro que no fue», lamenta. Y por salud, menos. A pesar de su edad, la mujer todavía vivía sola «y lo hacía todo: compra, comida, casa... a lo mucho, la acompañábamos al banco a sacar dinero para prevenir robos».

Su marido, Jesús uno de los dos hijos de Marce, aparenta normalidad, pero ella sabe que «la procesión va por dentro». Les gustaría señalar a un culpable, pero no lo han encontrado. Las barreras estaban bajadas aquella aciaga tarde. «Las medidas en el paso a nivel debían estar bien, todo era legal y no hay más que decir», sentencia la nuera. Por eso, «porque no reclamamos nada», le ha generado una especial desazón «no sólo a mí, a las dos familias», remarca la falta de un gesto institucional con ellos, «un detalle humano, de cercanía». «Feve y el Ayuntamiento no nos han dado ni el pésame, no se han dirigido a nosotros para nada», recrimina, aseveración que confirman los descendientes de Gumersinda.

Con todo, es con el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, Adif, con quien María Ángeles admite sentirse más «enfadada». «Obligaciones no tiene, pero sí un deber con el público», reprueba a la entidad dependiente del Ministerio de Fomento.

«Ya son 21 muertos»

Menos crítica se muestra con el Consistorio, que el pasado jueves se comprometía a negociar con el Gobierno central para avanzar en el soterramiento de las vías incluso a colaborar en su financiación, valorada en 50 millones de euros. Aunque al resultado «es el mismo». El gabinete dirigido por Juan Mari Aburto tampoco contactó con ellos. «Un poco de tacto ya podían tener, por lo menos quedar bien», protesta. Fuentes municipales señalaron, por su parte, que la web del Ayuntamiento ya ha publicado «dos notas de lamento».

Para la asociación de vecinos, sin embargo, derrochan elogios. «Se ha volcado, nos ha apoyado en todo y eso no se lo podremos pagar nunca», agradece. Además, el trágico suceso ha despertado el carácter reivindicativo del barrio, que «ya no va a parar hasta soterrar el tren en Zorroza».

Ella comparte esta exigencia porque recuerda que, al margen de responsabilidades en el fallecimiento de su suegra, los dos pasos a nivel que cortan el centro del barrio entrañan un gran riesgo, «que son ya 21 los muertos». Según remarca, «tenemos que esperar un cuarto de hora a que se levante la barrera y hay personas que, por trabajo u otras premuras, no lo hacen. Además, entre trenes pueden pasar cinco minutos con las vías vacías», lamenta. Eso por no recordar las kilométricas colas de vehículos que se generan en hora punta o autobuses que «dejan de cubrir las paradas altas del barrio al no quedarles tiempo para cubrir el recorrido».

Por todo, De la Red cree que el soterramiento debe ser una prioridad institucional. «Dicen que excavar bajo los pilares de la autopista es difícil, pero algo hay que hacer, y si se tiene que llevar la estación más lejos, que se lleve. Todos estamos dispuestos a ceder para que lo sucedido a mi suegra no vuelva a pasar», reclama. Porque María Ángeles insiste en que a Marce le quedaba mucha vida. De casta le viene al galgo: «Su madre falleció con casi 100 años».

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