«Ningún país europeo permitiría un cierre así»
El mundo artístico, político, comercial y judicial lamenta la desaparición del histórico café de La Granja. La sorprendente clausura del local de la Plaza Circular, tras 90 años, seis meses y ocho días de actividad, sume a la villa en un estado de perplejidad
Luis Gómez
Viernes, 10 de febrero 2017, 02:04
El mundo académico, político, artístico, judicial y comercial de Bilbao lamenta la desaparición de uno de los principales iconos de la villa. Algunos estamentos piden la adopción de medidas urgentes para garantizar la pervivencia de estos iconos.
El director de cine bilbaíno se mostró ayer «indignado» por el cierre del «precioso» café de la Plaza Circular y no se cortó un pelo: «¡Qué horror! ¡Me parece una gran cabronada! Así de claro. Hace años participé, como muchísima gente de Bilbao, en las movilizaciones para reclamar la reapertura del antiguo Boulevard. Ningún lugar de Europa permitiría que establecimientos como La Granja o el Iruña desapareciesen. Ningún ayuntamiento ni Diputación del continente se quedaría de brazos cruzados», explicó a este periódico desde Madrid. El realizador de Tormento insistió en que sería una «vergüenza» que el Consistorio bilbaíno no moviese ficha. «Hay que montar los números que hagan falta y protestar ante quien sea, porque los ciudadanos no podemos consentir perder un lugar tan maravilloso y antiguo. La Granja es una pieza de museo», subrayó Olea, que reclamó el apoyo financiero de empresas «como Iberdrola» para el mantenimiento de un local donde ha pasado «tantos ratos agradables.
Jon Ortuzar cuenta los días que le quedan como director al frente del Palacio Euskalduna, pero reconoce que ayer se desayunó con un «horror» de noticia. «Estamos perdiendo los símbolos de Bilbao. Mantener los iconos es importante para reafirmar las señas de identidad de una ciudad. Perder La Granja será una tragedia», incidió. El Teatro Arriaga y el Hospital de Basurto son, a su juicio, símbolos» que dan personalidad y sentido a una ciudad con tradición», apostilla. «Y en cafés antiguos como La Granja es donde se ha hecho la historia y vida de esta villa, por eso sería gravísimo perderlo», lamenta.
«Aunque llevábamos oyendo mucho tiempo que la situación era delicada, este cierre no es una buena noticia para la ciudad, ni para los vecinos, ni para la gente de fuera. No tiene nada de divertido que un local con tantas historias que contar y tanto glamour baje la persiana. Al final, una de las cosas que hace diferente a una ciudad como Bilbao son locales como La Granja porque le daban un toque diferente, histórico, antiguo y maravilloso de otras épocas», expresa Álvaro Díaz-Munío. El presidente de la organización hotelera Destino Bilbao ve con «una gran pena» la desaparición del café fundado en 1926: «Supongo que así es la vida y que las cosas van evolucionando, pero...». Díaz-Munío siente tristeza y no lo oculta: «Seré uno de los pocos raros que iba allí con mis hijos. No es un lugar de niños, pero lo hizo mi padre conmigo y también lo he hecho yo. La Granja es parte de Bilbao y de las cosas que hay que conocer.
El alcalde de Bilbao tampoco se anda por las ramas y juzga «una pena» que un negocio «tan emblemático» se vea obligado a cerrar las puertas por una causa «exógena». Juan Mari Aburto recordó ayer que en su «época» de diputado de Acción Social utilizaba La Granja como «punto de encuentro» para quedar con su mujer, «tomar un café y charlar un ratito». Cada vez que bajaba al Casco Viejo, sobre todo en fiestas, acostumbraba también a hacer un alto en el número 3 de la Plaza Circular para entregarse a una afición que no perdona: «Disfrutábamos los dos de los talitos», expresó.
Iñaki Goirizelaia coloca La Granja a la altura de El Tilo y el Boulevard, locales tranquilos por donde solía caer por «para leer algún libro», tomar algún café e «incluso» planificar la primera campaña electoral que le llevó a los órganos de dirección de la Universidad. No tiene muy claro que las instituciones deban intervenir en el rescate del viejo café: «Las administraciones tienen problemas de verdad muy serios. Este también lo es, pero las prioridades son otras. A mí lo que me da pena es la respuesta de las personas. Al final, somos los que hacemos que algo funcione o no. Las instituciones están para acompañar. Me apena ver que muchos ciudadanos eligen otros establecimientos y que las grandes redes comerciales y multinacionales de la restauración se llevan una clientela relativamente fácil».
Ana Lobato dirigió durante décadas la antigua zapatería de La Palma junto a su hermano Pepe. La crisis se llevó por delante uno de los negocios históricos de la villa. «Por eso, el cierre de La Granja me supone tanta tristeza que no quiero ni opinar», subrayó. «A primera hora de la mañana (de ayer) me ha mandado una amiga el artículo de EL CORREO, lo he leído y he pensado. ¡Qué pena empezar el día así. Es la historia de Bilbao, pero me afligen demasiado estas cosas.
OJosé Antonio Nielfa La Otxoa, que cerró hace varias semanas su histórico bar de la calle Lersundi, dice que Bilbao ha entrado en barrena. «Se están perdiendo todos los iconos de Bilbao. Estoy asustado de que cada día cierren tres o cuatro sitios emblemáticos», protesta. El artista responsabiliza de esta situación a los dirigentes políticos: «Miran para otro lado. En Buenos Aires hay un café parecido al Boulevard que es una joya. Allí hay colas para verlo porque lo cuidan . Aquí no se cuida nada», censura.
«Mañanas, tardes, noches, amigas, novios, compañeros de trabajo, quedar con apuntes, quedar para desayunar, quedar para comer un menú, tomar una caña, tomar un café, confidencias, esperas, sentada, de pie, a resguardo de la lluvia, compañía, música, fiestas, enfados, reencuentros, invierno, verano, ¿dónde quedamos? en la puerta de La Granja. La vida me llevó a pasar por allí de muchas maneras», expresó ayer la diputada de Administración Pública. «La Granja se va, las experiencias allí vividas se quedan conmigo», reflexionó.
Si hay un hombre que se conoce como la palma de la mano este icono es Marino Montero. Fue 30 años relaciones públicas de La Granja y el Iruña. «Es mi vida. Locales de hostelería sobran en Bilbao porque no tenemos tanta población ni turistas para llenarlos. Pero sí hay que mantener los que ofrecen algo diferente», apunta. Montero lamenta que esta filosofía «se ha valorado y cuidado poco. No ha habido una conciencia ni disposiciones como las existentes en otros países que obligan a mantener ciertas estructuras. No hay respeto por las señas de identidad. Nos quedamos sin referencias», reprocha.
«El conjunto de La Granja, Iruña y Boulevard eran, como se dice ahora en el mundo del fútbol, el tridente mágico. Unos bares con señorío y con una clientela con cierto aire nostálgico y especial. No son locales al uso de los que puedes ver en muchísimos lugares», ensalza el expresidente del Athletic. «Tienen un aire en algunos momentos hasta decadente, pero son absolutamente irrepetibles».
«Es una gran pérdida porque forma parte del paisaje de toda mi vida. Responde a la sociedad y el mundo en el que vivimos. Es el dinero el que hace que pasen estas cosas. Duele por un lado, pero así de dura es esta historia. Parece que es ley de vida y que las ciudades se van a acabar pareciendo entre sí, pero al menos nos quedará la ría», subraya.
Por proximidad a la Audiencia Provincial de Bizkaia, Manuel Ayo es un fijo de La Granja, sobre todo en la Semana Grande. «Me solía pasar por allí a tomar algún pintxo y beber algún refresco con mi mujer». El magistrado no se hace a la idea definitiva del cierre y tiene la sensación de que «a lo mejor es temporal». Ayo cree que la perdida sería muy «importante» para la «idiosincrasia de la ciudad».
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