«He sido un monógamo sucesivo»
No se ve «mayor» para las fiestas, pero ahora prefiere el día. «La noche, mejor con la luz encendida»
Luis Gómez
Sábado, 24 de diciembre 2016, 02:54
Barea se siente el «fruto» de las mujeres con las que ha vivido.
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¿Se ruboriza si le confieso lo bueno que es?
Ja, ... ja. Un poco sí, pero, por otro lado, me agrada.
¿Dónde pondrá el premio que le darán con forma fálica?
¿Cuál es ese premio?
Txantxarri de Arrigorriaga.
No sé por qué no hay trofeos planos u horizontales. Es cuestión de planteárselo.
¿Hay que ser muy falso para resultar tan verdadero?
Mi obligación es mentir bien.
¿Daría el pego de lehendakari?
No. Se notaría un montón que dudo y los políticos, por lo visto, no pueden dudar ni decir me he confundido.
¿Es bueno taparse la boca?
A veces, sí. En alguna ocasión me la hubiera tapado y en otras me la hubiera destapado.
¿Tuvo muchas novias?
Sí. Unas cuantas. He sido monógamo sucesivo y no me arrepiento. Y creo que mis compañeras tampoco.
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¿Prefiere que las admiradoras le den la mano o un beso?
Antes no me dejaba besar por timidez. Y cuando digo antes, digo igual hasta los 30 o 40 años. Ahora soy más besucón y también me gusta que me besen.
¿De qué sabe más que nadie?
Ja, ja. De nada. Soy muy buen escuchador. Cuando hay un corro de ocho personas y siete hablan, el que escucha soy yo.
¿A qué concurso concurriría con posibilidades de ganarlo?
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Al ping-pong. Era bueno. Lo prefería al fútbol porque enseguida te toca jugar. No debes esperar a que te llegue la pelota.
¿Por qué votamos a gobiernos que nos engañan?
Somos ingenuos y unos animales de costumbres con miedos ancestrales a que todo se estropee por no seguir la pauta.
¿Con qué comulga sin pasar por la iglesia?
Con la honestidad, con la gente que reconoce los errores, porque a mí también me gusta reconocerlos, con la cabezonería...
¿Haría un brindis al diablo?
¡El diablo somos nosotros! Llevamos dentro esa parte oscura.
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¿Su mayor sufrimiento?
Fobias absurdas que aparecen y desaparecen: claustrofobia, agorafobia, miedo a viajar en avión... Me debilitan. Son como la kriptonita de Superman.
¿Prefiere la noche al día?
No. Ahora ya me alegro con la luz. Antes no me daba cuenta si era de día o era de noche. La noche también la prefiero con la luz encendida.
¿Las fiestas le pillan mayor?
No es que me pillen mayor, es que ya me las sé. He sido un profesional de las fiestas.
¿Qué mujer le enseñó más?
Soy el fruto de las mujeres con las que he vivido. Todas me han enseñado sensaciones, ideas, inquietudes y formas de estar en la vida. Soy la mezcla de todas.
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¿Qué hombre le apasiona?
Los valientes y obstinados. Soy muy poco mitómano.
¿Qué aprende cada día?
Ahora tengo a mi alrededor nietos y me redescubro en esos niños. Como padre joven no acababa de saberlo. Era el terreno de las abuelas y suegras, a quienes odiaba profundamente porque tenían soluciones para todo.
¿Desea llegar a centenario?
Si no me tropiezo con los muebles y no se me olvida el texto, me gustaría seguir trabajando de centenario. Mi padre vivió 97 años, tenía la cabeza despejada y sentido del humor. Hay que envejecer con una cierta alegría.
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