Pedanía burgalesa en la que se produjo el accidente.

¡Ojo!, una peligrosa placa de hielo entre Bizkaia y Burgos

Exculpan a la Junta del accidente de un bilbaíno en la carretera de Vivanco, pese a que el atestado de la Guardia Civil lo achacaba al mal estado de la vía

Ainhoa De las Heras

Lunes, 16 de mayo 2016, 01:04

José Antonio Gutiérrez, vecino de Bilbao, ha recorrido como representante más de un millón de kilómetros desde que hace 35 años se sacó el carné. Nunca había tenido un accidente hasta que el 2 de febrero de 2014 se salió de la calzada tras patinar sobre una placa de hielo en la carretera de Vivanco, CL-629, en el límite entre Bizkaia y las Merindades, en Burgos. Iba a cazar. El siniestro se produjo a las 7.40 horas y la máquina que echa sal en la calzada aún no había pasado.

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Para esa noche había anunciadas heladas. A la vista del atestado de la Guardia Civil, que concluía que el accidente se había debido al estado de la vía y que no había influido la velocidad, José Antonio presentó una reclamación de responsabilidad patrimonial frente a la Junta de Castilla y León por los daños en su vehículo, un Nissan Patrol, que quedó irrecuperable. «Lo vendí a un desguace de Lemoa por 2.000 euros» y, según un baremo, los daños estarían valorados en unos 6.000 euros.

Pese al susto -«el coche pegó un trompo y choqué contra unas rocas; si llega a venir conmigo mi mujer, se mata»-, el conductor y único ocupante sólo sufrió algunos rasguños. «Tuve que llevar dos días un collarín». Convencido de que la Justicia le iba a dar la razón, se quedó helado al recibir la sentencia del juzgado de lo Contencioso-administrativo número 1 de Burgos, que además es firme, no se puede recurrir debido a la escasa cuantía. La jueza exime de responsabilidad a la administración, pese al atestado policial, y atribuye el accidente «a la conducta del conductor», al que ha condenado a pagar las costas del proceso, con un límite de 300 euros.

«Apareció un ángel»

La magistrada, que admite que en estos casos con carácter general suele responsabilizarse a la administración, cita en la sentencia un artículo del Código de la Circulación en el que se recuerda «el deber de conducir con la diligencia y precaución necesarias para evitar todo daño, propio o ajeno», por lo que advierte que el automovilista tiene que manejar el volante «de manera que siempre pueda detener el vehículo dentro de los límites de su campo de visión y ante cualquier obstáculo que pueda presentarse».

Ahora a José Antonio sólo le queda el derecho al pataleo y quiere advertir a otros que se puedan encontrar en su misma situación. Cuando el hombre se encontraba aún «aturdido y desesperado» por el impacto «apareció un ángel». Un agente de la Ertzaintza fuera de servicio se encontró con el golpe y se apeó para auxiliar al conductor. «¡Tranquilo, voy a señalizar el accidente y llamar al 112, hasta que llegue la Guardia Civil!», le explicó. «Fue la salvación. Gracias a él se evitaron otros accidentes», cree José Antonio.

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