Hay que pagar esa tortilla

La tortilla resultante pesó más de una tonelada y midió más de cinco metros de diámetro. Se hicieron con ella 10.000 raciones. Y pareció que efectivamente había récord. "Estoy convencido de que esta tortilla más grande del mundo hará que muchos se interesen por nuestra gastronomía y que vengan más turistas", dijo con total seriedad el alcalde de Vitoria, Javier Maroto.

Sin embargo, la gente de la casa Guinness son estrictos notarios de lo inverosímil. Y han terminado diciendo que el récord no es válido. Que no es un Record Guinness. Y que no va a entrar en el Libro Guinness de los Records. Todo esto es dolorosísimo. Pero tenemos que afrontarlo.

El problema está en la confección de la tortilla y no en su tamaño final, que sí es suficientemente descomunal para Guinness. Lo que no aprueban es que se utilizasen elementos precocinados y se compusiese la tortilla un poco por cuadrículas. Hay que reconocer que la gente de Guinness es de un seriedad extraordinaria. Son los mismos que el 1 de septiembre de 2007 certificaron que el estadounidense Kevin Shelley tardó un minuto en romper con la cabeza 46 tapas de inodoro.

"Me da pena que quieran destruir un proyecto bueno para Vitoria", dijo Senén González cuando se supo que al final no había récord. "Pusimos la tortilla de patata en el mapa nacional e internacional y lo hicimos desde aquí, desde Vitoria", evaluó melancólico el chef, que ha cobrado por lo visto 45.000 euros por el trabajo. Me gusta pensar que estas declaraciones las hizo tal vez sosteniendo una patata y mirándola muy fijo.

Lo que hizo por su parte el alcalde Maroto fue bloquearle los pagos a la organización de la Capitalidad Gastronómica bajo cuyo auspicio se intentó batir el récord. "Sin récord, no hay pasta", ha venido a decir. Han quedado sin pagar 50.000 euros, a cuenta de la tortilla. Y se ha organizado un lío enorme. Se trata de un lío político en el que no se deja de repetir la palabra 'tortilla' lo que es ya de por sí bastante raro. También lo es, si lo pensamos, reunir 16.000 huevos con cualquier intención. Habría que dejar de jugar así con la comida.

Del caso de la tortilla de patata masiva se extrae una lección urgente. Convendría que los políticos no consagrasen todo su esfuerzo al único propósito de darles la razón a Azcona y Berlanga. Para evitar el sainete, ayudaría evitar esa coreografía loca que consiste en venirse muy arriba para saltar desde más altura al charco del localismo. Dicho esto, vayamos a lo importante: quien está haciendo el ridículo con todo esto no es Vitoria, sino Bilbao.

Piénsenlo: sobre la barra queda sin pagar una tortilla de 50.000 euros. Solo el interregno abierto con la campaña de las municipales puede justificar que el Ayuntamiento de Bilbao no se haya apropiado de la ronda a la velocidad del rayo. "Y me cobras también esa tortilla de ahí, pocholo, la que pesa tonelada y media".

Díganme, ¿en qué clase de valores creemos los bilbaínos como sociedad? Solo en uno: el pago indiscriminado de comandas, el lanzamiento compulsivo de billetes sobre la barra. Creo que los candidatos deberían parar la campaña, organizar un gabinete de crisis y hacer una declaración conjunta a la ciudadanía: "Oyes, la tortilla de estos está hecha ya, eh". A continuación podremos seguir con las elecciones, pero más tranquilos, sabiendo que las cosas vuelven a su orden y a la espera de que en Logroño se animen, como es natural, con la copa de rioja más grande del mundo.