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Primer plano del abogado José Javier Ezkerra, 'Txetxu'.

Txetxu, el abogado con pasión por la caza que dejó "una legión de amigos"

Los amigos del letrado de Mungia asesinado le retratan como un "encantador de serpientes" con una especial habilidad para los negocios

Sergio Carracedo

Sábado, 18 de octubre 2014, 00:22

Dicharachero, jovial, amante de la caza, infatigable trabajador Txetxu era un encantador de serpientes, una bella persona con una legión de amigos". Así retrataban personas cercanas al abogado de Mungia José Javier Ezkerra, de 49 años, asesinado en el Valle de Mena el 12 de febrero de 2012. Aquel día se perdió su pista tras comer en un restaurante con el hombre que acabaría con su vida: Doroteo Braceras, Teo, un ganadero con el que mantenía una estrecha relación y que le había solicitado su ayuda para comprar unos terrenos en el pueblo abandonado de Berrandulez de Mena. Después de una acolorada discusión al sentirse engañado por su letrado y amigo, Teo le mató al golpearle en la cabeza con un hacha y una azada. Ha sido condenado a 19 años y siete meses de cárcel.

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"Caía bien a todos. Podía comer con un alto cargo o manejarse entre gente de pueblo», explicaban varios conocidos de Txetxu, algunos de los que integraron las expediciones que le buscaron sin éxito después de que, a las pocas horas de su desaparición, fuera encontrado calcinado su todoterreno ejunto al cementerio de Laukiz, a seis kilómetros de Mungia. El cadáver fue hallado dos meses después en una sima junto al túnel de La Engaña, cerca del pueblo burgalés de Pedrosa de Valdeporres.

Ezkerra tenía su despacho en la calle Colón de Larreategi, de Bilbao. En él llevaba asuntos administrativos relacionados con ayuntamientos, concejos y comunidades de pueblos -algunos, en el norte de Burgos- y también de familia; concretamente, divorcios. Pero si por algo destacaba era por sus profundos conocimientos en temas jurídicos relacionados con la caza, su gran pasión. En los últimos años había dedicado su tiempo libre a la caza menor con "setter" y también al corzo con perros de raza "teckel", afirmaba uno de sus amigos de la cuadrilla de cazadores. Según algunos medios, le compró la cartera de clientes a otro letrado que se jubilaba. Esto le permitió «descollar» muy joven dentro del sector en Bizkaia.

«Una máquina de los negocios»

A sus 28 años, Txetxu, licenciado por la Universidad de Deusto en 1986, empezó a despuntar como «astuto y hábil» abogado en los juicios y a mejorar su nivel de vida. Era «una máquina en los negocios» y «un poco caprichoso», admitían sus amistades. Tenía una moto de gran cilindrada, un todoterreno y un Porsche antiguo muy llamativo «pero nada valioso». Su casa en la urbanización La Bilbaína, en Mungia, estaba decorada con animales exóticos disecados que él mismo ha cazado. Sus conocidos destacaban entonces que adoraba a su familia, su mujer y sus hijos.

«Es un tío más, cordial, amigo de sus amigos y un currante», le describía uno de sus íntimos. Precisamente con él había quedado la tarde en la que su rastro se perdió. Le llamó por teléfono alrededor de las tres de la tarde y le dijo que «en una hora o una hora y diez minutos» -era muy puntual- se encontraría con él en la plaza Campuzano, de Bilbao.

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Sin embargo, nunca llegaría. Como tampoco lo haría a La Bilbaína, la urbanización de 700 viviendas donde residía el abogado con su familia. Allí, José Javier Ezkerra Uriarte era bastante conocido, sobre todo entre los padres que, como él, llevaban a sus hijos al Colegio Francés.

Pronto comenzó a compaginar la toga con el mundo de los negocios. Al parecer, hacía de mediador en diferentes asuntos mercantiles, protocolos familiares o herencias y asesoraba a compañías y particulares. A lo largo de su vida fue administrador de cinco sociedades. En el momento de su muerte, según datos del Registro Mercantil, formaba parte del consejo de administración de tres firmas no relacionadas con la abogacía y era apoderado de otra. Los profesionales que se relacionaron con él le recuerdan como una persona «con talento» y que «recogía a clientes que otros despachos rechazaban».

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Casi mil días después de ser asesinado, el sinsentido de la violencia ha dejado una profunda huella en los allegados a Txetxu, que han seguido con el corazón encogido el juicio con jurado desarrollado en la Audiencia de Burgos.

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