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¿Qué tienen en común un avión que vuela de Tel Aviv a Nueva York y otro que va de Ginebra a La Coruña? ¿Y ... uno que enlaza Amsterdam con Madrid? ¿Y el que se dirige a Montreal desde Barcelona? Pues que todos pasan en algún momento de su ruta por encima de Bizkaia. Imagínense una gran tarta de repostería con la forma del territorio. Y ahora visualicen cómo cada aparato que nos sobrevuela realiza un pequeño corte en el pastel con su trayectoria. El resultado serían miles de fragmentos de tamaño caótico para repartir. Porque cada día, por el dulce cielo de Bizkaia, a elevada altura, cortan las estelas de 141 aeronaves en su singladura hacia destinos, muchas veces, muy alejados de Bilbao: Dallas, Norfolk (Inglaterra) o Jerusalén.
A este número habría que añadir una cantidad muy similar de operaciones que despegan o aterrizan en Loiu. En total, la fotografía que dejó marzo revela que 8.727 aviones pasaron sobre nuestras cabezas en esos 31 días. Eso supone una media de 281 aparatos por jornada. Los que se dirigen a Loiu son vigilados en su aproximación final por los controladores que están en la torre del aeropuerto bilbaíno. Después, cuando están ya más lejos de las 10 millas, pasan al centro de supervisión de Madrid, que vigila también los que atraviesan el territorio en altura.
8.727 aviones
surcaron los cielos de Bizkaia en marzo. La mitad despegaron o aterrizaron en Loiu. El 68% de los vuelos que pasan por el territorio son internacionales, mientras que el 32% es tráfico doméstico.
Los datos de Enaire, la entidad pública que gestiona el espacio aéreo español, constatan que Bizkaia está en mitad de dos importantes autopistas del cielo: la que conduce a Norteamérica desde el Este (Barcelona, Italia, Oriente Próximo...) y la que lleva al norte de Europa para muchos aparatos que vienen del sur (Marruecos, Málaga...). Las aeronaves nos cruzan a gran altura. A algo más de 30.000 pies (10 kilómetros). Y a cualquier hora. También de noche. Sus motores son, a veces, en función de la meteorología y del modelo del aparato, ligeramente perceptibles.
Formar parte de una aerovía tiene su importancia. Además de situar a Bilbao en el mapa, supone que, en cualquier momento, puedes ser un punto de escala en caso de emergencia. Y esto sucede más a menudo de lo que el lector se pueda imaginar. Porque en el sector aeronáutico hay muchos tipos de urgencias. No solo mecánicas. También para desalojar a pasajeros que tienen un comportamiento inadecuado (ebrios) o viajeros que se encuentran indispuestos. De hecho, el mes pasado, dos aviones que iban de Málaga y Gibraltar a Manchester y Londres se vieron obligados a aterrizar en Loiu para desembarcar a dos enfermos (uno de ellos llegó ya cadáver).
«El poder tener un aeropuerto en la ruta que llevas con todos los servicios a tu alcance, siempre te da tranquilidad. Y, en ese sentido, Bilbao es una buena plaza», apunta Javier Madejón, comandante y vicedecano del Colegio Oficial de Pilotos de Aviación Comercial (COPAC).
Pero, ¿cómo se definen las aeropistas? ¿Por qué una determinada ruta pasa por Bizkaia y no por Navarra, por ejemplo? «En principio, una aerovía se intenta trazar de la manera más recta posible», explican desde Enaire. Principalmente por motivos de eficiencia. Hay que recordar que en el sector aéreo, el tiempo invertido y el combustible gastado son auténtico oro. «Pero también es verdad que hay diferentes condicionantes, como, por ejemplo, zonas vetadas por operaciones militares...».
Y, después, hay un componente que tiene un peso nada despreciable y que tiene que ver con la «tradición». Desde el siglo pasado, los aviones han ido siempre guiándose por las radioayudas. «Vamos siguiendo puntos VOR. Así puedes recibir señal de dónde te encuentras para conocer tu rumbo y posición», explica Madejón. Las antenas que proporcionan esta radionavegación suelen estar en los alrededores de grandes ciudades: Bilbao, Santander, Madrid, Zaragoza... En Bizkaia, el principal faro omnidireccional se halla en los acantilados de Punta Galea (Getxo). Pero también es verdad que es un sistema que está perdiendo peso poco a poco. La tecnología embarcada a bordo (principalmente satelital) está revolucionando el sector. «Estamos trabajando para implementar una mayor flexibilidad a la hora de diseñar trayectorias más eficientes», reconocen desde Enaire. La idea es avanzar hacia un modelo que permite a los aviones alejarse de las aeropistas si eso les posibilita ir más directos a su destino.
«Países como Portugal están por delante de nosotros. Allí puedes trazar casi el rumbo que quieras», dice el vicedecano del COPAC. Enaire asegura que España avanza en esa dirección. «Se está haciendo un esfuerzo creciente de adaptación». Pero hay que tener también en cuenta que las aerovías permiten a los controladores ordenar todo el tráfico (cada vez mayor) que pasa por los cielos. Y eso es clave para la seguridad.
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