Unicaja 96-79 Bilbao Basket

Cuerpo en Málaga, cabeza en Grecia

Con el PAOK cómodamente repantigado en una de las hamacas de la playa de Katerini, después de entrenar con una tranquilidad envidiable proporcionada por la liga de su país al retrasar su compromiso del play-off con el AEK Atenas para que pudiera preparar con calma el segundo asalto de la final del miércoles, a los hombres de negro les tocó viajar a Málaga y jugar con uno de los 'cocos' de la ACB y Europa. Nada de centrarse en el griegos y trabajar con vistas a un posible título, sino ponerse de nuevo al tajo y bajar a una mina más oscura que el pueblo noruego de Rjukan, donde apenas llega la luz solar. Había que pasar por el Carpena sin los lesionados Cazalon, Rabaseda y Hlinason y usar el partido como el banco de pruebas de cara a la batalla de Salónica. El Bilbao Basket solo fue una vez por delante y fue con la canasta inicial de Kullamae. A partir de ahí, control y monólogo cajista que dejó claro el desenlace.

Porque a los hombres de negro les costó un mundo atacar a los malagueños y aún más defenderles, sobre todo en la pintura, convertida en una pasarela por la que desfilaban Sima, Kravish y compañía. No paraban de hundirla más solos que Macaulay Culkin en la saga fílmica que le hizo célebre en la piel de Kevin McCallister. Barreiro se ponía las botas, Carter metía con una facilidad pasmosa, al igual que Perry, sin forzar además, cómodos en el parqué. El Surne intentaba sobrevivir, agarrado al corazón de Thijs de Ridder –10 puntos y cuatro rebotes al descanso, la única luz bilbaína–, pero con un 7 de 18 en tiros de dos y un 3 de 11 en los de tres era imposible sujetarse en una de las canchas más complicadas de la ACB.

Mejoría y factor Tillie

Ponsarnau dio muchos minutos a un fallón Kullamae, lo que invita a pensar que Cazalon tiene complicado llegar a Salónica, y repartió juego entre todos sus hombres. Incluso activó a Chacón. El Unicaja apretaba un pelín el acelerador y se perdía en el horizonte. Tampoco se entró con intensidad al partido. Llevar solo una falta a la conclusión del primer cuarto, cerrado con un triple sobre la bocina de Perry (29-17), hablaba a las claras de la actitud defensiva. Mejoró algo en el segundo período, pero el acierto brillaba por su ausencia. Solo De Ridder peleaba contra los molinos –dio el susto con un leve esguince de tobillo que no le impidió seguir– y necesitaba ayuda.

Esta llegó tras el paso por los vestuarios, con los de Ponsarnau 15 abajo (45-30). Amar Sylla dio un paso al frente con ocho puntos, al igual que Rubén Domínguez (5), el equipo apretó en defensa y redujo los porcentajes de acierto del Unicaja. De aquel 41-24 se pasó a un estimulante 56-51. Un parcial de 3-14 dio aire y esperanza al Bilbao Basket, que cuando mejor estaba cometió un par de pérdidas –Gielo y Dragic– y permitió al Unicaja serenarse. Los de negro entraron en el último cuarto diez abajo (63-53) tras llevarse el tercero (18-23), y hasta ahí llegó su resistencia.

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Porque en el cuarto final Tillie pegó con el mazo (12 puntos) y el Unicaja soltó definitivamente al Surne, que vivía de De Ridder y de los chispazos de Jones. Ningún hombre de negro forzó porque el pescado llevaba tiempo vendido y cargado en el camión cajista. Ahora toca recuperar lo que se pueda antes de pisar el infierno del PAOK.