Herrerín y Mumbrú se retan a un Athletic-Bilbao Basket cuando todo pase
Comparten charla y hablan de ilusiones, curiosidades y del modo en que conviven con el error y el éxito
Camiseta blanca con el trazo de un dibujo frontal y fondo de lo que parece ser una foto en blanco y negro de un león en el encuadro que muestra a un sonriente Iago Herrerín desde su confinamiento. Pelo corto y barba arreglada. Comparte media pantalla con Álex Mumbrú, chándal azul con ribete amarillo, pared blanca tras él, también con la barba recortada. Inciativa conjunta del Athletic y Bilbao Basket para que compartan unos minutos de charla, respondan a algunos temas que interesan a los aficionados, se planteen ellos mismos otras cuestiones y abran un poco más sus mundos a ojos de los aficionados.
Cuando Mumbrú va a San Mamés pasa más desapercibido que cuando Herrerín lo hace en Miribilla por razones evidentes de aforo. Ambos se estrenaron en las antiguas fortalezas. El técnico en el palco de la vieja Catedral y el portero en el BEC, que desvela que nunca ha visto perder en directo a los hombres de negro. «Hay que hacerle socio honorífico, que venga siempre», salta el barcelonés. Buenos son los entrenadores en su relación con las manías y supersticiones. Cuando es el meta el que se acerca por el basket acaba pisando parqué y lanzándose sus tiritos a partido acabado, cuando las gradas quedan vacías.
«Los deportes de pelotita siempre me han gustado. Cuando veo al Bilbao Basket me lo paso como un enano», dice al tiempo que defiende su buena mano cuando Mumbrú dice verle como un buen base «por cómo dirige y habla al equipo cuando le organiza en el campo». «Cuidado que también soy buen triplista», se vende el portero. Dos deportes interconectados. En Miribilla ocupa una parte fija «los martes después de partido. Jugamos al fútbol con una pelota de espuma para no hacernos daños y el soporte de la canasta hace de portería, sin porteros». En Lezama la canasta también es útil. «Jugamos bastante y he de decir que tenemos buenos tiradores en el equipo. Los porteros las usamos para algunos ejercicios específicos, lo mismo que cuando estamos en el gimnasio y adaptamos algo a modo de canasta».
Peinar balones
Mumbrú recuerda la tradición madridistas de enfrentar a los equipos de fútbol y baloncesto en una doble pachanga anual y comparte el testigo con Iago Herrerín para un Athletic-Bilbao Basket cuando la pandemia sea historia. Por cierto, el rojiblanco tiene claro de que pondría a su amigo para jugar al fútbol. «De portero por la altura, está claro. O si no arriba del todo para peinar balones colgados y rematar».
Hablan de lo que supone el sentimiento Athletic en la sociedad. Mumbrú es barcelonés. Reconoce que llegó aquí «para dos años y llevo diez». Sus tres hijos más jóvenes nacieron aquí «y van al cole con la camiseta del Athletic. Es una religión, algo genético. Es imposible que un niño de Bilbao no sea del Athletic. Eso provoca que todo el mundo quiera jugar al fútbol, aunque el baloncesto ha conseguido hacerse su pequeño hueco. Gastan mucho en cantera, formadores y ojeadores. Se parece al Joventut cuando yo salí de allí».
Bromean y tratan de llevarse el ascua a su sardina cuando se plantea el tema musical. Mumbrú aboga por el producto nacional. Sus grandes amigos Leiva y Quique González en lo más alto de su playlist, en la que tampoco falta La MODA. Herrerín se define como mucho más transversal. «Que sea un buen tío no quiere decir que tenga buen gusto», dispara el técnico. «Hombre para hacer bici y ejercicio necesitas algo duro. Después puedo ir de Guetta a System of a Down o Limp Bizkit», matiza el portero.
A estas horas Bilbao estaría bajando su persiana para concentrarse en la final de Copa de mañana en Sevilla. «A ver si podemos disfrutar de ella y que tu paradón del penalti en Elche acabe con un título», desea Mumbrú. «Fíjate, debuté en el Athletic en Anoeta como local, una cosa rara. Si la ganamos algún tatuaje caerá seguro. Y con Núñez hemos quedado en pintarnos el pelo de amarillo». Porque nada como una gesta para sentir la plenitud del deportista. Herrerín se queda con «el día de mi debut, con lo que todo niño sueña, y cuando ganamos la Super Copa. Llegamos a las cuatro de la mañana y Lezama estaba a tope de gente. Lo del día después, espectacular». El preparador catalán rebobina hasta cuando fue campeón del mundo en Japón «en 2006. España no había ganado muchas cosas y estábamos allí solos en Saitama». Y grapa a ese recuerdo «la plata olímpica contra Estados Unidos».
Eso da pie en la conversación a que se hable de mitos, de ídolos en el mundo de la canasta. Herrerín asume antes su 'frikismo' con las zapatillas. «No sé cuántas tengo de basket, seguro que más de diez pares». Él tira más por una razón de edad hacia Kobe Bryant «y por su fortaleza mental, lo positivo y ganador que era». Mumbrú conoció en persona a Michael Jordan al que no duda en catalogar como «el mejor deportista de todos los tiempos».
La conversación dio para mucho. Compartieron experiencias de vídeos como la herramienta más usada en el deporte actual, las rutinas previas a los partidos y del aspecto mental que afecta a un deportista de élite. Así, Mumbrú se interesó por cómo gestiona Herrerín los errores «porque a los porteros se os acribilla por una jugada. «Es la vida del portero. Lo he hablado mucho con Iraizoz, Kepa y Unai. Todas las reglas nuevas van a peor para los porteros. La cámara lenta nos mata, porque las imágenes son muy visibles y hasta parecen cómicas. Y aunque no le prestes atención a las redes sociales puedes estar leyendo sobre una anchoa de hace cinco años. Necesitas la virtud mental de saber convivir con el error», le aclara Iago.
Se despiden deseándose salud. No hay nada más valioso, pero no sólo ahora con la maldita pandemia. «Esperemos que nos nos obliguen a hacer una locura, que siempre tengamos asegurada la salud», desea Álex Mumbrú. «Sí porque sin salud tampoco hay deporte. Ojalá tengamos que raparnos o teñirnos para celebrarlo con nuestra gente», concluye Iago Herrerín. «Y no nos olvidemos de la pachanga pendiente cuando esto acabe». La habrá.