Bilbao Basket 72-65 PAOK

Un tesoro de siete puntos para Grecia

Había mucha electricidad estática en el ambiente, algo diferente, propio de noches para el recuerdo. Miribilla dejó de ser un pabellón para convertirse en un gran abrazo protector, en un amalgama de emociones, pasión, ruido y esperanza, ingredientes de los que se alimentó el equipo. Aquello ya no iba tanto de baloncesto, de sistemas, jugadas y 'trampas', que también, sino de entender el contexto, la situación, manejar los cuadros de ansiedad, controlar los nervios y competir con la cabeza despejada, no venirse abajo en las crisis puntuales y aprovechar las rachas para hundir los colmillos del lobo en la yugular griega. Una vez saboreada la sangre, el hambre aumentaría y despertaría la sed de gloria. Y esta se manifestó en forma de triple en los diez minutos iniciales.

Porque así abrió la final el Surne, con cinco triplazos. ¡Boom! Llovía plomo bajo el techo de Miribilla, más caliente que el Valle de la Muerte. Dos veces Frey, Gielo, Dragic y Ali dieron la bienvenida al PAOK con mucha metralla más allá del arco. De hecho, así llegaron los 15 primeros puntos de los vizcaínos. De dos no entraba nada –cuatro de 15 al descanso, tres de ellos mates–, pero la vida era más fácil cuando se observaba por la mira telescópica y se daba en la diana. Se fueron 12-2 arriba los de Ponsarnau, vino y rosas, aunque era de esperar que los griegos reaccionaran. Henderson daba problemas, con la metralleta Bartley y el director Reynolds controlados, pero los bilbaínos jugaban con la bilirrubina por las nubes. 22-12 al término del cuarto inicial y sensaciones inmejorables. Cazalon se hizo daño en uno de sus tobillos, lo intentó y no pudo seguir.

El escenario cambió en el segundo cuarto, en el que el Bilbao Basket se atascó más que un acatarrado y veía el aro del tamaño de una canica. Solo anotaba desde la línea de tiros libres. Así metió 10 de sus 16 puntos –los otros seis fueron mates–, incapaz de jugar con el acierto y la fluidez desplegados al comienzo del choque. El PAOK subió sus prestaciones defensivas, tiró del físico y de un buen Papadakis, quien sin ser letal en la anotación movía bien al equipo. Los griegos se estiraron y llegaron a ponerse a dos (31-29) tras un parcial de 3-10, cortado con un acierto de De Ridder desde los 4,60 y el posterior rebote canjeado por un par de puntos de oro. Los árbitros pitaban raro –ya podría tener el Surne el arbitraje de este miércoles en Salónica– así que tocaba andar en el alambre sin perder el equilibrio.

Un buen Pantzar arregló un poco el marcador con tres tiros libres justo antes del descanso. Los hombres de negro se fueron a los vestuarios siete arriba (38-31) con la sensación de haberse quedado cortos. Pero tras su apagón anotador en el segundo período se podía dar por buena la ventaja. El 2 de 12 en triples lastraba al PAOK, que iba ganando la batalla en el rebote y se hizo con ella (38-44). Daban ganas de llamar a un fontanero porque el atasco se agravó. Solo 14 puntos convertidos, ocho de ellos llegados de tiros libres. Los únicos que consiguieron anotar en juego fueron De Ridder y Ali. El PAOK lo aprovechó para ponerse por delante por primera vez a falta de 2'30 para el final del tercer período y llegó a irse de cuatro (44-48), pero un 8-0 de los locales apagó el fuego.

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Reynolds y Bartley ya no estaban bajo control y hacían daño, sobre todo el base, pero hubo una chispa de locura con el 54-53 que permitió soñar con una victoria más contundente. Una canasta de Pantzar –19 puntos, cuatro asistencias y 20 de valoración–, un triple de Frey, el primero desde el cuarto inicial, y un tiro de dos de De Ridder –magnífico con sus 13 puntos y 10 rebotes– pusieron diez arriba al Surne gracias a un parcial de 9-0 (63-53). De repente se abrió la tierra debajo de las piernas del PAOK, pero unas cuantas pérdidas y bandejas falladas frenaron la cabalgada de los lobos. El equipo tuvo un ataque final para aumentar la ventaja, pero el lanzamiento de Gielo no entró. Para Salónica se piden guerreros sin miedo a morir. Así se construyen los mitos y las victorias memorables.