Victoria del Bilbao Basket ante el Fortitudo Bolonia

Más o menos lo esperado. Confirmadas ausencias importantes en el Fortitudo, la jornada europea

Los boloñeses no tiraron el partido en el parqué, aunque sin Happ, Saunders y Mancinelli son una escuadra escasa de pólvora y ardor guerrero. Pero es algo que al Bilbao Basket ni le iba ni le venía.

Sucedió en el segundo cuarto. El RETAbet secó su pólvora y canjeó los cuatro triples siguientes que lanzó. Los dos primeros de la secuencia remitidos por un Brown que reivindicó su capacidad anotadora en cuanto renunció a meterse en la boca del lobo. Kljajic era uno de los actores secundarios que agradecía los minutos con cinco puntos seguidos y el despegue se hizo inevitable. Parcial de 22-4 en siete minutos. Misión cumplida, partido resuelto.

El Fortitudo se revolvió para llegar al descanso a trece puntos del anfitrión (41-28) y regresó de vestuarios con una tacada de 1-6 que simulaba su retorno al partido. Un espejismo.

Sin tener un día excelso en el tiro, ni mucho menos, la potencia reboteadora y la convicción para buscar lanzamientos de mediano rango recuperaron una versión poco habitual del RETAbet, propia cierto es de medirse a defensas mucho más sólidas que la boloñesa. La nota menos afinada la mostró Jenkins. Dos canastas de dos y ningún triple en diez intentos, con lo que su balance como hombre de negro es de 4 de 21 en los dos partidos que ha jugado. ¿Preocupante? En absoluto. Claro que hubiera sido mejor que enchufara algunos, pero es un debe en el ADN de un tirador que multiplica su peligro potencial de cara al partido liguero ante los del Carpena.

Lo realmente importante es que este grupo reafirma su fe, sabe que puede sacar adelante partidos. Dos triunfos seguidos, tal como están las cosas, es un refrendo al trabajo mientras se adaptan jugadores que son bombardeados con sobredosis de cuestiones tácticas ante la premura de tiempo para que se integren en la maquinaria del equipo. Repartir el minutaje también le sirve a Mumbrú para tener a la tropa operativa, para que algunas de sus piezas se engrasen donde deben hacerlo, en la pista. Y no viene mal que el premio incluya a chavales como Betolaza, sacrificados integrantes del filial que muchas veces son el saco de las frustraciones de sus hermanos mayores cuando las cosas no salen y en la intimidad del trabajo diario apechugan con una parte de carga desproporcionada a su condición.

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