Álex Mumbrú defiende la búsqueda de talento desde la «paciencia y el trabajo»
Expone en primera persona su «madurez tardía» como reflejo de la complejidad que tiene la transición desde la formación a la élite
Transición desde la formación a la élite. Fue el tema desmenuzado durante una hora por Álex Mumbrú ante un aforo de 200 técnicos y amantes ... del basket de toda España vía telemática. Una charla interesante en la que el técnico del RETAbet Bilbao Basket trazó las líneas maestras de cómo ve el trabajo de cantera un club como el de Miribilla. El barcelonés aportó su punto de vista sobre lo que es necesario para modelar el talento hasta hacerlo válido para el basket profesional, un largo, complejo y a la vez apasionante camino.
Sentó como bases fundamentales en las que no profundizó, pero que pertenecen a las exigencias ya en la casilla de salida la existencia de «instalaciones, lo que en Bilbao y Bizkaia no siempre es fácil conseguir», incluyó «la coordinación con los estudios de los jugadores» y la necesidad de «entrenadores profesionales porque la fórmula estar en el sitio justo en el momento indicado no siempre funciona. Hay una parte de suerte, pero la mayor se refiere al trabajo».
Mumbrú se detuvo en aspectos como el talento, que dividió en «innato, psicológico, físico y centrado en la capacidad de trabajo» y recurrió constantemente a ejemplos propios. «Cuando era cadete entrenaba tres veces al día de lunes a viernes y por la tarde doblaba con dos equipos, el de mi edad y el superior». Explicó a su audiencia que apuesta por «la repetición para automatizar» conceptos en lugar de tratar de abarcar demasiadas cosas. También se centró en la incidencia familiar y del entorno en jugadores de corta edad que destacan. «Hay familias que apoyan, otras que meten presión, amigos que pueden hacer perder el foco y meter pájaros en la cabeza. Cada vez aparecen antes los agentes».
En su visión del jugador de formación valora ante todo «la dureza mental», su capacidad para «convivir con el error», lo receptivo que sea el deportista, ya que «el que escucha, aprende» y reconoce la necesidad de tener paciencia porque los grados de madurez varían. «La primera vez que yo fui a una selección tenía 19 años, nunca había antes había ido ni a una catalana. Fui de maduración tardía, como Pau Gasol, que en los Juniors de oro campeones del mundo no tenía un papel destacado y explotó con 21 años en la Copa del Rey».
Tocó otros palos el entrenador de los hombres de negro, como el modo en que encaja un jugador de formación en un equipo si la única premisa es ganar. Se refirió a la necesidad de tener unos mínimos defensivos para llegar a la élite. «Ricky Rubio con catorce años ya era un gran defensor». Y defendió la cultura del pase como argumento indispensable. «Hay jugadores sin tiro, como Roger Grimau o Sada que han sido élite. Otros con básicamente solo tiro y sin bote como Carroll. Pero el pase no se trabaja como se debe. Sin pasarla bien no puedes llegar a lo más alto».
Cribas naturales
Además, en su forma de ver el basket defiende la creatividad, buscar soluciones para cada problema que plantee el juego. «Miquel Nolis ha sido de los mejores entrenadores que he tenido en formación. Hasta los 18 años no nos metía sistemas, casi todo era juego libre en base a ciertos conceptos. Quería dejar decidir al jugador». Ya en la élite, al jugador de formación se le plantearán nuevos retos. «La adaptación a su rol, y al cambio físico que experimenta al empezar a medirse a rivales de mucha más experiencia». Y factores como «la ambición, la fortaleza mental y la criba natural que provoca el físico».
En el turno de preguntas, Álex Mumbrú dijo estar a favor de la creación de «una categoría intermedia en torno a los 18 ó 20 años, el trabajo día a día porque «las genialidades por sí solas no bastan», la inversión en cantera «lo que el Bilbao Basket poco a poco está haciendo» y «la paciencia necesaria para detectar el talento», finalizó.
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