Virtus Bolonia 91-95 Baskonia
Premio gordo a la rebeldía del Baskonia que se medirá al Maccabi en el 'play in'Howard lidera otra conmovedora reacción que reconoce la muy notable Euroliga del equipo vitoriano
Necesita el Baskonia sentir el vértigo de quien se asoma al precipicio. Ahí, a un paso del barranco, se revuelve con el carácter bien justificado ... del escudo y clama su rebeldía a los cuatro vientos. Al margen de otras consideraciones caben pocas dudas acerca de la gran aportación de Dusko Ivanovic a la historia del club. Debe de hallarse en la fortaleza mental con la que forja la leyenda de un equipo indomable.
Virtus Bolonia
Cordinier (-), Hackett (10), Belinelli (15), Shengelia (8) y Dunston (4) - cinco inicial - Abass (7), Dobric (3), Lundberg (18), Mickey (10), Pajola (3), Polonara (8) y Zizic (4).
91
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95
Baskonia
Miller-McIntyre (16), Marinkovic (17), Raieste (-), Moneke (12) y Kotsar (4) -cinco inicial- Chiozza (2), Costello (6), Diez (-), Howard (34), Rogavopoulos (-), Sedekerskis (4) y Theodore (-).
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Árbitros: Ilija Belosevic, Asa Pukl y Amit Balak. Sin eliminados.
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Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 34 de la Euroliga disputado en el Sagafredo Arena de Bolonia ante 9.700 espectadores.
La decadencia azulgrana hasta hace ocho días incitaba a pensar que, quizá a última hora, podría escabullirse entre los dedos la novedosa variante del 'play in' que nutre el sueño del 'play off'. Madrid y Bolonia para concluir la muy exigente fase regular de una Euroliga salvaje. Pues bien. Victoria en el WiZink Center tras remontar quince puntos y triunfo en la ciudad donde hace veintitrés años cedió el bloque del mismo entrenador montenegrino el primer título de le escisión. Una rebeldía que proporciona al conjunto vitoriano dos opciones de cenar en la mesa de los elegidos. Un éxito hasta la fecha teniendo en cuenta el poder de otras entidades que miran al Baskonia desde abajo.

Comprobado queda que al bloque del mariscal no le seducen las tareas sencillas. Requiere el castigo previo para levantarse de modo altanero y revertir los malos presagios mediante una entrega conmovedora y esa forma de entender el baloncesto como un descenso a tumba abierta sin frenos. Parecía que el Virtus iba a romper la maldición de seis derrotas consecutivas en la noche más inconveniente para el Baskonia. Lo mostraba con el 51-38 al borde del descanso y una superioridad real sobre el parqué.
El grupo de Luca Banchi, como otros este curso, desnudaba la vulnerabilidad azulgrana en la retaguardia. El Virtus castigaba, y no causa sorpresa a estas alturas de la campaña, los cambios defensivos y el escaso vigor visitante para cerrar el rebote. Y crecía con el mando en plaza de Hackett y la anotación desbordada de Lundberg junto al endurecimiento en la zona propia de Dunston, mastín de barba ya cana. Así que un equipo vitoriano bastante mejor adelante que atrás se agarraba con las anotaciones constantes de Marinkovic, ese Howard que reeditó más tarde otro de sus ya conocidos estados paranormales y Moneke. El 'cuatro' que ejerció de salvavidas en el epílogo del segundo cuarto para que el conjunto vitoriano llegase vivo al muelle del intermedio.
La revolución de los cinco
Tampoco hay mucho debate abierto en torno a cómo Dusko se cuece a gusto en su propia salsa. Cuando la épica reclama la ocupación de todo el escenario él manda a los suyos que aprieten los dientes hasta redondearlos si hace falta y se encomienda a los discípulos con los que compartiría su última cena. Y encontró en McIntyre, Howard, Marinkovic, Sedekerskis y Costello a los gladiadores con quienes retaría al mismísimo César.
Claro que alguien había de asumir el protagonismo y a nadie extraña que el evangelista San Markus se prestara gustoso de nuevo. Volvió a imbuirse en ese estado de trance por lo que todo se ve posible con él. Y como sus infinitos recursos ofensivos trascienden el asombro de su puntería lejana, ayer decidió morder el ánimo italiano a base de esas penetraciones por las que un tipo menudo sortea las aspas hiriente de los gigantes.
Incluso pese a su pirotecnia luminosa a la vuelta de los vestuarios tuvo que remar una vez más y con brío el Baskonia. Shengelia atacaba a Moneke y Belinelli estiraba la renta hasta los diez puntos (64-54, minuto 25). Y entonces decidió Ivanovic que no hay campo de batalla sin su soldado universal. Alineó a Sedekerskis, que formó una pareja mucho más intimidadora junto a Costello, y fio la bendita revuelta a la seriedad defensiva que tanto se añoraba y a la inspiración casi perenne de su escolta inaudito.
¿Sólo esos valores? En absoluto. Cuando se requieren más intérpretes principales no es McIntyre un actor que se esconda. En Bolonia aún estarán recogiendo los trozos que esparció sobre la cancha el lobo estepario con el filo de su cuchillo vertical.
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