Valencia 125-128 Baskonia

El Baskonia firma una clase magistral de equilibrismo sin red

Así fue el epílogo de un partido casi eterno, con un Baskonia convertido en una tropa de hombres pequeños tras la renuncia a jugar con 'cincos' puros en la segunda prórroga. Se la jugó el preparador vitoriano y su equipo le devolvió una maniobra magistral de equilibrismo sin red con la magia de Markus Howard, el empuje incansable del capitán y la resistencia de Forrest en un puesto de base que maneja casi en solitario. La exhibición del pequeño escolta azulgrana devolvió esa versión excesiva de un jugador siempre necesario, que se rehace a lo grande en una temporada con su buena carga de tragos amargos.

Los once puntos de Howard en la primera prórroga se coronan con un triple final que devuelve al Baskonia la fe de que la se había despojado después de malograr un cierre de partido claro a la conclusión del tiempo reglamentario. El triple de Montero que mandó el partido a la primera prolongación con un 94-94 fue un disparo al maltratado corazón de un equipo vitoriano convertido en una calamidad en los segundos claves. Era el reverso más desesperante del conjunto azulgrana, el de los saques de fondo mal ejecutados, el de los despistes defensivos flagrantes y la falta de temple y raciocinio. Todo, encarnado en ese intento de canasta a aro pasado de Samanic cuando lo que tocaba con once segundos por jugar y un 91-94 a favor era quemar el reloj o esperar una falta del Valencia Basket. Tras el empate taronja, las caras de muchos jugadores baskonistas eran la de un grupo que sabía que iba a perder tras ver cómo se escapaba el triunfo de entre los dedos.

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Menos mal que todavía quedaban guardianes de la fe, con San Markus dispuesto a rehabilitar a cualquier converso, la firmeza pétrea de Sedekerskis y la pausa de Forrest, el hombre que nunca tiene prisa y que volvió a desplegar su amplia gama de recursos en las penetraciones. El Baskonia se puso de nuevo en pie sobre estos tres cimientos en dos prórrogas que alargaron un partido de época, que arrancó en la hora del vermú y casi empalmó con la merienda. Un triunfo que no tiene asidero racional por donde cogerlo ni falta que le hace. Un puro goce de los sentidos con el que la escuadra azulgrana reaviva la carrera por subirse a los play off.