¿Por qué triunfó Hansen donde Stauskas ha fracasado?
La marcha del canadiense del Baskonia despierta en la memoria lo parecidos que fueron los inicios del exterior de Utah y cómo el supo ganarse la confianza de Ivanovic
Bien mirado, tienen hasta un cierto parecido físico. Travis Hansen y Nik Stauskas, Nik Stauskas y Travis Hansen vienen a ser las dos caras ... de una misma moneda, separadas por 15 años, en la historia del Baskonia.
Dentro de la nómina, larga como la noche austral, de 'estrellas' de la NBA que han intentado brillar en el Baskonia, puede que el caso del joven mormón de Utah que llegó a cubrir el gran vacío dejado por Andrés Nocioni en su marcha a los Bulls sea el caso paradigmático. Travis Hansen conquista la memoria colectiva al pensar en Nik Stauskas y su desvinculación del Baskonia. ¿Por qué triunfó el mormón donde ha fracasado el canadiense? O lo que es lo mismo: ¿Cómo logró Hansen reconducir sus fricciones con Ivanovic?
En sus primeros compases como azulgrana, el yankie llegó incluso a quedarse sin ficha. El club necesitaba poder incorporar a un temporero que cubriera una lesión de Prigioni. Esa fue la razón oficial. Su bajo rendimiento, los roces con el entrenador -el mismo que ahora- y una complicada adaptación al baloncesto europeo pesaron más, en realidad.
El de Mississauga, que ha terminado peor, nunca ha salido de la convocatoria. La confianza en su talento ha sido absoluta. ¿Por qué, entonces, un desenlace tan diferente?
Tanto Stauskas como Hansen la liaron en una última jugada contra el Real Madrid
Si hasta los dos la liaron gorda en una última jugada. Y ambos contra el Madrid. Stauskas en la ya manida falta a Campazzo. Hansen, en la Supercopa de Málaga'04. Fue la primera en la que participó el Baskonia. Últimos segundos de la seminifinal y en un apagón generalizado, el de Provo (allí nació Hansen), bloqueado, al no saber ni a donde sacar de banda, decide intentar pedir un tiempo muerto desde la cancha. Todo muy NBA, muy peli de Hoosiers, pero al margen del reglamento Fiba.
Dicen que Dusko se lo habría comido allí mismo. ¿Qué hizo que luego le recuperara para la causa, que acabara por darle minutos más que importantes y que llegara a ganar títulos con el Baskonia? Pidiendo el comodín del montenegrino: defender, que siempre funciona.
Eso y entrenar, entrenar y entrenar. Así levantó la Copa del 2006 y, quizá más complicado, llegar a ocupar el hueco dejado por Nocioni y salir airoso de la primera Final Four de Moscú 2005. La que se perdió en el partido definitivo contra el Maccabi.
Una vida pescando en el caladero USA
Claro que la de Hansen no fue ni la primera vez que se traía una americano; ni la primera que arrancaba mal y mejoraba. Como la de Stauskas no es la primera vez que sale todo rematadamente mal.
Repasando los casos más evidentes, el Baskonia da una de cal y otra de arena con regular frecuencia. Hace mucho acertaba mas y últimamente, todo es más complicado, algo menos.
Obviemos el evidente acierto con Tornike Shengelia, capitán y jugador franquicia de los azulgranas, que llegó desde los Bulls en 2014 y que, a día de hoy, es tres cuartas partes del equipo.
Olvidemos, por ser ecuánimes, la arriesgada apuesta por Lamar Odom. Fue un caso especial. Una de esos lanzamietos que, de vez en cuando, pide el cuerpo y que solo pueden acabar en canastón de medio campo o en sonrojante 'airball'. Y eso que más allá del cuerpo y mente deteriorados del celebrado laker, su mayor problema para adecuarse a Europa habría sido el exceso de talento.
Nadie podrá decir que, durante muchos años, el Baskonia no pescara bien en el mercado americano. Larry Micheaux llegó de Varese tras haber pasado por Kings, Bucks y Rockets. Marchó a Valencia antes de que el equipo se mudara al Buesa (pabellón Araba) desde Mendizorroza. Justo llegaba Ramón Rivas desde los Celtics, donde solo estuvo un año, para convetirse en un icono del baskonismo.
Son dos ejemplos de una época dorada en la que lograr fichar a un NBA, por poco que conociera el juego europeo, se convertía en garantía de exito. Algo que en este siglo es cada vez más difícil de ver. Al menos en la Llanada.
De Long a Jones pasando por Larkin
En la Euroliga, en su formato moderno, han vestido la elástica del Baskonia nombres ilustres como: Art Long, Jordan McRae, Orlando Johnson, Reggie Williams, Chase Budinger, Shane Larkin, Andrea Bargnani, Víctor Alexander, Carlos Arroyo, Predrag Drobnjak, Lionel Chalmers, James Singleton, Sean Singletary, Ben Hansbrough, Lamar Odom, Travis Hansen, Jalen Jones, Darrun Hilliard, Walter Herrmann, Hanno Mottola, Zoran Planinic, Patricio Garino, Nicolás Laprovittola, Sasha Vujacic, Rodrigue Beaubois, Josh Akognon, Kevin Seraphin o John Lucas III.
La lista es tan larga como de desigual su suerte. Algunos, los más nuevos, porque su etiqueta de NBA es más testimonial que otra cosa. Otros, Singleton (que se lesionó de gravedad) o Mottola, por ejemplo, no supieron entender lo que Ivanovic quería de ellos. (Trabajo, pero queda feo decirlo). Lo de Bargnani ya mejor para Cuarto Milenio.
En cambio, Victor Alexander, que conocía el viejo mundo, o la agridulce alegría de un Shane Larkin en los altares de superestrella continental dejan claro que merece la pena seguir faenando aquellos caladeros. Aunque los jugadores quieran regresar de inmediato a EE UU. Aunque sea muy complicado retenerlos cuando llegan las carteras potolas del fútbol o el frío ruso.
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