Tadas Sedekerskis alza los brazos con gesto triunfal tras la victoria sobre el Partizan en el Buesa Arena. Fotos: Rafa Gutiérrez e Igor Aizpuru

Tadas Sedekerskis, el muchacho que llegaba antes que nadie a entrenar

A flote ·

Sedekerskis ha superado a golpe de perseverancia los baches que casi echan a perder «a uno de los mejores aleros de Europa»

Domingo, 26 de noviembre 2023, 00:24

Hasta hace tres temporadas, Tadas Sedekerskis (Nida, 1998) era un diamante en bruto que no encontraba quién le puliera. Atrás quedaba su llegada a Vitoria ... en 2013 después de que el Baskonia se adelantara al interés del Real Madrid y el Barcelona, sus primeras cesiones o sus posteriores experiencias en el primer equipo azulgrana de la mano de Sito Alonso y Velimir Perasovic. El canterano predestinado a seguir el camino de figuras como Luis Scola o Tiago Splitter parecía bloqueado. Tuvo que ser a la tercera tras mucho sufrimiento a escondidas cuando el lituano renació bajo la confianza de Dusko Ivanovic hasta la realidad que es ahora.

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«Es uno de los mejores aleros de la Euroliga». Lo dice Matas Jogela, compatriota, excompañero en el Neptunas y alero del Breogán. El capitán de ojos claros, dentadura perfecta y planta de adonis griego (2,06 metros de altura) ha superado sus etapas de desventura que le llevaron a afirmar en este periódico que el baloncesto le había enseñado «que es mejor no esperar nada para evitar decepciones». Al báltico se le colocaron unas expectativas altísimas. Mucha presión para un joven que a los once años aún no sabía lo que era jugar en un equipo federado.

En la turística ciudad de Nida no había la gente suficiente para armar un club. Tuvo que irse 50 kilómetros al norte, a Klaipeda, donde empezó a competir hasta aterrizar en Vitoria a los 15 años. Se aclimató rápido a las clases en castellano en Corazonistas, los entrenamientos de tres horas de Iñaki Iriarte y la convivencia con jóvenes llegados de todo el mundo. Con Ilimane Diop compartió techo unos meses, partidas a la play y cesión al Araberri. Su baloncesto era meramente ofensivo. «Tenía un talento innato. Se le veía desde que llegó», recuerda el gallego Carlos Martínez, uno de los mayores apoyos en sus primeros años en la capital alavesa.

Arriba, el lituano, en su primera cesión con el Araberri vitoriano. En medio, junto a Carlos Martínez, amigo y apoyo en sus primeros años en Vitoria. Debajo, gesto de ánimo de Sito Alonso.

Acabada la LEB Plata en la temporada 2014-15, Ibon Navarro hizo debutar con el Baskonia a Tadas Sedekerskis en tres encuentros de la ACB. Aquel verano brilló en el Europeo sub-18 para después ser cedido a Huesca, donde haría una gran amistad con Guille Colom. «Íbamos en mi coche a entrenar y se sabía todas las canciones», evoca entre risas el hermano pequeño de Quino, baskonista en 2021. El reggaeton le hizo dominar el castellano, pero todas sus virtudes sobre la pista eran cosecha propia. «Era junior pero no lo parecía. Tenía mucha personalidad, estaba muy preparado, no se escondía y se pegaba con cualquiera», recuerda otro de sus compañeros, Lluís Costa, hoy base del Granada.

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Físico y proyección

«Destacaba por su físico, dominio de balón y su trabajo», subraya Christian Díaz, que también coincidió en Huesca con el lituano. «Recuerdo que pasé la peor pretemporada de mi vida con Quim Costa y Tadas seguía haciendo mucho trabajo de pista extra. 'Tengo 17 años, yo no estoy cansado', me decía tras una triple sesión», prosigue el canario. En la capital oscense, Sedekerskis experimentó sus primeros contratiempos físicos. «Iba para dentro como un toro. En un entrenamiento se hizo daño en la espalda y no pudo jugar el play off. Llegamos a la final y perdimos 3-0. Quién sabe qué hubiera pasado con él», concluye el canario. «Era humilde, hambriento y le encantaba competir. Tenía todos los ingredientes para ser un jugador top», remacha Colom.

A su vuelta a Vitoria, Sito Alonso entendió que podía sacar provecho al joven diamante báltico en el primer equipo baskonista durante la temporada 2016-17. «El primer día jugó casi 20 minutos y metió doce puntos porque el sistema lo requería. Luego cumplió en el papel de defensor. Me sorprendió que después no tuviera continuidad y fuera a otros sitios», rememora el hoy técnico del UCAM Murcia.

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El entrenador madrileño dio la primera oportunidad de verdad a Tadas. Fueron 24 partidos de ACB y 13 de Euroliga que no debieron de convencer a Pablo Prigioni, que le empujó a buscar una cesión para seguir fogueándose en el curso posterior. «Era un jugador con mucha proyección y un buen nivel físico. Podía ser nuestro baluarte defensivo», precisa Albano Martínez, director deportivo del San Pablo Burgos, que se hizo con su cesión. El préstamo no salió bien. «Él no tuvo culpa, fue más por nosotros. Nuestras necesidades de recién ascendido eran muy diferentes a las suyas. Empezamos con siete derrotas y no podíamos tener la paciencia que él necesitaba», reflexiona el dirigente, que destaca «una capacidad de trabajo por encima de lo normal». «No ha llegado solo por talento. Se lo ha currado más que nadie».

Diego Epifanio, el entrenador del plantel burgalés en aquella época, describe la ética de trabajo de Tadas. «Muchos días era yo quien abría el pabellón. Cuando llegaba con el coche, él ya estaba ahí en la puerta. Con las zapatillas en la mano y la mochila, esperando a que le abriera», recuerda el técnico. «Tadas ha tenido paciencia pese a sus idas y venidas. Aquí podía pensar que venía para jugar mucho. Su mérito fue que no exigió jugar más. Quería entender por qué no lo hacía. Era muy respetuoso y tenía unos hábitos deportivos exquisitos. Hacía todos los sacrificios de descanso y alimentación y no creo que saliera mucho de bares. Entiendo que no guarde buen recuerdo. No le pudimos ayudar. La cesión se rompió a los ocho partidos, pero Tadas vivió otra realidad».

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Problemas de espalda

Archivada la corta experiencia burgalesa, el alero de Nida dio el salto al Nevezis de su tierra natal. Mientras, en el Baskonia llegó la dimisión de Prigioni y Pedro Martínez tomó el mando para dar a Rinalds Malmanis los minutos que podían haber sido de Tadas. El club vitoriano decidiría hacerle hueco la campaña 2018-19, pero los problemas en las espalda volvieron y solo le permitieronn jugar a final de ejercicio con Velimir Perasovic.

Fue el segundo año sin continuidad para un joven que salió de nuevo cedido al Neptunas Klaipeda. «Desde los primeros partidos, supe que competiría muchos años en la Euroliga. Es un jugador increíble, nada egoísta. Siempre juega para el equipo trabajaba antes y después de los entrenamientos», recuerda Jogela. La pandemia redondeó el trienio negro. «Es superduro estar casi tres años sin jugar. Fueron momentos difíciles, pero fui capaz de no bajar los brazos con la ayuda de la gente del club», expresó en una entrevista en este periódico Sedekerskis, que finalizó su cesión en el Neptunas y retornó a tiempo para alzar con el Baskonia el título liguero de junio de 2020 en la 'burbuja' de Valencia.

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El club le dio un voto de confianza junto a Kurucs y Raieste en la campaña 2020-21. Fue cortarse los rizos y convertirse en indispensable en la rotación de Dusko Ivanovic. Pero la tercera etapa en Vitoria del de Bijelo Polje acabó en noviembre de 2021 y Sedekerskis fue condenado al banquillo por Neven Spahija en una decisión sin demasiada lógica.

De nuevo, un paso atrás hasta recuperar terreno a las órdenes de Joan Peñarroya. En la fiesta ofensiva de la pasada temporada, Tadas ponía el equilibrio y se sacrificaba en otros aspectos del juego. Ya nada podía parar su crecimiento, tal y como ha quedado confirmado en los primeros meses de un presente curso tormentoso tras la destitución de Peñarroya y el retorno de Ivanovic. Mande quien mande en el banquillo del Buesa, Sedekerskis es ya imprescindible. Su contrato con la entidad de Zurbano concluye en junio. «Yo hubiera puesto los huevos en su renovación a la vez que en la de Howard», apunta un reputado agente de jugadores que prefiere mantener el anonimato. Puede que todavía haya tiempo para hacerlo.

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Las frases

Lluís Costa | Compañero en el Huesca

«Era junior pero no lo parecía. Tenía mucha personalidad, estaba muy preparado, no se escondía y se pegaba con cualquiera»

Diego San Epifanio | Entrenador en Burgos

«No exigió jugar más. Quería entender por qué no lo hacía. Era muy respetuoso y tenía unos hábitos deportivos exquisitos»

Sito Alonso | Entrenador en el Baskonia

«Cumplió en el papel de defensor. Me extrañó que luego no tuviera continuidad en el primer equipo y fuera a otros sitios»

Matas Jogela | Compañero en el Neptunas

«Desde los primeros partidos, supe que competiría muchos años en la Euroliga. Es un jugador increíble, nada egoísta»

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