Samanic pide la renovación a triples
El Baskonia mantiene el tipo mientras dura la efervescecia ofensiva del croata, manso en el rebote propio con el que el Madrid cierra el partido
En su despedida, el Baskonia trató de tapar sus fisuras con diversión. Su apuesta pasaba por mantener el equilibrio y el acierto inusitado del que ... gozó en un primer tiempo acalorado (12 de 16 en triples) o que el conjunto blanco se descompusiera y empezara a pensar en el domingo. Ninguna de las dos cosas pasaron. Los jugadores azulgranas pagaron su dispersión defensiva y los blanco, tendrán este domingo una tarde de descanso con los deberes hechos. Samanic fue el reflejo de la efervescencia inicial y la desesperanza después del cuadro vitoriano.
El interior croata tiene una opción para continuar el año que viene en la capital alavesa. La impronta que dejó en el último día de su campaña de regreso a Europa desde la NBA fue la de un interior con una calidad a raudales que pide otra oportunidad en la élite a base de triples. Con esa mecánica que lo hace aún más plausible.
Recibe a la altura del pecho, no baja el balón y, simplemente de puntillas, sin levantar los pies del suelo, propulsa rápido el tiro. Fue un 3 de 5 en el primer cuarto sin descanso. El más anotador entre los dos equipos en la historia del play off de la ACB. 60 puntos (33-27). La única coincidencia con el primer partido fue la sensación de que Samanic lograba castigar la envergadura de Tavares y que la renta al descanso del Baskonia era insuficiente (56-54).
Grandes acciones sin premio
El Madrid tiene inherente esa dependencia infantil de replicar todo aquello que le fascina y salir ileso. Se apuntaron al bombardeo de triples, a realizar ataques cortos, y se convirtió en un equipo letal a la que se ajustaron en defensa. Con muchos más automatismos del juego, y sensación de ser muy superiores en el colectivo a los azulgranas a lo largo de la serie. Más allá de las diferencias en la valoración (7 madridistas con 13 créditos o más, solo 3 baskonistas, 141-96), hay una circunstancia que lo destapa. Las mejores canastas de la eliminatoria las firmaron los jugadores del Baskonia. Los mates de Raieste y Samanic en Madrid, los alley oops culminados por Hall. Los 'higtlights' para unos, las victorias para otros.
Ya sin tanto acierto en el lanzamiento exterior, el último cuarto fue un festival de tapones blancos. De Hugo González a Howard, de Feliz a Moneke, de Garuba a Forrest y Tavares a Rogkavopoulos. Forzó tanto las acciones porque no encontró otro camino hacia el aro. Si ya parece difícil vencer cuando recibes 112 puntos, lo es aún más concediendo 8 rebotes ofensivos. Moneke y Samanic no lograron contener el mayor deseo del conjunto de Chus Mateo. Tavares falló un tiro libre y Llull le robó la captura al nigeriano. Antes, Campazzo le reclamaba el balón a Garuba, que se jugó un triple que no tocó el aro. El base argentino, en vez de lamentarse, buscó el rebote y le dejó el balón al gigante caboverdiano.
Aún quedaba una jugada, esta vez en el otro aro, que pudo haberlo cambiado todo. Sedekerskis, de nuevo con un papel discreto en la rotación, puso con un palmeo el 103-108 en el último minuto y el Baskonia robó rápido el balón. Rogkavopoulos lideró el contraataque, dobló para Forrest que, con espacio para atacar el aro, sacó el balón atrás para Howard. El triple en carrera que que tantas veces ha levantado al Buesa Arena le hizo esta vez volver a sentarse. No fue esta vez. El alivio llegará con el tiempo, cuando los años difuminen los chascos de este curso. Mientras tanto, ahí estará el Buesa Arena, que demostró que los partidos grandes, que los habrá al menos hasta 2036, siempre se puede contar con él.
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