En un voleo se han jugado ocho partidos. El Baskonia sólo ha perdido dos sin réplica. Frente a Asvel en la Euroliga y ante el ... Zaragoza en la ACB. En el resto y contra adversarios muy fuertes, ha competido hasta el último segundo, y alcanzó una brillante victoria frente al Real Madrid en la competición doméstica. Indudablemente, es un mal balance de resultados, pero no tanto de comportamiento. Dejemos pasar otros ocho partidos para confirmar si las debilidades del cuadro son tantas como parece, o por el contrario puede vivir una temporada de claroscuros aceptable.
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Como era de temer, las lesiones aparecen, nunca son ocasionales ni por mala suerte, son las consecuencia de competiciones muy exigentes. El baloncesto europeo y sobre todo el español, dejará en el camino una ristra de lesiones más o menos graves que se olvidarán. Investigo los motivos de haber llegado a esta situación. Lo primero que me salta a la vista es reflexionar sobre las personas que rigen el destino de nuestro deporte. Hace muchos años los dirigentes procedían en gran medida del mundo de los entrenadores. Eduardo Portela, fundador de la ACB e impulsor de la Euroliga fue técnico; en la FIBA mandó durante muchos años un muy odiado por nosotros que se llamaba Borislav Stankovic. Valgan como ejemplo, pero hay muchos más.
En los últimos ocho o diez años, muchos jugadores pasan del vestuario al despacho, Garbajosa a la FEB, en el presente máximo responsable del baloncesto europeo. La Euroliga está regida por Dejan Bodiroga, que sin ninguna experiencia sustituyó a Jordi Bertomeu, quizás el más brillante directivo español. Y más recientemente, el Chacho Rodríguez pasa de jugador del Real Madrid a máximo responsable deportivo del club.
Otra figura que se ha impuesto son los adinerados empresarios que toman las riendas tanto económicas como deportivas de los clubes. Resta otro grupo también numeroso: aquellos presidentes colocados políticamente por instituciones, brutalmente desconocedores de los intríngulis del deporte.
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Los entrenadores en general no son queridos ni por los jugadores ni por los directivos. Suelen ser un mal necesario responsable de cualquier cosa negativa que ocurra. Uno de los entrenadores más de moda en nuestro baloncesto en una etapa no lejana de su vida fue despedido por sus ideas políticas. La plural experiencia de un entrenador que indefectiblemente ha vivido las dificultades de su club a través de los años, ha negociado el día a día de un centenar de jugadores, ha aprendido a respetar al estamento arbitral y, por último, ha convivido con los medios de comunicación. No me digan que no es una pena que su experiencia sea desaprovechada.
Ningún entrenador aceptaría como normal que 17 jornadas tengan un intermedio de 48 horas. Cualquier sanedrín de técnicos estaría presionando desde hace años para ampliar las dimensiones del campo. Les pongo un ejemplo: la insistente gestión de Aíto García Reneses sirvió para que los jugadores pongan en juego el balón sin necesidad de que lo toque el árbitro. ¡Perdonen, son mis cosas!
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