Maquillaje final que a nadie engaña
El Baskonia aprovecha los minutos del vertedero para suavizar otra dura noche europea de 'rasca y pierde'
Cualquiera que no viese el partido y buscó el resultado a través de una de las múltiples formas modernas de conocerlo pensaría ayer por la noche que el Baskonia compitió, al fin, en el concierto internacional tras tantas capitulaciones de trazo grueso. Pero si supiera que el Armani se pasó gran parte de la velada tomando medidas al equipo vitoriano para hacerle un traje pronto cambiaría esa primera impresión casi agradable. Porque el conjunto local que doblaba literalmente el espinazo al visitante en el minuto 26 (55-28) alcanzó la orilla del muelle sin remar cuando ya veía cerca las luces del puerto.
Armani Milán
(21+19+26+23): Delaney (7), Hall (15), Daniels (13), Melli (13) y Hines (8) -cinco inicial-, Kell (3), Grant (5), Ricci (-), Tarczewski (-), Rodríguez (14), Bentil (6) y Biligha (4).
89
-
78
Bitci Baskonia
(10+15+23+30): Baldwin (16), Marinkovic (6), Giedraitis (12), Peters (8) y Enoch (2) -cinco inicial-, Raieste (2), Granger (4), Sedekerskis (-), Fontecchio (5), Costello (23) y Kurucs (-).
-
Árbitros: Damir Javor (Eslovenia), Uros Nikolic (Serbia) y Piotr Pastusiak (Polonia). Sin eliminados. Señalaron técnica a Spahija (min.19).
-
Incidencias: partido correspondiente a la vigesimasexta jornada de la Euroliga disputado en el Mediolanum Forum de Milán ante 3.400 espectadores.
Ettore Messina decidió en el 36 (81-56) que Melli, Hall y compañía se habían ganado de sobra sus merecidos descansos. Metió en la cancha desde el banco profundo a hombres del meritoriaje y el cuadro de Neven Spahija aprovechó esos doscientos segundos, décimas arriba o abajo, para rescatar el estuche del maquillaje. Así que se aplicó cosméticos con Baldwin a la cabeza (8-22 de parcial en el epílogo) para transformar otra tunda europea en un marcador digno. El resultado definitivo, sí; las sensaciones durante otra dura noche continental del 'resta y sigue' 'o del 'rasca y pierde', no.
Desahuciado hace ya tiempo de los puestos que facultan el acceso a las eliminatorias por el título, el Baskonia ha de recobrar siquiera en parte el respeto sincero que durante tantos años le han profesado los rivales poderosos. Es una cuestión de decoro y honor acometer el tercio último de la Euroliga con el empeño de recobrar el gen competitivo que tampoco ayer mostró en Milán, tan necesario para agarrarse al clavo ardiendo de la ACB. Porque, fiel a su nada aconsejable hábito de entregar el mando al adversario desde el inicio, el grupo vitoriano se mostró derrotado de manera anticipada. El 21-10 del primer cuarto, un tanteo pelotístico a falta de un mísero tanto, evocaba la película ya repuesta tantas veces durante esta temporada de puro desaliento. y ánimos quebrados.
Noticia Relacionada
El uno a uno: Costello, el mejor
A esta versión inaudita por extraña del conjunto alavés le falta confianza, rebeldía cuando aún se pueden revertir los marcadores adversos -no con la causa ya perdida- y baloncesto en ambas partes de la cancha. No hay más que fijarse en el lenguaje gestual de unos jugadores apesadumbrados y carentes de chispa mientras el rival encadena parciales escandalosos o las canastas hechas a falta del sello definitivo que no terminan de entrar cuando el fatalismo forma parte del grupo. Un asunto relevante que confirman los pobres porcentajes de tiro (33% al término del tercer acto).
Noticia Relacionada
El Baskonia o la tortura de nunca acabar
Claro que todo llega como consecuencia de causas anteriores. El mal empezó con el gobierno autoritario de Melli, una tortura para Peters desde el comienzo, quien unido a Hines evidenciaron de nuevo la superioridad interior de tantos rivales que se enfrentan al Baskonia. La escuadra entregada de Spahija fiaba todo a los lanzamientos triples con mucho ruido y pocas nueces y el Armani producía sin prisa ni tampoco pausa. Pero, sobre todo, enseñaba los colmillos atrás con una defensa intensa y móvil que ya supone una celebridad en la Euroliga. Demasiado pegajosa para un adversario a quien se le nubla la vista mientras abre surcos de botes sobre el parqué.
Sólo Costello nutría el tanteador visitante en un segundo cuarto árido y durito de mirar para el espectador. Y menos mal que el 'cuatro y medio' de pasaporte costamarfileño abrió la caja registradora antes del descanso porque de, no hacerlo, a saber con qué puntuación hubiese abrazado el equipo azulgrana el descanso. Fueron 25, otro número ínfimo que recuerda la cartilla de racionamiento ofensivo, producto de un ataque sin el propósito claro antes de que se cierna la bocina de la posesión para un grupo con el depósito de la confianza en la reserva.
Noticia Relacionada
Neven Spahija llegó a ver «buenos minutos» en la segunda mitad
Pues sí, Costello y nueve más. Tan preponderante resultó el papel del interior azulgrana que por unos momentos fugaces soñó la parroquia alavesa con asistir a un desenlace emocionante. El 'gemelo' de Peters se alzó contra la hegemonía lombarda haciendo prisionero a Tarczewski, a quien rompió una y otra vez con penetraciones y tiros. Tal fue su producción que hubo de aparecer un ayer errático Chacho Rodríguez con dos triples al término del tercer cuarto para contener la momentánea efervescencia visitante (60-48, minuto 29).
Otra palmera irreal en un oasis imaginario. No anda el Armani para bromas salvo cuando determinó que la labor -veinticinco puntos de renta (81-56)- estaba terminada. Así que entre los tiros lejanos de Hall y las irrupciones postreras de Delaney le marcó al Baskonia la distancia de seguridad. Las líneas rojas que tanto gusta mencionar a la clase política.
Noticia Relacionada
En otra liga
De hecho, y de no mediar el maquillaje vitoriano y a borbotones del epílogo, la velada iba camino de engrosar el voluminoso volumen de las tundas europeas. Se dignificó el marcador, sí, pero cada cita continental supone un bolo alimenticio derrotista que no hay manera de alojar en el estómago.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión