

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El baloncesto alavés llora la muerte de uno de sus referentes y promotores entre los años 60 y 90. José Antonio Rivera Marcos falleció en ... la tarde del domingo a los 81 años de edad. Lo hizo rodeado de su familia y sin dolor pese a unos últimos años delicado de salud. El funeral tendrá lugar esta tarde a las 19.30 horas en la capilla del Colegio San Viator.
Vitoria pierde a un ciudadano «ejemplar», que «buscaba el beneficio comunitario por encima del individual» y sobre el que existe la convicción unánime entre las personas que le conocieron de ser uno de los habitantes más nobles de la ciudad. Llegó a ella a los 18 años, en 1958, procedente de la Línea de la Concepción (Cádiz), su lugar natal, donde echó en falta las opciones laborales que sí encontró una vez instalado en el barrio Adurza. En la localidad gaditana, de la que nunca perdió su arraigo, realizó sus primeros pinitos en el mundo del baloncesto y los trasladó al banquillo del colegio San Ignacio. Allí se hizo cargo del equipo y fue el organizador del torneo de verano del barrio.
Inquieto y perfeccionista, pasó también por el Desamparados y el Deportivo Alavés, donde fue vicepresidente de la sección de básquet hasta la desintegración de su plantilla, antes de dar el salto al Vasconia (hoy Baskonia) de la mano de Pepe Laso. En octubre de 1969, en el recién estrenado polideportivo de Mendizorroza, iniciaría sus labores en la entidad azulgrana como segundo entrenador. «Era un hombre educadísimo, muy reflexivo y constructivo en la crítica. Era muy leal y fiable tanto en lo deportivo como en lo privado. Un tipo de 10», rememora Laso.
Como el base vitoriano seguía en activo en el Águilas de Bilbao, Rivera tuvo que hacerse cargo del banquillo del Vasconia muchos partidos. Fue igualmente pieza esencial en el ascenso casi ininterrumpido desde Provincial a Primera Nacional del club alavés, del que también fue directivo y responsable de los equipos de categoría provincial, sénior, juvenil y femenino. Además, adquirió un buen trato con el actual presidente Josean Querejeta, al que hizo de intermediario cuando el Joventut se interesó por su fichaje tras su salida del Madrid.
Fuera del club, Rivera empezó como colaborador de EL CORREO en los años 70 para dar visibilidad a las competiciones de baloncesto locales y ejerció de cronista en el periódico relatando las primeras machadas azulgranas durante más de una década, hasta 1983. Pese a no ser periodista, el valor de sus opiniones y trabajos era tal que escribió el libro del 25 aniversario del Baskonia, constituyó la Asociación de la Prensa Deportiva de Álava y colaboró en el Sport hasta jubilarse en 2005.
Entonces se involucró junto a su inseparable compatriota Tomás Gil en la dirección del Centro Cultural Andaluz Séneca. Tras quince años de socio y cuatro al frente de la Hermandad del Rocío, Rivera, alejado de clichés y muy apreciado en la casa regional, promocionó su tierra en Álava hasta 2010. «Era muy respetuoso y estaba entregado a la causa», cuenta Lucas Prados, presidente hoy de un centro que jamás le olvidará. «Allí por donde pasó dejó unas relaciones personales formidables», le homenajea.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La espiral azul que se vio en España lleva la firma de Elon Musk
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.