Mike James, la insurrección del coloso de Rodas

El base aparca su carácter volcánico y vuelve a deslumbrar en Mónaco con un electrizante juego que explotó en la isla griega y el Baskonia

Jueves, 21 de octubre 2021, 09:14

El propio Mike Perry James (Portland, 1990) reconoce que de pequeño no se duchaba porque estaba jugando al baloncesto a todas horas. También al fútbol, ... al béisbol y al rugby, pese a su corta estatura. Un seguidor del Panathinaikos le dijo que era el mejor escolta de Europa y él se molestó. Fue cortante: «Soy base». Un chico de barrio. Siempre en la calle pese al clima frío, nublado y lluvioso de Portland. Rebelde e inquieto. «Pensando que era mayor de lo que realmente era». Inconformista. «Cuando estaba en el colegio quería estar en el instituto. Y en el instituto quería ir a la universidad». Una radiografía de su infancia que también podría ser válida para definir su juego. Las pecas le delatan.

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Son confesiones del propio jugador en el documental 'Caminos Cruzados' que protagoniza con Tornike Shengelia y ha publicado la Euroliga, que no está sobrada de jugadores con semejante talento desbordante. Parecía que le podía perder. Itoudis no le quería ni ver y el CSKA le apartó la pasada primavera pese a tener todavía dos años más de contrato. Llegaron a un acuerdo, rescindió, pero nadie quería correr el riesgo de contratarle. Ha tenido numerosos conflictos allí por donde ha pasado. Vladimir Micov declaró que no era un ejemplo a seguir tras ser despedido de Milán. A Messina no le tembló el pulso. No quería al que fuera el máximo anotador de la segunda mejor competición del mundo del baloncesto en la 2018-2019. James se mostraba incrédulo en Twitter, su red social favorita.

Donde no rehuye ningún debate. Contesta más a los 'followers' que a los periodistas. Su teléfono echa fuego con las notificaciones de Twitter e Instagram. «¿Podéis pagarme 2,5 millones de dólares? Porque, si es así, contad conmigo», escribió recientemente. Una de sus últimas perlas, junto a la imagen de su nuevo ático en Mónaco, en primera línea de Costa Azul. Siempre con su humor sarcástico. Incendiario, en las redes sociales y en la pista. Todo lo que deja a su paso cuando penetra es destrucción. Es escurridizo, no le teme a nada y siempre está con el gatillo siempre preparado. Con el balón y con el móvil.

Perfil bajo inicial

Le costó llegar. Tuvo un perfil bajo en el baloncesto universitario estadounidense y fue completando una línea ascendente en su aterrizaje en Europa. Croacia en 2012 (KK Zagreb), Israel en 2013 (Hapoel Kazrin), Italia en 2014 (Fulgor Omegna). Todo en segundas divisiones hasta llegar a Rodas. Al modesto Kolossos. La isla griega fue testigo de la insurrección del pequeño coloso. 21 puntos, 5.1 rebotes, 3.4 asistencias y 21.8 de valoración promediaba el 1 de diciembre de 2014. Como si fuera la reencarnación del dios griego del sol, Helios, cuya estatua gigante, considerada una de las Siete maravillas del mundo antiguo, fue destruida por un terremoto.

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El día 2 fichó por el Baskonia. Llegaba para cubrir el hueco de Perkins y el futuro traspaso de Thomas Heurtel. Hicieron buenas migas. También con Darius Adams, el sustituto del francés. Hermanos del vértigo. Con Bourousis como figura paternal y la mano abierta de Velimir Perasovic, no sin fricciones, llevaron a los azulgranas a su última Final Four. La cima europea del base de Portland. Los primeros síntomas de madurez corrompida en muchas ocasiones por su carácter volcánico. Más que el de aquel equipo atractivo e inolvidable.

Se fue al Panathinaikos denunciando un supuesto impago del club vitoriano (como Adams). Quintuplicó su sueldo en el OAKA, al que regresó tras un breve paso por la NBA, en los Phoenix Suns y los New Orleans Pelicans. Su caché aumentaba de manera paralela a la crisis del conjunto que gobernaba el inestable Dimitris Giannakopoulos. Prefirieron quedarse con Calathes y Mike James lo entendió. Le declaró su amor a Atenas, «un lugar al que llamar hogar». No lo fue tanto la capital alavesa, donde fue un asiduo a los partidos del Araski.

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«Vitoria es súper aburrida»

«Vitoria es súper aburrida. Me gusta salir y disfrutar la vida. No volvería allí a menos que tuviera una familia o algo así», sentenció. No tiene hijos, solo un perro que parece un lobo al que llama Lord. Y

desde que salió del Baskonia encarna el complejo desafío de domar su naturaleza temperamental y poner su talento desbordante para ponerlo al servicio de un equipo. Dice que el 93% del día está «cantando, riendo y haciendo feliz a la gente». El 7% restante debe ser el conflictivo.

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A sus 31 años, el que fuera ciudadano de Guinea-Bissau, con sus consiguientes problemas legales, pertenece a esa casta exclusiva de los anotadores empedernidos. Su amenaza no solo se limita a la puntería -es el sexto máximo anotador de la Euroliga (16,25 puntos)-, ya que la experiencia le ha permitido desarrollar su visión de juego hasta convertirse en el segundo máximo asistente del torneo continental (5,25), solo por detrás de Heurtel (5,50). Numantina fue su defensa del jugador francés en su largo y polémico proceso de rescisión con el Barcelona.

Mike James no deja indiferente a nadie. O le amas o le odias. En Portland guardan un gran recuerdo de él. Sus amigos de la infancia le apoyaron tras ser apartado del CSKA y le ayudaron a buscar equipo en la NBA. Su inseparable Mo Smith le hizo de agente. Los Nuggets le querían, pero su socio Tony Durant, hermano de Kevin, le consiguió un hueco en los Nets. No se arrugó ante tanto talento. Cumplió con creces en la lucha por el anillo y si el destino hubiera querido que Irving fuera aislado del equipo por no vacunarse unos meses antes, quizás, su ático estaría en Brooklyn. Con James nunca se puede descartar nada. Ni que meta un triple desde el medio campo ni que se enfrente contra el mundo. Se siente de los mejores jugadores de Europa. Le sobra descaro y rebeldía. Solo le faltan títulos.

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