El mal hábito de remar contra la corriente

Por medio luce unos estados de trance que le permiten coserse a encuentros que parecen rotos en su contra minutos antes del descanso. Carencias y virtudes que, hasta la fecha, marcan una trayectoria azulgrana en busca de la fiabilidad. Desde finales de septiembre acumula ya dieciséis compromisos oficiales con un balance negativo de 7-9. Incluyendo en el registro los dos triunfos apuradísimos –prórroga y un mísero punto– dentro de la ACB.

El cuadro de Pablo Laso encaraba anteayer el reto de sumar cinco victorias europeas consecutivas. Después de abatir a los poderosos, aunque inestables, Partizan y Real Madrid más Alba y Milán acudía a Betoño la sucursal alavesa en Estambul. Y la alianza de los tres exbaskonistas sanos (Thompson, Beaubois y Poirier) deparó al Efes la mitad de su anotación. De nuevo otra muestra en carne viva de los problemas y las fortalezas locales. Un duelo de muy mal cariz en el minuto 17 (29-44) que en el ecuador del tercer cuarto hablaba de un bloque vitoriano desencadenado (51-46) tras un demoledor parcial de 22-2. Toda una paliza de frontón pelotístico sin edulcorantes.

El equipo que entrena Laso no ha hallado todavía una línea serena que le evite sus dientes bursátiles de sierra. La escasa tensión en el comienzo de las citas le obliga a remar luego contra la corriente, sobreesfuerzos físicos y mentales que nublan las ideas de sus hombres en los desenlaces. Tal como sucedió el martes frente al adversario turco. Eso sí, también resulta admirable la capacidad azulgrana para aferrarse al parqué y negar las claudicaciones. Contra el Efes lo hizo a través de la energía combinada de Moneke y Rogkavopoulos al término del segundo acto y de una defensa colectiva feroz, capitaneada por Sedekerskis, a la vuelta de los vestuarios. De pronto, el talento sobrado que al rival de Estambul se le cae de los bolsillos derivó en un engrudo de impotencia.

Chima se yergue como el baskonista más apto, junto a Howard, para rehacerse de fases obtusas en muy poco tiempo. Imposible entender la reacción vitoriana sin la vertical valentía del ala-pívot en talla de escolta y difícil de explicar que el conjunto alavés flirtease de verdad con el triunfo sin Howard. En el mundo del golf se aventura un 'doble bogey' después de un 'eagle' que, traducido al tirador inaudito, significa pasar de los 38 puntos que le metió al Lleida al agujero del donut ante el Efes. La terna Sedekerskis-Moneke-Diop, contundente el 'cinco' senegalés en el rebote ofensivo, acercó la posibilidad de la victoria frente a un oponente repleto de talento.

El baloncesto intransferible de Markus centra los debates. Muy difícil ganar sin sus anotaciones instantáneas, aunque las vigilancias especiales que padece abren huecos a sus compañeros. Circunstancia que rentabiliza Forrest, un productor fértil y fuerte en las incursiones hacia la canasta que aún ha de convalidar la asignatura de dotar de fluidez al equipo. Porque la creación con la pista doblada por la mitad figura como una de las carencias alavesas. Y la batería exterior del Baskonia mide hoy su valor ante el peligrosísimo perímetro que componen James –el hombre que tanto se aburría en Vitoria–, Loyd, Okobo y Diallo. Sin despreciar, en absoluto, el potencial monegasco por dentro con Jaiteh, Papagiannis y Motiejunas.

Ambos vienen de perder ante su público. El representante de Montecarlo cayó el martes (90- 98) en su pequeño recinto ante el Estrella Roja de McIntyre y Giedraitis. Se retan hoy el poderío local azulgrana (4-1) con el Mónaco vencedor en Belgrado (Partizan) y Estambul (Efes) y derrotado en sus viajes a Barcelona y Kaunas. Otra batalla en el mapa europeo.