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El partido de la Fontenta se estiró tanto que el Baskonia estuvo a punto de perder el vuelo de vuelta a Vitoria. «No puedo estar ... mucho tiempo, que se me va el avión», advirtió un Pablo Laso acelerado por la tensión de las dos prórrogas y por la presión del despegue inminente. Pero el técnico vitoriano estaba más que satisfecho por haber amarrado un triunfo de gran valor en la escalada hacia el play off, y que estuvo a punto de irse por el desagüe tras la última posesión azulgrana de los primeros 40 minutos.
El entrenador baskonista quiso «felicitar» en público a su equipo «por la capacidad de aguantar el partido», a pesar de haber tenido «buenos y malos momentos». En términos generales, Laso observa a su plantilla «en línea ascendente», a pesar de la última derrota ante el Tenerife y a excepción del choque de la Euroliga ante el Milán. «El equipo está en una buena línea, en los últimos partidos hemos sido bastante consistentes», subrayó Laso, quien recordó que para llegar a las eliminatorias por el título ACB, el Baskonia deberá competir «a este nivel como mínimo». Eso sí, avisó de que la primera plaza que da acceso a los cruces todavía «sigue lejos».
No obstante, el preparador azulgrana lanzó un nuevo toque de atención sobre las desconexiones en sus filas, algo que ya hizo tras la derrota en casa frente al Tenerife. «Era obligatorio jugar en ese nivel de concentración, pero en cuanto lo perdíamos veinte segundos, ellos 'pam', te golpeaban, y el otro día sucedió casi lo mismo», advirtió Laso, quien no pudo evitar cierta decepción porque el alocado final del encuentro, prórrogas incluidas, eclipsara un buen papel de sus jugadores durante buena parte del partido. «Me da pena que no se hable del buen trabajo del equipo durante los primeros 39 minutos, en los que ha estado muy bien», reivindicó.
Eso sí, en esa montaña rusa final, Laso reconoció que hubo dos tipos de jugadores, los «capaces de leer bien los finales» y los que lo interpretaron «muy mal». Una circunstancia determinante en un escenario en el que «una posesión arriba o abajo, una cagada o un acierto marcaban la diferencia».
Por otra parte, el técnico dedicó una especie de despedida a la Fonteta, probablemente en su última visita en partido oficial. «Tengo una sensación especial, más allá de que este es un campo mítico. Yo he jugado aquí, y soy bastante mayor, pero estoy seguro de que el cambio al Roig Arena será para mejor», concluyó.
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