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Basta mencionar su nombre para que los recuerdos mezclen jaquecas pasadas con el asombro, aquellos partidos en los que había que alternar la punzada de ... sufrirlo como rival con la admiración por su maestría. Vassilis Spanoulis fue de esos enemigos recurrentes que casi terminan formando parte de la familia. A lo largo de quince temporadas, disputó 358 partidos de Euroliga como jugador del Panathinaikos y el Olympiacos, sumó 4.455 puntos y levantó tres títulos. Fue una figura legendaria que se midió al Baskonia en 27 ocasiones, con 17 triunfos y 10 derrotas. En el Pireo ajustició en muchas ocasiones a los azulgranas, dejó en el Buesa Arena exhibiciones soberbias y también se llevó alguna que otra bronca de la grada azulgrana.
El verdugo griego vuelve a cruzarse hoy en el camino del Baskonia. Esta vez, 'Kill Bill' viste de traje y lidera el banquillo del Mónaco, que recibe a los azulgranas en el pabellón Gaston Medecin. A sus 42 años, es el tercer técnico más joven de la Euroliga tras Tiago Splitter (París Basketball) y Pierric Poupet (Asvel), ambos con dos años menos. Spanoulis ocupa un banquillo de élite como parte de un plan que parecía ya trazado desde que en junio de 2021 anunciara su retirada como jugador. El paso hacia los banquillos parecía lógico para una mente baloncestística privilegiada como la suya. Un año después del partido homenaje, tomaba las riendas del Peristeri para más adelante asumir el cargo de seleccionador griego en sustitución de Dimitris Itoudis.
El curso acelerado de entrenador no pudo ir mejor. El Peristeri alcanzaría bajo el mando de Spanoulis la Final Four de la Champions League FIBA e incluso llegaría a disputar la final de la copa helena. En paralelo, logró que el combinado nacional heleno amarrara el pase a los Juegos Olímpicos de París 2024 tras una ausencia de 16 años.
El croata Miro Bilan coincidió en el Peristeri con Spanoulis, al que retrata como un técnico 'novato' con poco de inexperto. «Era como si llevara seis o siete años entrenando», recuerda el interior que ahora milita en el Brescia italiano. De aquellos primeros pasos como entrenador, Bilan fotografía un Spanoulis «que tiene muy claro lo que está haciendo y cómo quiere conseguirlo». «En los entrenamientos, hay momentos en los que parece que se va a poner la camiseta y te va a demostrar exactamente lo que quiere», resume el balcánico.
Dimitris Moraitis también estuvo en el Peristeri bajo las órdenes de uno de sus grandes ídolos. Hoy en la plantilla del Panathinaikos, el escolta de 25 años recuerda lo poco que le gustaban a Spanoulis los días libres y la exigencia máxima que imponía un entrenador obsesivo por naturaleza. «Si le ves dirigir, entiendes las pasión con la que vive el baloncesto, con intensidad y concentración en cada segundo», subraya.
El salto desde un Peristeri que vive a la sombra del Panathinaikos y el Olympiacos hasta el ambicioso y acaudalado Mónaco se produce tras una espera de seis meses. En junio pasado, Spanoulis renuncia al puesto de técnico en el club heleno tras diferencias con el propietario Filippos Kotsis. El movimiento suena a 'retirada' estratégica a la espera de un banquillo de mayor nivel. El verano se consume con la participación olímpica de Grecia en París y la temporada arranca con el técnico de Larissa en la cola del paro.
Un receso temporal hasta que a finales de noviembre se detecta el incendio en la Roca monegasca que termina con el despido de Sasa Obradovic. El serbio pone fin a tres años en el club después de una discursión iracunda con el propietario Alexey Fedorovich tras la derrota en Liga francesa ante el Le Mans.
El vacío de poder se resuelve con la contratación de Spanoulis, atraído con un vínculo de dos temporadas y opción a una más. El club del Principado valora opciones como Sergio Scariolo, pero al final se decanta por un valor emergente que, además, cuenta con la asesoría de Misko Raznatovic, el representante más poderoso del baloncesto europeo. El mismo agente que tuteló la carrera de Spanoulis como jugador le abre también la puerta a su primer banquillo en la Euroliga.
En su debut en la élite continental, el técnico griego no hereda un equipo en ruinas. Obradovic firma su último partido con el Mónaco con un triunfo en el Buesa ante el Baskonia (75-87) para dejar un balance positivo de seis victorias y cuatro derrotas. Spanoulis construye sobre la base de una plantilla sólida en la que se han invertido 14,7 millones en salarios, para colocarlo en el tercer puesto de la tabla continental tras adjudicarse ocho victorias y encajar cinco derrotas. ¿Suficiente? En absoluto. La Final Four es el techo al que aspira el Mónaco.
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