Félix Sancho, el afán de contradecir al refranero

En agosto de 2015, Félix Sancho (Burgos, 1979) hacía las veces de utillero y vicepresidente del club. Acababa de nacer el CB Miraflores y apenas tenían balones para entrenar. Fue el gerente de la inmobiliaria San Pablo, fundada en 2006, el que incentivó el proyecto junto a gente de la casa y montaron un equipo de LEB Oro en doce días. Nunca le tembló la voz. Habló sin pudor de ascender a la ACB a una ciudad que apenas tenía referencias de él y a la que las condiciones exigidas a un debutante le habían negado el ascenso por tres veces consecutivas al CB Tizona.

Lo consumaría a la siguiente temporada, devolviendo la fe a los agnósticos e instalando la ilusión a orillas del río Arlanzón. Nombrado presidente tras la transformación en Sociedad Anónima Deportiva, Sancho ha filtrado a la entidad entre la vieja guardia del baloncesto nacional en menos de cuatro años. Cuenta con una afición entregada, la ayuda de las instituciones y empresas locales y la destreza de Albano Martínez, tirador aceptable pero superior en la dirección deportiva. Con presupuestos humildes, ha configurado plantillas de gran nivel, empezando a poner el ojo en América. Desde Argentina llegó el cubano Jasiel Rivero, verdugo de la derrota del Baskonia en la primera vuelta y cotizado ala-pívot para este verano.

Y es que su modelo recuerda los inicios del Baskonia de Querejeta. Humilde, pero con paso firme y pies de plomo. Ambición, rigor e innovación con un fabuloso equipo de marketing que trabaja con plena libertad y al que el humor y el respeto que propaga su afición le ha hecho ganarse el cariño de sus rivales. Pero la pandemia ha supuesto un serio traspiés a una entidad cuyos mayores beneficios proceden del ticketing. El descubrimiento de asientos vacíos en el Coliseum, recinto de la propiedad de Sancho, ha aplazado el reto de albergar la Copa del Rey, a la que Burgos tenía todos los visos de ser la sede en este 2021.

Pero este emprendedor meticuloso en la alimentación no cayó en el baloncesto por vocación. Él mismo se reconoce como un futbolista frustrado, cuya agilidad bajo los palos fue detenida por dos graves lesiones de rodilla. Le empujaron al mundo de los negocios, pero concienzudo por su apuesta por el deporte y el compromiso con su tierra.

El que fuera alcalde de su pueblo, Villanueva de Argaño, un municipio con poco más de un centenar de habitantes, entre 2011 y 2015, adquirió también la dirección del equipo de balonmano, que sueña con ascender a la Asobal esta temporada, y persigue el que todavía es su gran anhelo, la dirección del Burgos Club de Fútbol. Tras varios años de tanteo, su candidatura perdió las elecciones en diciembre de 2016, cuando los socios decidieron entregarle el club al vitoriano Gonzalo Antón, que lo convertiría en SAD y se desvincularía dos años después.

Félix Sancho persevera en su intención de comprar la entidad blanquinegra, pero sus diferencias con Miguel Ángel Benavente, accionista del Burgos y presidente del extinto y refundado competitivamente CB Tizona, le impiden cumplir su sueño. Los rechazos constantes le han llevado a invertir en Algeciras, con una promoción inmobiliaria en la Costa del Sol y afán de trasladar su éxito al mundo del fútbol. Luchando contra lo que dicen las abuelas de 'quien mucho abarca, poco aprieta'.