Una excesiva tendencia a la épica
El Baskonia exhibió su mejor nivel defensivo y colectivo en meses hasta el final del tercer cuarto, cuando se dejó llevar por las individualidades
A las victorias épicas e inverosímiles se les atribuye de forma errónea la condición de lograrse en los últimos segundos. Para llegar a esos momentos ... cruciales, a esas remontadas irracionales, a esas canastas sobre la bocina que ocupan los puestos más altos en la hemeroteca, hacen falta instantes preliminares que den pie a la epopeya. Es ahí donde pierde el equilibrio el Baskonia. Falto de esa rigurosidad necesaria para llegar a los tramos decisivos con buena compostura y no con la necesidad de recomponerse. A contrapié. Con la sensación mental de que, por un motivo o por otro, llega siempre a remolque.
Esta vez no fue el nivel defensivo. El conjunto de Pablo Laso dio un paso al frente en la retaguardia, colapsó la zona y se encomendó a la falta de acierto exterior de su rival, que acreditaba un 3 de 14 al descanso y no terminaba de castigar las pérdidas azulgranas. Una buena puesta en escena pero con una mala interpretación en la segunda parte. Una desconexión fatal facilitó ese parcial de 18-1 tras el que ya nada sería igual. El Baskonia acusó el mal del mapa plegable. Empezó ordenado pero en cuanto se abrió y desplegó su conjunto, ya le fue imposible volver a colocarlo otra vez igual.
A partir de ese tramo infausto del final del tercer cuarto y el primer minuto del último, la palabra de los jugadores del Baskonia fue el habitual 'déjame a mí, que yo lo arreglo'. Pero ninguno encontró la forma con esos alardes de autonomía que rara vez salen bien. El minuto y medio final fue una buena muestra de ello. Con 78-73 y posesión blanca, Abalde falla un triple bien jugado. Con una buena circulación de balón y bloqueos en cabecera previa a que Campazzo sacara el balón fuera con el gallego liberado.
Nada que ver con el siguiente ataque azulgrana, en el que se acabaron las opciones de victoria. Howard asumió la responsabilidad como es debido por estatus, pero fuera del mejor guion táctico posible. Un intento triple lejano, precipitado y con apenas elaboración que volaba hacia al aro más como un ruego que como un llamamiento a la epopeya. Situación idéntica a la siguiente acción. Con tres intentos de uno contra uno en busca de reducir la desventaja y solo soltar el balón cuando el propósito se antoja inalcanzable, Samanic culminó un triple en balde. La victoria ya tenía dueño y su poseedor le estrecha el margen de supervivencia del Baskonia.
El viernes deberá volver a seguir la consigna instaurada para este play off. Empezar de nuevo y resarcirse es el lema escogido. En eso consiste el periplo azulgrana de Sander Raieste. Hace un lustro que pasó los exámenes de acceso al primer equipo azulgrana, su propia selectividad ante el rector Dusko Ivanovic, pero cada año parece una reválida. Protagonismo discreto de inicio, y destellos cuando se acerca el tramo final. En la primera jugada, fintó el lanzamiento triple al que le falta confianza para ejecutar, remontó línea de fondo y remató con un mate a dos manos que hizo recordar las condiciones físicas que posee. Con una falta adicional señalada sobre Tavares que podía tener su peso en oro en el partido. Lo que es entrar con buen pie.
El Baskonia tuvo más el dominio en el marcador que en el partido. No solo por la consabida certeza de que el acierto se aliaría con el Madrid, sino por las pérdidas constantes de balón (18). 6 en el primer cuarto, 5 en el segundo, cuando llegó a ganar 15-22 (minuto 12). Que el partido estaba bien planteado lo refrendaba la actuación de un Moneke de perfil bajo. Ir de tapado le sienta bien. Ayer sustituyó su familiar cinta del pelo de Nike por la de Kiprun, de Decathlon. Entendió lo que Laso le pedía. El técnico declamaba al descanso paciencia en el juego. «Si tiras rápido, métela». Y eso hizo Cabarrot para poner el 42-46 desde el triple. A partir de ahí, la selección de tiro quedó condicionada. Los caminos al aro llegaban contra Tavares y el desacierto se echó en manos del Baskonia.
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