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No te engañes. La gran noticia del fin de semana en materia baloncestística no es la derrota del Baskonia en la cancha del Unicaja ... o el tropiezo del Barcelona en el Palau ante el Manresa. Meras minucias. Son males que, por una u otra razón, afectan a dos 'grandes' de la Euroliga cuando les toca bajar a la tierra de la competición doméstica. El gran bombazo del que todo el mundo habla es el traspaso de Luka Doncic a los Lakers. La NBA invade el espacio informativo sin permiso previo con una operación que, de entrada, no parece tener ni pies ni cabeza. Que Dallas diga adiós a una 'superestrella' de 25 años para acoger en sus filas a un Anthony Davis ya maduro no lo terminan de entender ni los grandes analistas de la NBA al otro lado del Atlántico.
En una competición acostumbrada al canje constante de grandes nombres, la convulsión está servida. La figura de Doncic vestida con el púrpura y oro de los Lakers parece prologar la jubilación de LeBron James, ya con 40 años. El base que creció bajo la tutela de Pablo Laso en el Real Madrid se mantiene en un discurso políticamente correcto, pero su padre rompe la quietud con una dura crítica contra la gerencia de los Mavericks. Nadie entiende nada, pero todo el mundo opina, toma posiciones y escribe sobre una cuestión que ya es la noticia del año en la competición estadounidense. Una gozada de salseo, aunque tampoco es que suframos mucho por las derrotas de los Mavericks o ese aire decadente que gastan últimamente los Lakers. En plena vorágine, se elucubra sobre los condicionantes económicos de un contrato que se iba a situar en cifras astronómicas la próxima temporada (345 millones de dólares de nada) o la condición física de Doncic para dar una explicación al traspaso. Por hablar, se habla incluso de las diferencias de fiscalidad entre el estado de Texas y California y se hacen estimaciones sobre el dinero que puede llegar a perder el esloveno. Las normas que rigen los límites salariales y este tipo de traspasos son públicas y conocidas, al alcance de todo el mundo. A partir de ahí, los informadores hacen su trabajo y el aficionado toma su posición; desde el que asume el canje como parte de un negocio como aquel que improvisa un velatorio a las puertas del pabellón de los Mavericks. Tampoco faltan los responsables de la franquicia de Dallas, que dan la cara para capear la tormenta que ellos mismos han generado. Suenen o no convincentes, ahí están delante de los micrófonos.
En Europa, asumimos la marcha de Doncic a los Lakers como algo cercano. El esloveno no deja de ser un producto 'nuestro' y, para qué negarlo, haber vestido de madridista también ayuda lo suyo. Servidor entiende la naturaleza de semejante atracción, pero también siente cierta sana envidia ante la convulsión mediática generada. En un ejercicio de imaginación, tratemos de dibujar un movimiento similar en el baloncesto europeo que generara una conmoción similar. Durante la jornada de ayer, el Fenerbahce anunció la incorporación del pívot angoleño Jilson Bango, procedente del Casademont Zaragoza, que ha recibido 700.000 euros por la rescisión del contrato. ¿Notas si se mueve la tierra bajo sus pies? Yo tampoco.
Aquí, en la biosfera baskonista, también tuvimos algunos terremotos en tiempos no tan lejanos: las ventas con la temporada en curso de Brad Oleson al Barcelona o Thomas Heurtel al Efes, la incorporación de Esteban Batista llegado desde Fuenlabrada, el desembarco de Lamar Odom... Ya sé que no es lo mismo que el culebrón Doncic, pero en su momento todos fueron movimientos que ayudaron a agitar al Baskonia y a su entorno.
La realidad es que, de un tiempo a esta parte, la efervescencia del mercado estival da paso a la quietud en los cuarteles de invierno del Baskonia. Y dudo que sea por voluntad propia de los gestores azulgranas. El statu quo queda marcado por las limitaciones económicas y por la rigidez de un mercado en el que incluso los más ricos sufren problemas para encontrar piezas de recambio. En el presente curso, la llegada de Samanic al equipo azulgrana ha sido tan necesaria como tardía. Que el baloncesto europeo es deficitario es algo que muchos en el 'mundillo' reconocen, pero también se escucha el insistente leitmotiv de que hay un déficit inquietante de jugadores. Y mientras se debate sobre el futuro del baloncesto en Europa, el posible desembarco de la NBA, la hipotética ampliación de clubes en la Euroliga o la asignación trianual de sedes coperas o de Final Four, aquí seguimos sin un temporero que poner a prueba mientras calculamos cuántos kilos deberá perder Luka Doncic para triunfar en los Lakers.
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