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La Copa duele al baskonismoEl Baskonia está fuera de la Copa del Rey. Queda la última jornada de la primera vuelta para certificar de manera matemática lo que viene ... siendo un largo adiós. Es un rejonazo al prestigio que se suma al desastre con el que se cerró la pasada campaña y que dejó a la entidad azulgrana fuera de los 'play off' ligueros por primera vez en cuarenta años. En verano ya escuchamos los consiguientes propósitos de enmienda, pero la realidad baloncestística es terca. El Baskonia, en este momento, es un equipo alejado de su reputación histórica. Quedar apeado de la Copa siendo el cuarto presupuesto de la ACB es un fracaso. El resultado del primer parcial de la 'era Laso' es escaso y la temporada parece ahora muy cuesta arriba. Sin Copa, toca seguir peleando en una Euroliga donde el plantel azulgrana está a tres victorias del 'play in'. Más adelante, será cuestión de pedir que se asalte los play off de la Liga ACB. Quedan asignaturas, pero habrá qué ver si el alumno está dispuesto a hincar los codos y estudiar para mejorar sus notas.
A falta de que cuadren las matemáticas, la Copa del Rey se prepara para cerrar la puerta al Baskonia por cuarta vez en las últimas seis temporadas. Suena duro y también es un síntoma de los problemas crecientes del club azulgrana para mantener el equilibrio en dos competiciones de máxima exigencia como la Euroliga y la Liga ACB. De modelos de plantilla, largura, perfil de jugadores, calidad de los cupos de formación y crecimiento de jóvenes talentos se podría escribir mucho, pero hay una circunstancia emocional que escuece lo suyo. La ausencia de la Copa duele en el alma baskonista. Es una herida abierta ya que se trata de un torneo por el que la afición vitoriana siente una especial predilección.
La Copa es preparar con mimo un viaje con meses de antelación, intentar cuadrar calendarios laborales para poder vivir durante cuatro días una experiencia maravillosa en la que ocho aficiones conviven en las mismas calles, en los mismos bares y restaurantes y en las mismas gradas de un pabellón repleto de colorido. La Copa del Rey es el terreno en el que el Baskonia y su fiel afición comenzaron a esculpir su leyenda hace casi cuatro décadas. El matagigantes de la ciudad que no se ve en el mapa y su inseparable masa de fieles. El carácter vitoriano, tan recogido y comedido cuando 'juega' en casa, se transforma en el momento en que toca carretera y manta en dirección a la sede copera. La Copa es la fanfarre Biotzatarrak poniendo la banda sonora gane o pierda su equipo e incluso si la escuadra azulgrana se ausenta, como volverá a suceder este curso. Es el sonido del saxo de Iñaki, el de la trompeta de Arri y una banda orgullosa de sus colores baskonistas, pero siempre dispuesta a poner música a las alegrías y decepciones del resto de aficiones.
La Copa del Rey son seis títulos que engrosan el palmarés baskonista. También es la conga multitudinaria bailada por la afición azulgrana en la final copera de Sevilla 1994, la misma en la que cayó el bravo Taugrés de Manel Comas tras la pelea a mamporros librada ante el Barcelona. La Copa es sentir que el corazón se para cuando Marcelo Nicola vuela hacia el aro rival y algún ángel invisible salva su cuello en una caída aterradora. La Copa es la primera vez en Granada con Pablo Laso de MVP, la segunda cuatro años después en Valencia; aquel fulminante mate de Elmer Bennett sobre Turner y la sensación de que el Baskonia estaba a las puertas de una década prodigiosa. La Copa es llegar al Martín Carpena pensando que nos vamos a comer el mundo y que te mande a casa a las primeras de cambio el modesto Cáceres y José Antonio Paraíso.
La Copa es otra vez Bennett con ese tiro a tabla que rompía el maleficio del anfitrión en la campaña del 'doblete', es Thierry Gadou convertido en base para estar cerca de sorprender el Barcelona de Pesic, Navarro, Bodiroga y una nómina interminable de estrellas. La Copa es darle el reintegro del MVP a Rudy Fernández a modo de premio de consolación para llevarnos el gordo del título a Vitoria. Nevaba en la terminal de Foronda cuando aquel trofeo de 2004 aterrizó en tierras alavesas custodiado por las mejores manos; las de Luis Scola. La Copa es el fiero tapón de Pete Mickeal sobre Berni Rodríguez para certificar el que es, hasta la fecha, el último título copero del Baskonia, logrado en 2009. La Copa es un libro interminable de vivencias y recuerdos para muchos baskonistas. Por eso duele tanto tener que verla por la tele. Confiemos en que alguien se lo haya explicado ya a algunos componentes de la actual plantilla azulgrana.
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