Pujol, Salazar y el cambio de guardia en el Baskonia
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Antes de abordar cualquier venta de jugador, que seguro que la habrá, anunciar de manera pública algún fichaje ya cerrado, que también está en cartera, ... y antes de soltar algún bombazo imprevisto, también posible, el Baskonia ha dado el primer paso en la postemporada con la contratación de Xevi Pujol. El joven alquimista de equipos que ha triunfado en Manresa se compromete para las tres próximas temporadas con la entidad azulgrana. Llega a Vitoria como nuevo secretario técnico para ocupar el puesto de Alfredo Salazar.
El cambio de guardia se hizo público el pasado viernes con una escueta nota de prensa en la que se puntualizaba que Salazar continuará trabajando en el club. Es como si la entidad que preside Josean Querejeta le pidiera a su cazatalentos más reputado que se eche a un lado, pero que permanezca lo más cerca posible. Por si hay que tender un cable, aportar una opinión o recuperar algún contacto perdido dentro de un mercado que reconoce el ojo clínico de Salazar para detectar el talento.
Xevi Pujol entra en el Baskonia por la puerta principal, no como otros integrantes de las oficinas azulgranas a los que uno puede descubrir meses después de su reclutamiento. Poco dado a grandes revoluciones, la entidad de Zurbano apuesta por «una transición generacional», según apuntó el pasado lunes el director deportivo, Félix Fernández, en su balance de la temporada que concluyó hace casi dos semanas. Está claro que la realidad del mercado actual obliga al Baskonia a un nuevo empujón en su área deportiva. Fernández asumió que la nueva cara en las oficinas azulgranas aportará «frescura».
Se supone que es lo que le hace falta a una parcela del club que apenas ha experimentado retoques durante los últimos años. De hecho, Alfredo Salazar es uno de esos colaboradores estrechos que han permanecido junto a Josean Querejeta desde que este último accediera a la presidencia del Baskonia. En aquellos tiempos lejanos de modernización del club, figuras como Manu Mendi en el área financiera o Carlos Izar de la Fuente en la dirección general supusieron una ayuda inestimable para el presidente azulgrana. Ambos ya se jubilaron y recibieron su reconocimiento, pero seguro que siguen aportando alguna luz.

Es el papel que ahora se le otorga a Alfredo Salazar, que también ha tenido en los últimos años a un hombre de confianza y de trabajo constante en la sombra en la figura de Juan Pedro Carzorla. Seguro que hay razones profesionales y personales para abordar un cambio en la secretaría técnica que, lo vistan como lo vistan, tiene también un punto doloroso por aquello de tener que renovar a los clásicos. Tampoco inventemos la rueda: la varita mágica con la que Pujol ha obrado milagros en Manresa tiene poderes similares a los que han convertido a Salazar en uno de los reclutadores con mayor reconocimiento en el baloncesto europeo: olfato, don de la oportunidad, mucho trabajo y máxima discreción. Y luego, cruzar los dedos para que el siguiente contrato firmado emule el recorrido de los Nocioni, Scola o Splitter y no se convierta en un peso incómodo como Musli, Jelinek o Zwikker.
Jugadores y entrenadores tienen su particular relación con los errores. Se puede olvidar un mal tiro o una pérdida de balón fatídica cuando llega la página en blanco de un nuevo partido. Se puede archivar una decisión táctica errónea o un ataque mal resuelto pensando que el baloncesto es una suerte de ajedrez que se juega con piezas que ejecutan a su manera unos garabatos dibujados en una pizarra. El vínculo del director deportivo con las equivocaciones tiene un punto más angustioso. Al fin y al cabo, es un sujeto atrapado entre la presión de unos superiores que quieren resultados y rentabilidad, las decisiones de un entrenador que decide si la apuesta de turno merece minutos o no y el proceder del propio jugador, de naturaleza por lo general egoísta.
Es un torbellino de dinámicas en el que no hay margen de actuación más allá de ejercer de testigo sufriente en un asiento cercano al banquillo. Algunas de las decisiones que toma un secretario técnico en verano pueden quitarle el sueño durante meses. Alfredo Salazar merece dormir a pierna suelta por tantas buenas decisiones tomadas a lo largo de cuatro décadas.
Ahora, le toca a Xevi Pujol aumentar la cuenta de noches en vela que ya abrió en Manresa. Separados por 36 años de edad, a ambos les une que su jefe, Josean Querejeta, también es una persona que duerme poco.
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