Abu Dabi queda lejísimos
El Fenerbahce es nuevo campeón de la Euroliga y Sarunas Jasikevicius logra su primer gran título continental como entrenador. En la Final Four de ... Abu Dabi se coronó la escuadra turca en una cita de baloncesto ultraconcentrado, con dos semifinales y una final de altísimo nivel. Aparte queda el duelo de consolación entre Panathinaikos y Olympiacos, un partido que ni consuela ni aporta nada al espectáculo y que, al fin, parece que podría ser retirado en próximas ediciones.
El formato de Final a Cuatro se mantiene inamovible por mucho que siga habiendo voces que apelan a un play off como vía para dirimir el campeón continental. Así fue en la primera edición del torneo en la temporada 2000-01 y allí estuvo el Baskonia, que pudo forzar el quinto partido ante el intratable Kinder Bolonia de Manu Ginóbili. Desde entonces, ya son 24 ediciones con la Final Four como broche. Poco importa la mayor o menor regularidad mantenida en fase regular o en los cruces de cuartos. Si tienes un mal día, todo se va al garete. Algo así le sucedió al Olympiacos en su cruce con el Mónaco y Bartzokas ahondó en el argumento de las escasas ventajas que recibe el mejor equipo de la campaña regular. Parece, suena y es excusa. El sistema de competición es el que eligen los clubes propietarios, incluido el Olympiacos. Dicho esto, si la mejor liga del mundo, la NBA, resuelve su título con un play off al mejor de siete partidos, ¿no sería bueno imitarlos? Aunque solo fuera por probar.
El baloncesto es, por naturaleza, un deporte que tiende a ser justo con el equipo más aplicado. El formato de Final Four añade cierta dosis de imprevisión y crueldad que también alimenta el 'show' y el negocio. Al fin y al cabo, gusta ver cómo gigantes ultramillonarios ven frustradas sus ambiciones en un solo partido. En la Final Four de 2005 disputada en Moscú, el CSKA se presentaba a la cita como favorito al título sin haber perdido un solo partido. Llegó el turno de semifinales y al Baskonia le dio por rebatir los pronósticos con un triunfo que le llevó a su segunda final de la Euroliga, donde caería ante el Maccabi. La rebeldía azulgrana se aliaba entonces con el formato para reproducir por enésima vez la escena de David contra Goliat y la pedrada en la frente que doblega al más fuerte.
Ahora, entre los cuatro aspirantes que confluyeron en la cita de Abu Dabi no había menesterosos. Armadores del Pireo, herederos de industrias farmacéuticas griegas, magnates de origen ruso con sede en Mónaco y hombres de negocios acaudalados llegados desde la vertiente asiática de Estambul. La 'crème de la crème', alcurnia baloncestística, gente con mucha pasta, acompañados en las primeras filas por personalidades anónimas con turbante. Es el nuevo capital que llega a la Euroliga. Los iremos conociendo.
Ante semejante escenario, a uno le da por pensar lo distante que ha quedado Abu Dabi de la realidad presente baskonista. Si hablamos de baloncesto, ver el derbi del sábado pasado contra el Bilbao Basket y luego pasar a la final a mamporros librada por el Fenerbahce y el Mónaco es como ir de la música de consulta médica al grito de Brunilda que empuja hacia la Cabalgata de las Walkirias wagneriana. Ya no es el talento o la calidad que pueden pagarse con dinero. Son los cuerpos ultramusculados que colisionan, corren sin descanso e imprimen un sello de lo más 'heavy' al baloncesto. Una pelea interminable sin apenas respiro en la que triunfó un Fenerbahce que fue pura roca ante un Mónaco demasiado cuarteado por el individualismo. Ver a Mike James chocar de nuevo contra la barrera que le mantiene alejado del título de la Euroliga invita a pensar si aquel base que llegó a Vitoria desde el modesto Rodas griego no necesitará un Ioannis Bourousis que le devuelva a la tierra de vez en cuando.
El caso es que el Baskonia está, en este momento, muy lejos de acercarse a la exuberancia física mostrada por los cuatro participantes de la Final Four. Es más, ni siquiera representantes españoles como el Real Madrid o el Barcelona pueden colocarse a semejante nivel de 'agresión' física. El club vitoriano alcanzó su última Final Four en 2016, la quinta de su historia. Entonces, el logro tenía mucho de gesta de locos. Hoy, resultaría un milagro volver a ver a la afición azulgrana en la fiesta más exclusiva del baloncesto europeo. Abu Dabi queda lejísimos, pero sí hay que ir... se va.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.