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La concentración de emociones de la Copa del Rey sigue siendo el producto más atractivo que organiza la Liga ACB. La gran reunión de aficiones, ... un pabellón repleto y un título que se reparte después de cuatro días de duelos al todo o nada suponen el gran reclamo del baloncesto nacional. El prestigio deportivo va de la mano con el impacto económico que beneficia a la sede que acoge el torneo cada temporada. En el carrusel de designaciones de los últimos ocho años, Vitoria se mantiene a la espera sin recibir el gran premio.
La Copa del Rey no se celebra en la capital alavesa desde 2017, cuando el Buesa Arena coronó como campeón al Real Madrid, dirigido por Pablo Laso. Desde entonces, el torneo del k.o pasa de largo para cambiar la geografía copera, que en su día mantuvo un idilio recurrente con Vitoria. Fuentes consultadas por este periódico apuntan al incremento del canon como la causa principal para enfriar el interés de la capital alavesa por acoger la Copa del Rey.
En la última edición disputada en el Buesa en 2017, la contribución a desembolsar ascendía a 750.000 euros, que aportaron a partes iguales Ayuntamiento de Vitoria, Diputación Foral de Álava y Gobierno vasco. Se trataba de un precio asequible a cambio de un retorno económico garantizado en materia de taquillaje, afluencia de público y ocupación hotelera. En la Copa del Rey que arrancó ayer en Las Palmas, el Cabildo canario ha tenido que cubrir el pago de 1,7 millones de euros. Es el nuevo listón económico que ya alcanzó la Junta de Andalucía la campaña pasada para que la Copa se disputara en el pabellón Martín Carpena de Málaga. En estos parámetros de gasto, todo apunta a que la candidatura vitoriana que siempre sobrevuela la Copa se lo piensa.
Por otro lado, el atractivo del torneo también azuza a los aspirantes. En este punto, la irrupción de Valencia añade todavía más complicaciones ya que viene respaldada por un potente inversor como Juan Roig y el flamante pabellón multiusos que prevé inaugurar en septiembre. El dueño de Mercadona y presidente del Valencia Basket lidera una candidatura copera que negocia la Generalitat valenciana con la ACB que podría extenderse durante el próximo trienio, lo que genera algunas susceptibilidades en otros clubes. En cualquier caso, se da por hecho que, como mínimo, la Copa se asentará en Valencia en 2026 como vía para que Roig comience a sacar chispas a un multiusos que le ha costado 280 millones de euros.
La fórmula actual de fase final con ocho equipos participantes visitó por primera vez Vitoria en la edición de 2000. El Baskonia lanzó en aquel año un capote a la ACB, que tenía que buscar una ubicación alternativa ante los problemas en el pabellón Ciudad Jardín de Málaga, que inicialmente iba a ser el escenario copero. Aquel primer encuentro dio paso al fortalecimiento de la relación con una cadencia recurrente. La Copa volvió a instalarse en el coliseo azulgrana en 2002, 2008, 2013 y 2017. En las ocho últimas ediciones, la Copa ha pasado en dos ocasiones por Las Palmas, Málaga y Madrid, con dos paradas más en Badalona y Granada. De por medio, una pandemia y también un incremento sustancial del canon que debe abonar cada sede a la ACB.
Desde el club azulgrana no se renuncia a organizar una Copa que siempre pone a prueba su capacidad organizativa y también supone un beneficio económico para sus propias arcas. De hecho, estuvo cerca de traer de nuevo la Copa a orillas de los humedales de Salburua en la campaña 2021-22. En aquel curso, la Asociación de Clubes optó por diversificar destinos para conceder la sede copera a Granada, con la Junta de Andalucía como gran apoyo para abonar el canon. Es la misma institución que también ha impulsado la candidatura de Málaga en las ediciones de 2020 y 2024.
La Final Four de la Euroliga de 2019 fue el último gran acontecimiento baloncestístico que acogió el Fernando Buesa Arena. Aquella edición supuso un coste de 5 millones de euros, cubiertos por el propio Baskonia, que puso 1 millón, y las instituciones públicas. Sin embargo, la cita que corona al campeón continental ha entrado en una nueva dimensión tras optar por Abu Dhabi como sede para la presente temporada. La Final a Cuatro abandona el territorio europeo por primera vez después de un cuarto de siglo de vida autónoma tras la ruptura con la FIBA. La elección del pabellón Etihad Arena para que los cuatro mejores equipos del continente peleen por el título de la Euroliga entre el 23 y el 25 de mayo responde a criterios económicos. Desde la capital de los Emiratos Árabes Unidos la apuesta es fortísima ya que se han desembolsado 25 millones de dólares para acoger la Final Four. Y todo apunta a que el acuerdo con la Euroliga puede ampliarse durante dos años más.
Con el éxodo a Oriente, la Final Four de la Euroliga inicia una nueva aventura. La designación de la capital alavesa como sede del torneo permitió en su día cumplir un anhelo personal del presidente azulgrana, Josean Querejeta, y también supuso una excepción en la tónica habitual de grandes urbes que tanto gusta a la cúpula gestora de la máxima competición continental. Tras su paso por Vitoria, la Final Four volvería a capitales con mayor peso económico y demográfico en Europa como Berlín o Belgrado, pero también guardó una oportunidad para Kaunas, de dimensiones similares a Vitoria y también con una tradición baloncestística innegable.
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