Cabarrot le cambia la cara al Buesa Arena: letal en la ACB e implacable en la Euroliga
El francés disfruta del que apunta a ser el mejor momento de su carrera tras protagonizar un pique con Giedraitis que desespera al lituano
Marcaba el reloj las diez de la noche, una hora después de que terminara el encuentro, y un nutrido grupo de niños, acompañado de otro ... más pequeño de adultos, esperaba la salida del pabellón del último jugador baskonista. Con la capucha coronando su alargada figura, Khalifa Diop correspondió a cada una de las peticiones de los chavales y de los mayores para cerrar una velada en la que su técnico, minutos antes, había alabado su labor defensiva. El estado de ilusión propio de los principios de temporada, en lo que todo son buenos propósitos de juego, como si fuera la Nochevieja del baloncesto, vuelve a instaurarse en Zurbano gracias al liderazgo de otro de los jugadores que ya residía en Vitoria el curso pasado, pero sin la consistencia con la que en la que levanta al pabellón en lo que va de campaña.
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Pique entre Cabarrot y el exbaskonista Rokas Giedraitis
La fe del baskonismo se cimenta hoy en primer lugar por las actuaciones de Luwawu-Cabarrot. El francés no ha bajado de los 10 puntos en ninguno de los 13 partidos disputados hasta la fecha y ha promediado en la última semana con tres partidos la friolera de 23 puntos. Individualmente, sus cifras no tienen parangón. Es el segundo máximo anotador de la Euroliga con 20,6 tantos (lidera su compatriota Nadir Hifi con 22,2), intenta 7,8 triples por partido y anota 4. Su producción no parece disminuir sino aumentar sin Forrest y Howard; los, a priori, dos primeros espadas del ataque azulgrana. Aunque haya jugado 343 partidos en la NBA, y haya sido plata olímpica, este parece ser el mejor momento de su carrera. Lo avala la forma de celebrar cada triple. Con esa sonrisa enimismada que contagia al resto del público.
Ayer, con otros 24 puntos, 16 en la primorosa segunda mitad, el alero de Cannes, de 30 años, comandó aquello que el año anterior parecía imposible. El Baskonia de Pablo Laso necesitó ocho meses, hasta el 30 de mayo, para lograr tres victorias consecutivas. Aunque la situación a nivel de resultados tampoco sea favorable para Galbiati, el italiano ha logrado encontrar una buena racha mucho antes. Los detalles, anotar en ataques que se atascan, rebotes que antes se escapaban, tiros que ahora entran, parecen comenzar a teñirse de azulgrana. A los azulgranas no les pesó el cansancio de los partidos del martes y el viernes, con cinco jugadores por encima de los 22 minutos y una energía al alza para desnaturalizar a uno de los equipos más reconocibles de Europa.
Corta efectividad triplista
El encuentro resultó muy entretenido, con un intercambio de parciales tremendo y una intensidad que contagió a una grada que se las tuvo con los árbitros. La agitación subió a partir del pique entre Giedraitis y Cabarrot, pasado y presente azulgrana. Cruzaron palabras tras un triple de cada uno y se enzarzaron al final del primer cuarto. El galo pareció salir perdiendo de primeras, ya que Galbiati le dejó en el banco a la vuelta a la pista, pero el lituano, fuera de sus habituales casillas sosegadas, se salió del encuentro, coronado su partido con una falta adicional absurda en un canasta del desbocado Diallo.
Minutos antes, el entusiasmo alcanzó su pico más alto cuando, con los aurinegros desesperados, con quejas a los colegiados, el Buesa Arena le confesó cómo ven a Txus Vidorreta. «Eres un llorón», le cantaron. El bilbaíno aguantó el chaparrón con deportividad, y felicitó a un Baskonia cuya amenaza triplista sigue sin resolverse pese a la llegada de Simmons. 0 de 6 en los últimos dos partidos, con Nowell creciendo en tareas defensivas y en la dirección.
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