Baskonia 66-65 Zalgiris

El Baskonia se sostiene en la cuerda floja

El plantel de Trinchieri tuvo en las manos de Sirvydis el triple para silenciar el coliseo azulgrana. La atenta defensa local sobre el saque de fondo propició que el balón cayera en las manos del jugador menos adecuado para ejecutar. Las razones por las que Sylvain Francisco vio la jugada decisiva de su equipo desde el banquillo solo las conoce el preparador italiano. La realidad es que, instantes antes, el base principal del Zalgiris se jugó una penetración que fue perfectamente taponada por Moneke y que paró el reloj a cuatro segundos y cinco décimas del final.

Fue una acción defensiva rotunda y oportuna para sostener un 66-65 que había colocado Luwawu-Cabarrot con un alarde de lanzamiento en suspensión en el centro de la zona al filo de que se agotara el reloj de posesión. El alero galo se sacó como pudo de la chistera una genialidad después de que recibiera un pase de Donta Hall que de milagro no cayó en manos rivales y con una clara invitación a buscarse la vida. Así lo hizo Cabarrot para sumar una canasta tan determinante como agónica a 21 segundos del cierre.

La falta de colmillo que mostró el Zalgiris para ahondar en la vulnerabilidad azulgrana hizo el resto. El equipo de Laso anotó solo dos canastas en los últimos tres minutos del encuentro, ambas con la bocina de posesión a punto de atronar. Fueron un triple de Howard lateral y apoyado en tabla y la filigrana de Cabarrot. Todo salió bien, pero las dos acciones fueron un juego arriesgado a la ruleta. Esta vez, el Baskonia se sostuvo sobre la cuerda floja. Casi de milagro.

A esta alturas de temporada, el Baskonia sigue jugando a lo que puede o a lo que le dejan. Y más cuando falta Kamar Baldwin y toca dar minutos a un Ognjen Jaramaz que intenta cumplir con un papel de segundo base con resultados escasos. Llegó el Zalgiris al Buesa Arena y se jugó a lo que impuso el equipo lituano. Baloncesto pausado y de digestión dura, destajismo físico y resoluciones ofensivas casi siempre a media cancha. Correr poco y sudar cada canasta.

escenaEl Baskonia aceptó la propuesta e incluso apretó sus tuercas defensivas para ponerse al nivel del barro baloncestístico preparado por el visitante. Las buenas prestaciones atrás de los vitorianos marcaron la pauta del primer cuarto (18-12) para dar paso a una batalla de trincheras, con los locales casi siempre por delante y los de Kaunas al acecho. El liderazgo en el marcador fue vitoriano, pero nunca con opciones claras de ruptura. Imperó la economía de guerra en la anotación durante los dos siguientes cuartos hasta llegar a una última entrega (48-43) en la que la trama comenzó a adquirir cierto atractivo.

El Zalgiris se apoyaba en un Brazdeikis percutor para mantenerse en la estela de un Baskonia que pasó del gris al multicolor con dos triples consecutivos de Markus Howard (56-47, minuto 32). Fue la eclosión breve de un jugador siempre necesitado de reivindicación, que tomó responsabilidades en el tiro, quiso el balón y luego se lo parecieron negar justo cuando despegaba su racha. Los de Laso se bloquearon para encajar un parcial de 5-14 (61-62, minuto 37).

Smailagic castigó la defensa azulgrana hasta poner a su equipo por delante a un minuto del final (64-65). El Baskonia se acercó a la autodestrucción con un tiro rifado de Forrest, pero Ulanovas no acertó con la sentencia en su intento triple. La angustia quedaría aplacada con la canasta de Cabarrot, el tapón de Moneke y el triple errado de Sirvydis.