Baskonia 89-79 Tenerife
El Baskonia, un volcán en activoAcelera a fondo tras el descanso para destrozar al Tenerife antes de cerrar con un minuto final desconcertante
Era la semana que necesitaba este Baskonia en pañales y ha tenido que aparecer al cierre del primer mes de competición, ya en ese mes ... de noviembre que siempre es sinónimo de tensión, inquietud e inestabilidad cuando los resultados no llegan. El Baskonia se ganó un domingo triunfal de autoafirmación al superar por las bravas al La Laguna Tenerife, ese sanedrín de sabios que encabezan en cancha Marcelinho Huertas y Gio Shermadini, con Txus Vidorreta como mente pensante en el banquillo.
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Pudo más la irreverencia azulgrana, la de Paolo Galbiati a la hora de agitar de nuevo al máximo una plantilla que llevaba su carga de desgaste tras los dos compromisos continentales previos. Se impuso el descaro de Hamidou Diallo, imparable cuando encuentra un carril liberado en transición. Otra vez imperó el estado de absoluta inspiración ofensiva sobre el que flota Luwawu-Cabarrot y el buen criterio de un Rodions Kurucs cuya personalidad y clarividencia en la toma de decisiones lo empiezan a convertir en uno de los favoritos de la grada del Buesa.
El Baskonia vivió una de esas citas ACB dominicales con trampa ante un rival experimentado que llegaba a Zurbano como líder imbatido de la ACB y de la FIBA Champions League. La realidad es que su primera parte fue como para pensar que semana se le iba a hacer demasiado larga al Baskonia al contemplar el 29-40 al descanso. El augurio era erróneo. La escuadra azulgrana era un volcán dormido que entró en erupción en un tercer cuarto de aceleración absoluta. Adiós al guion pautado por Marcelinho Huertas y dos torres hasta entonces dominantes como Shermadini y Fran Guerra. Fue toparse con pívots de talla clásica y desatarse los problemas para la batería interior azulgrana durante los veinte primeros minutos iniciales. Tras el descanso, la pelea desigual de gigantes que caía a favor visitante se convirtió en una batalla de atletas con piernas vertiginosas de clara tonalidad azulgrana.
El Tenerife llegó a estirar su renta hasta los trece puntos con un triple de Doornekamp (32-45, minuto 22) antes de la gran explosión que convirtió al equipo de Galbiati en un río de lava desbordante y destructor. Era cuestión de elevar las revoluciones sin perder los papeles, de romper con ese ritmo pianísimo y cerebral de la escuadra canaria para desatar un terremoto. Se alzó el Baskonia más visceral, de alta velocidad en las transiciones lanzadas gracias al control del rebote y un aumento considerable de la agresividad defensiva.
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El Buesa, enchufado
Al fin Huertas se sentía incómodo ante el agobio continuo de Nowell, Sedekerskis se sumaba a la lluvia triplista de Cabarrot mientras Diallo y Simmons elevaban aún más la temperatura de un Buesa que registra algunas ausencias en sus gradas respecto al pasado curso, pero plenamente enchufado. También dispuesta la hinchada a jugar su partido y a elegir enemigos, con Vidorreta como foco principal de sus dardos. Este Baskonia que entrena con música por recomendación de Paolo Galbiati también necesita decibelios. El coliseo de Zurbano se los dio a puñados al contemplar un baloncesto desplegado a volumen brutal.
Un parcial de 34-16 en la tercera entrega destrozó el dominio isleño y otorgó el gobierno del choque a los azulgranas. Arrancó la entrega final con un 63-56 aún incierto. El Tenerife se sostenía con Huertas y Shermadini y en las filas vitorianas surgió Khalifa Diop en su vertiente menos conocida, la anotadora. Encadenó cinco puntos para crecer en la pintura antes de ceder el testigo a Diallo y Cabarrot para consolidar la ventaja.
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El escenario echaba llamas, el hábitat en el que aspira a moverse con comodidad el Baskonia. La brecha se abrió sin freno hasta que una canasta de virtuoso a cargo de Kodi Simmons colocaba el 85-70 a dos minutos del cierre. Debía ser margen suficiente como para relajar los nervios. La reacción isleña parecía un mero maquillaje, pero el equipo azulgrana entró en una espiral desconcertante durante un último minuto repleto de errores. Por un momento, parecía que podía asomar el drama, pero los de Galbiati evitaron quemarse en su propia precipitación final. Un frenazo a tiempo para impedir un mal derrape.
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