Pasaportes que vuelan en la ACB
45 jugadores poseen la nacionalidad de otro país distinto al de su nacimiento para eludir la norma de solo dos extracomunitarios por equipo
Las ventanas de selecciones son jornadas de puertas abiertas a los cambios de nacionalidad. Los debuts de jugadores con combinados que no son los de ... su país natal son estos días igual de noticiosos que resultados tan sorprendentes como que Reino Unido gane a Grecia. Ambos casos han dejado de resultar chocantes con el paso de los años. El baloncesto europeo, especialmente la ACB, se ha acostumbrado a que sus jugadores 'fichen' por otras naciones para beneficio tanto propio como colectivo. A partir de la próxima jornada, hasta 44 jugadores actuaran bajo la ciudadanía de un estado con el que apenas tienen vinculación. Y para febrero, los agentes de Charlie Moore (Breogán) ya han anunciado su convocatoria con Montenegro.
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El azulgrana Kamar Baldwin ha sido el penúltimo en tramitar un nuevo pasaporte caído como agua de mayo. Su incorporación a Georgia, anunciado como si de un fichaje se tratara, fotomontaje de 'bienvenido' incluido, resuelve uno de los principales entuertos con los que el Baskonia afrontaba la temporada. Su nueva patria prevalece ahora sobre la nacionalidad estadounidense que impedía su confluencia junto con Forrest y Howard. La normativa de la ACB es clara. Convocatorias de doce jugadores, con un máximo de dos extracomunitarios y mínimo cuatro cupos de formación.
Los criterios de cada estatus han ido cambiando en las últimas décadas. El CSD impuso en 2015 la obligación de debutar con la selección para validar el pasaporte y así acotar la proliferación de documentos de procedencia dudosa. Las controvertidas conversiones en ciudadanos de Guinea Ecuatorial de Marcus Slaughter (Real Madrid) y Andy Panko (Fuenlabrada) fueron imputadas. El juicio se celebró hace dos semanas y ha deparado que el exjugador de Laso se encuentre en paradero desconocido y con una orden de detención internacional. Sin aparentes consecuencias quedaron los pasaportes de Guinea Bissau que lograron Colton Iverson y Mike James en su etapa en el Baskonia. El base estadounidense llegó a ser interrogado por la Policía Nacional en el aeropuerto de Barcelona ya cuando militaba en las filas del Panathinaikos, según informó El Mundo.
Aumento cada año
La baraja de los pasaportes se ha visto ampliada pese a los intentos por restringirlo. En 2018, cuando Matt Janning defendió también la camiseta de Georgia, eran 12 los estadounidenses reconvertidos. Ahora superan la treintena. Las agencias de representación promueven e impulsan un método que clubes y selecciones admiten y agradecen. Todos ganan. Las directivas amplían el margen de maniobra para fichar y a los jugadores les permite revalorizarse y asentarse en la ACB, la presunta segunda mejor liga del mundo. Los norteamericanos John Shurna (Lituania), Aaron Doornekamp (Países Bajos), AJ. Slaughter (Polonia), Thomas Scrubb (Reino Unido) o Kyle Kuric (Eslovaquia) acumulan al menos cinco temporadas en España desde su conversión.
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Hay casos en los que a los combinados nacionales les permite aumentar su nivel deportivo. Los ejemplos de Chris Jones (Armenia), Shannon Evans (Guinea), Kendrick Perry (Montenegro), Matt Costello (Costa de Marfíl), Thomas Bropleh (Liberia) y Jacob Wiley (Macedonia) sirven de paradigma. Aunque sería injusto señalar a las selecciones más modestas cuando potencias como Serbia (Kevin Punter), España (Lorenzo Brown) e incluso Francia (intento por Embiid) se han lanzado a esta práctica.
Para los argentinos y uruguayos está muy instaurada la raíz de los ancestros italianos para doblar la nacionalidad. O también está vía familiar, la más lógica, ya sea de padres como Kassius Robertson (Jamaica), de abuelas como Dylan Osetkowski (Alemania) o matrimonio a la que se acogen Kenny Hasbrouck (alemana) o Gian Clavell (española). En la memoria queda el sonado caso de Will Mcdonald, que presentó en rueda de prensa a una mujer con la que se había casado «por amistad», como luego alegó ella. Los caminos son inescrutables. Hasta se alinean con conflictos políticos. Scott Bamforth (Granada) está a la espera para beneficiarse de su pasaporte kosovar después del cambio de postura del Gobierno a principios de año.
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Las dieciocho plantillas de este año en la ACB disponen al menos de un jugador con pasaporte forastero, de un país del que apenas ha pisado el suelo, aunque el Bilbao Basket aún no se ha visto favorecido de ello debido a los problemas burocráticos de Muhammad-Ali Abdur-Rahkman con su nacionalidad de Arabia Saudí. El Unicaja se lleva la palma con hasta cinco jugadores, mientras que el Baskonia, siempre eficiente en estas lides, también cuenta con el pasaporte de Azerbaiyán de Donta Hall. Los países caucásicos, así como algunos de los africanos adscritos al Tratado Cotonú, son los más abiertos a una práctica que Georgia domina como pocos. Catorce baloncestistas estadounidenses se han sumado al censo del país en las últimas dos décadas. Shammond Williams, Tyrone Ellis, Taurean Green, Quinton Hosley, Marquez Haynes, Will Thomas, Jacob Pullen, Ricky Hickman, Michael Dixon, Thad McFadden, Matt Janning, Conner Frankamp, Joe Thomasson y por último Baldwin. Plantilla larga para rotar, siempre que se muestren dispuestos a regresar. Mientras, Shengelia es capaz de jugar un miércoles en Bolonia y un jueves en Helsinki por compromiso con su selección.
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