Fruto de maduración tardía

El formidable encuentro que Forrest soltó el pasado domingo en Valencia supuso la confirmación de su metamorfosis con la camiseta azulgrana. Hasta alcanzar su actual rango de pieza fundamental para Pablo Laso, quien siempre ha creído en él, sólo exhibía dotes mayúsculas para anotar por sí mismo. De su labor como director de orquesta dentro de instrumentistas que interpretaban demasiados solos nada se conocía en el Fernando Buesa Arena. El cuadro vitoriano, que tradicionalmente renovaba sus votos con el baloncesto vertical y en transición, se movía sobre el parqué con el freno de mano echado. Ni siquiera el dominio del rebote defensivo equivalía a un juego efervescente. El cuadro alavés transitaba a menudo de una parte a otra de la cancha a ritmo de caracol. Algo que la grada reprochaba con sonido de viento incluso.

Si el primer mandato de un base consiste en procurar sentido a la identidad del grupo, el titular en el puesto no lo conseguía. Pese a presentar números individuales por encima de su rendimiento real para el conjunto. Es cierto que Trent ya asombraba por los fértiles resultados de sus penetraciones a cámara lenta. Excelente dominio del cuerpo, buena absorción de los contactos y hábil manejo del tablero. Frecuentes canastas de afuera hacia adentro con el IVA del tiro libre adicional. Pero el equipo no fluía.

Ya se le ve mucho más integrado en el concepto colectivo, consciente de su importancia en el seno del grupo sin renunciar a su particular forma de entender el baloncesto y, tal vez, la vida. Cuesta imaginarlo a más de setenta pulsaciones por minuto ni siquiera en medio de un incendio. Manteniendo el veneno por sí mismo que inocula en las penetraciones hacia el aro rival, Forrest abre ahora el foco. De tal modo que añade a sus virtudes individuales cierta visión panorámica, al tiempo que necesita gastar menos tiempo en cada posesión. Y de esa cualidad se beneficia, entre otros, el renacido Markus Howard. Trent apenas miraba al tirador inaudito que se movía demasiado lejos de la pelota, ajeno al mapa caliente de la pista. Últimamente se reconoce, en parte por la mejoría de su compañero, y así lo hacen también los aficionados. La suma de ambos en La Fonteta dañó mucho al potente equipo de Pedro Martínez.

Lejos quedan tantos meses en los que la manera demasiado pausada y sin don colectivo de Forrest llegaba a desesperar. El líder en recuperaciones de la ACB (1,8 de promedio) por sus manos hábiles es también el quinto que más minutos disputa (28) del campeonato liguero. A ellos contribuye, desde luego, la lesión de Kamar Baldwin porque Ognjen Jaramaz, simple relevo, dista mucho del rendimiento que muestra el titularísimo de la plaza. Y aparte de Howard algunos otros compañeros se han beneficiado claramente del gran progreso de Trent. Entre ellos Khalifa Diop, a quien Laso quiere recuperar desde la confianza que le supone empezar los partidos. El pívot senegalés, techo del Baskonia y el mejor colocador de bloqueos, aprovecha la conexión con el base en sus continuaciones hacia el aro.

El fruto tardío va camino de resultar apetecible a otros clubes relevantes al añadir las virtudes propias de un base a su capacidad intrínseca para abrir en canal a los adversarios sin perder la calma mediante las entradas a canasta. Sólo se ha perdido tres de los 63 duelos oficiales azulgranas este curso y luce más en el escaparate doméstico que en el continental. Los 12,6 puntos, 3,4 rebotes y 4,5 asistencias con buenos porcentajes de tiro en la ACB le procuran 16,4 créditos de valoración. Y muy fresca sigue en la memoria su exhibición valenciana que revalida una gráfica bursátil al alza.