Los Williams, el estreno de la felicidad
Película ·
Los hermanos del Athletic presentan en Bilbao el documental sobre sus vidas arropados por la familia rojiblanca y en medio de mucha expectaciónNico vestía de blanco e Iñaki de negro. Dos caras de una misma moneda, acuñada por la sangre y la memoria, criados por unos padres ... que miraron la muerte a la cara y sintieron su toque gélido en un infierno de arena y sol. Atravesaron desiertos, países, ciudades, pueblos y parajes despoblados, encontraron gente buena y mala, les faltaba comida y agua y les sobraba coraje. Perdieron una vida y ganaron otra. Es la que disfrutan ahora sus hijos, jugadores del Athletic e internacionales por España y Ghana, respectivamente, quienes han traído este lunes a Bilbao su documental 'Los Williams'. Levantaron pasiones y mucha expectación en los exteriores de la Sala BBK de la Gran Vía. Fue allí donde se proyectó la película en presencia de toda la plantilla rojiblanca, empleados del club, miembros de la junta directiva, representantes políticos, sociale, económicos y deportivos de la ciudad y la provincia, todos unidos por la admiración a una familia que supo encontrar la luz al final del camino.
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Media hora antes de la proyección, de la llegada de los hermanos, la gente ya estaba apoyada en las vallas esperando a los Williams. El número de asistentes crecía como la espuma con el paso de los minutos. «¿A qué hora vienen?», preguntaba una señora a los miembros de la organización. «¿Y por qué entra esa gente?», interrogaba una niña a su madre. «Porque ellos tienen entrada», dijo sin convencerla del todo. Ella, de unos cinco añitos, también quería meterse en la sala. Un gran cartel promocional anunciaba el filme, apoyado sobre una alfombra color melocotón por el que desfilaban los invitados y los protagonistas. Los móviles no paraban de hacer fotos y vídeos. Sancet, Vivian, Yeray y Nuñez fueron los primeros en llegar, justo a las cinco de la tarde, y luego se sumaron Valverde, Ander Herrera, Yuri, Simón, Gorosabel... La plantilla acudió en bloque a la proyección, con el presidente Jon Uriarte y varios directivos también presentes en un acto convertido en polvo de estrellas.
Antes de la foto de familia rojiblanca, por la 'alfombra melocotón' pasaron deportistas, actores, políticos, directivos y presidentes de otros clubes, como el Bilbao Basket, ahora en Lituania para jugar la previa de la FIBA Europe Cup. Hasta se dejó ver por ahí Álvaro Muñoz Escassi, jinete y habitual de los platós de televisión, al que un grupos de señoras casi arrastró hacia las vallas para hacerse una forto. Pero los gritos impregnaron el ambiente cuando aparecieron los jugadores del Athletic y los Williams, los grandes protagonistas de la tarde. Solo podían escucharse sus nombres llevados por el viento, Nico e Iñaki, con la gente pidiéndoles un poco de atención, un segundo de sus vidas, un gesto. «¡A Iñaki ya le hemos visto por la calle, mejor Nico!», decía una amiga a la otra, que no paraba de llamar al hermano mayor. Ellos sonreían, saludaban, un tanto abrumados por la atención de la calle.
Firma de las camisetas
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Las 'estrellas del celuloide' se sacaron muchas fotos en la alfombra. Al otro lado de la valla bullían los sentimientos y la pasión, también la curiosidad y la impaciencia, el último grito lanzado al vacío para atraer a los Williams. No pudo ser por el protocolo y el horario, apurado al límite, pero aún así Iñaki y Nico se acercaron a dos niños para firmarles las camisetas de la selección española y del Athletic. Casi dos horas más tarde, después de la proyección, los hermanos salieron de nuevo y atendieron a un montón de personas.
Una vez satisfechas las obligaciones fotográficas, los Williams se metieron en la sala, donde fueron recibidos con aplausos. El ruido dio paso al silencio, que solo romp ían las voces y hasta las lágrimas que llegaban desde la pantalla. También las sonrisas, el triunfo del bien, el de una familia que estaba en el epicentro de la felicidad; entre los suyos, que les arroparon entonces y les arropan ahora. Siempre. Como el Athletic, la otra familia, de ellos y de todos, el pegamento humano. En una de las últimas escenas del filme se veía a dos niños hablando. «No quiero que te vayas de Ghana. El desierto te tragará». Enseñó los dientes a María y a Félix, los Williams Arthuer, que se los rompieron. Por sus hijos, por una vida mejor.
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