Preocupación en el Athletic por su debilidad defensiva
El Athletic, que ha encajado el doble de goles que la pasada campaña a estas alturas, necesita recuperar su solidez
Los equipos cambian, a veces de forma misteriosa, sin una razón aparente que lo explique. En esos casos es obligado dar tiempo al tiempo ... para comprobar si ese cambio es producto de una coyuntura -un cúmulo de casualidades adversas o favorables, por ejemplo- o algo más profundo. Estructural, como se suele decir. Con el Athletic -y se volvió a comprobar en Mestalla- estamos viviendo uno de esos momentos de incertidumbre, a la espera de comprobar si la extraña alteración que ha sufrido el equipo, la que le ha llevado de ser una roca en defensa a encajar goles con una preocupante facilidad, se corrige pronto o se mantiene. De cómo se despeje esta incógnita, con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, dependerá en gran medida la trayectoria de los rojiblancos esta temporada.
Antes de que comenzara la Liga, casi todos los análisis sobre el Athletic coincidían en un mismo punto crítico: la necesidad de mejorar la producción goleadora. Desde que se le agotó el manantial de Aritz Aduriz, el equipo se había estancado en una pobre cifra de goles -41- que le condenaba a una clasificación mediocre. Con poquísimo más de un gol por partido, ningún equipo puede ir muy lejos. El margen de mejora estaba ahí: en la solución de ese grave problema. Es lógico, por tanto, que el debate futbolístico rojiblanco haya girado en torno a ese gran reto sobre el cual los aficionados teorizaban en sus tertulias y los periodistas llenábamos páginas y páginas y ocupábamos horas de emisión. Y no sólo nosotros. También para los responsables y profesionales del club se trataba de una prioridad, una cuestión estratégica. Hasta el punto de ser la causante, por ejemplo, del culebrón Llorente en su segunda edición.
LAS CLAVES
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De 7 a 14 es la diferencia de goles encajados por el Athletic en las doce primeras jornadas la pasada temporada y esta.
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El cambio La prioridad del equipo ha pasado de necesitar marcar más a encajar menos
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Errores El Athletic se ha convertido en un equipo que se pega tiros en el pie a la menor ocasión
Lógica inquietud
Pues bien, después de doce partidos de Liga, la situación ha dado un vuelco insospechado. No se trata de que el equipo de Garitano haya corregido su falta de gol. Lleva tres más que la pasada campaña a estas alturas de la función (14 frente a 11), pero el registro sigue siendo escaso. Si hacemos una proyección sobre las 38 jornadas de Liga nos daría una cifra final de 44,2. Un poquito mejor, sí, pero tampoco como para celebrarlo bailando por ahí el 'Put the blame on Mame', en plan Rita Hayworth. De lo que se trata es de que la solidez defensiva se ha resquebrajado de una forma insospechada. El dato es de los que tapan la boca con cinta aislante a los enemigos de las estadísticas: el Athletic ya ha encajado el doble de goles que la pasada temporada. De 7 a 14, ni más ni menos.
La inquietud es lógica. Y es que a nadie se le escapa que la principal virtud que ha adornado al cuadro de Garitano ha sido la consistencia de su retaguardia. Esto fue así desde su llegada. Podemos recordarlo con otra estadística potente. En las catorce jornadas que Berizzo dirigió al Athletic el equipo acabó desplomándose con 23 goles en contra. En las catorce primeras del deriotarra, sólo encajó 8. Pocas veces se ha visto en la historia del Athletic un cambio tan radical y fulminante. La pasada temporada se mantuvo esa buena tendencia ya desde el arranque de la Liga, que fue espectacular con un registro histórico de un único gol en contra en los cinco primeros partidos.
¿Qué está ocurriendo ahora? Lo cierto es que Gaizka Garitano tiene razón cuando dice que su equipo es uno de los que menos remates en contra recibe y que los rivales le están penalizando en exceso sacando petróleo de cualquier oportunidad. Es más, se ha llegado a un punto en que ni siquiera necesitan tener oportunidades, ya que los rojiblancos son capaces de dispararse ellos mismos en el pie, con una ligereza desesperante, a la menor ocasión. Es algo que ya se vio en el primer partido contra el Granada -recordemos el primer gol de Yangel, tras un saque de banda fatalmente defendido, o el segundo, tras una pérdida absurda de De Marcos-, y que lejos de corregirse ha tenido una continuidad peligrosa. ¿O acaso los dos goles del Valencia el sábado no fueron poco menos que regalos del Olentzero rojiblanco?
Bien. Aceptemos la realidad de que los problemas del Athletic no se deben a un fallo del sistema, a un error metodológico del concepto defensivo, sino a pecados individuales de jugadores en baja forma o despistados. Pero es que en el fondo, y aunque al técnico le sirva como argumento en defensa propia que su pizarra no tenga la culpa, da exactamente lo mismo. Este debate no tiene mucho recorrido. Bien mirado, es pura retórica. Y es que en el fútbol son siempre los jugadores con su acierto, su nivel de concentración y su voluntad de sacrificio quienes hacen buenos o malos los sistemas.
Obligados
En el caso del Athletic, por tanto, se trata de cruzar los dedos para que sus jugadores de retaguardia, empezando por un gran portero que lleva tres errores de bulto, algo con lo que nadie contaba, comiencen uno por uno a brillar. Por ahora sólo Iñigo Martínez ha mostrado regularidad y un buen nivel. Berchiche no ha podido hacerlo, aunque en Valencia ya ofreció una versión magnífica, algo fundamental para este equipo. Los demás deben mejorar. Algunos, como Capa o Dani García, mucho si no quieren perder su sitio incluso a los ojos de su gran valedor. Y decimos que hay que cruzar los dedos para que esto ocurra porque la otra manera de que el Athletic progrese y pueda aspirar a algo que no sea la supervivencia, es decir, con un subidón de su producción goleadora, se antoja bastante más complicada. Mucho más. Lo decimos pensando en la lucidez que muestra el equipo cuando se acerca al área rival, en la calidad de sus centros, en los réditos del que saca de las jugadas a balón parado o el rendimiento de sus figuras, Williams, Muniain, Berenguer y Raúl García.
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