Una versión en la Liga y otra en Europa

Echando la vista atrás, lo conseguido es muy meritorio. Basta con recordar que el Athletic no había llegado al ecuador de la liguilla de la Europa League en tan buenas condiciones -10 puntos de 12 posibles- desde que lo hizo en la campaña 2011-12, una de las mejores de su historia en el plano internacional, con final incluida. Todos recuerdan aquellas eliminatorias fantásticas con el Manchester United, el Schalke 04 o el Sporting de Lisboa, pero lo cierto es que la tropa de Bielsa estuvo firme ya desde la fase de grupos con el Salzburgo, el PSG y el Slovan de Bratislava. Desde entonces, las liguillas no han sido caminos de rosas, precisamente, y Valverde puede atestiguarlo.

Teniendo en cuenta que el Athletic también es sexto en la Liga, como lo es en Europa, se podría pensar que es un ejemplo de regularidad, un equipo estable y tan equilibrado que ofrece siempre un nivel muy similar, ya sea en la competición doméstica o en la continental. Y esto habría que matizarlo un poco porque no es del todo cierto. No hay duda de que los rojiblancos son un grupo reconocible con unas virtudes muy asentadas. Nadie discute su carácter, ni su altura competitiva. La realidad, sin embargo, es que el Athletic, curiosamente, está ofreciendo dos versiones muy diferentes en la Liga y en la Europa League.

En sus choques internacionales, por ejemplo, los pupilos de Valverde han tenido que picar mucha piedra para obtener unos buenos resultados. Han sufrido en sus cuatro compromisos. Lo del jueves en Ludogorets no hace falta recordarlo. Contra la Roma acabaron empatando en el minuto 85 con un gol de Paredes, cuya internacionalidad fue ayer la sorpresa agradable del día.

Al AZ Alkmaar no le pudo quebrar hasta el minuto 72 y con el Slavia de Praga hubo que pasar un martirio para defender el gol de churro de Nico Williams que acabó suponiendo la victoria. Un dato sintomático: de los seis goles que ha marcado el Athletic en la Europa League, cinco -es decir, un 83,3%- han sido a partir del minuto 72 y siempre cuando el equipo iba empatando o perdiendo.

El contraste con la Liga es llamativo. Sólo 3 de sus 18 goles (uno a la Unión Deportiva Las Palmas, otro al Leganés y otro al Celta) han llegado a partir de ese minuto 72. Un 16,6%. Esta diferencia está vinculada a otra cuestión interesante. Mientras los rojiblancos se han hecho fuertes en Europa en las segundas partes, en España flaquean en ellas y, sin embargo, son muy fuertes en las primeras. Otro dato a este respecto: de los 18 goles que han sumado desde el estreno liguero ante el Getafe, 12 los han conseguido en los primeros 45 minutos.

Y si destacamos el contraste que se está produciendo con el tema de los goles a favor, qué decir de lo que está ocurriendo con los goles en contra. La verdad es que no es fácil de entender lo que sucede, hasta el punto de que tampoco podemos descartar que se trate, sencillamente, de una de esas casualidades que a veces se producen en el fútbol. Así, sin más. El caso es que el equipo de Valverde no ha encajado en Europa ni un solo gol en las segundas mitades y en la Liga, por el contrario, ha recibido en ellas 9 de los 12, un 75%, que les han metido a Padilla y a Agirrezabala.

¿A qué se debe esto? Como decíamos, no es fácil encontrar un motivo claro y no podemos descartar la opción de la casualidad. Eso sí, se puede especular con una causa probable de estas dos versiones tan dispares del Athletic: el conocimiento del escenario y del rival. Es como si en Europa, ante equipos desconocidos o pocos familiares, más allá del conocimiento teórico que se pueda tener de ellos viéndoles en vídeo o mandando un espía, los rojiblancos necesitaran la primera parte para hacerse una composición de lugar y la segunda la utilizaran para poner las cosas en su sitio. En la Liga, en cambio, esto no tiene sentido. Saben positivamente que a todos los rivales, viejos conocidos, hay que cornearlos lo antes posible.