Una historia conocida
Tres faltas, dos tarjetas amarillas, una expulsión y un partido arruinado a los trece minutos. En medio, un penalti no pitado en el área ... del Real Madrid. El Athletic cayó en Valdebebas en un choque que recordó a otros que ha perdido en el Bernabéu. Pasó de un penalti no pitado sobre Williams a la expulsión de Raúl García; de mantener a raya con uno menos durante media hora al Madrid, a encajar un gol en el descuento previo al descanso; de perder la ocasión de empatar en la prolongación, a encajar un tercer gol que establece un marcador injustamente abultado.
No le sirvió de nada al Athletic su tremendo despliegue físico y su valentía en inferioridad ante un rival siempre temible, incluso cuando no está en su máximo nivel. El empate de Capa fue algo así como el premio a la combatividad que suelen dar en las pruebas ciclistas; un premio que es más bien un triste consuelo para el corredor que dio la cara en la etapa pero no la ganó. Algo de eso le sucedió anoche al Athletic. Su gol sirvió para disfrutar de unos minutos de ilusión y para volver a sentir el orgullo de ver a un equipo dispuesto a vender muy cara su piel en medio de la adversidad. Pero a la hora de la contabilidad, el Athletic volvió a sumar otro cero; las victorias morales siguen sin cotizar en la tabla de clasificación.
El partido hubiera podido tener otra historia bien distinta si Gil Manzano hubiera tomado otras decisiones en su arranque. O el VAR, claro. Pero el VAR viene a ser la versión tecnológica y moderna del misterio de Fátima. Alguien debe de haber por ahí que entiende cómo funciona, en qué casos interviene, en cuáles aconseja al árbitro mirar el monitor, cuándo estamos ante un error flagrante, en fin, todo eso que nos habían contado que iba a servir para acabar con las polémicas arbitrales y para que el fútbol fuera más justo. ¡Hay que ver qué cosas nos cuentan!
Pero si hubo un protagonista anoche fue Raúl García. Él solo arruinó un partido que nunca sabremos cómo hubiera transcurrido, pero que estaba teniendo buena pinta para el Athletic hasta su expulsión. Se ha hablado mucho de los errores individuales que están echando por tierra el trabajo del Athletic. Lo de Raúl García podría entrar en esta categoría si no fuera porque se trata del jugador más experto del equipo.
El navarro estuvo más sobreexcitado de lo que es habitual en él, con una agresividad que no supo controlar a pesar de las mil batallas que carga sobre sus espaldas. Argumentar que el árbitro hubiera podido ser algo más condescendiente, está de más. Raúl García ha sabido aguantar muchos partidos con una amarilla a sus espaldas sin perder un ápice de eficacia en su juego, en su rendimiento.
Sólo él puede saber si el exceso de agresividad tiene algo que ver con su desaparición del equipo titular en los últimos partidos. Lo cierto es que su expulsión nos impidió comprobar de lo que hubiera sido capaz el Athletic en igualdad de condiciones. Lo que adivinamos fue que este equipo conserva su espíritu competitivo, que no es poco, dadas las circunstancias. Claro que ese espíritu suele aparecer con más facilidad en partidos como el de anoche, cuando todo se pone en contra y no queda más remedio que apelar a la heroica.
Estaría bien que de ahora en adelante, el equipo tuviera recursos más terrenales para resolver partidos en los que es suficiente con aplicar un poco de sentido común y las imprescindibles dosis de concentración.
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